ME SALVÉ DE UN “HURTO”, ODONTOLÓGICO

|

ME SALVÉ DE UN “HURTO”, ODONTOLÓGICO

Antenoche padecí de un terrible dolor en una muela y recién me pude dormir a las dos de la mañana con calmantes y un buen vaso de whisky White Horse. 

Impulsado por Mecha, mi mujer, ayer concurrí al Centro Odontológico COIBA, donde fui atendido por el Dr. Gabriel Almada, que confirmó el diagnóstico de dos odontólogas que me revisaron antes, Magdalena Santángelo y Dra. Elida Stefano.

<

La segunda carece de toda ética porque, en lugar de ocuparse de mi dolor, se dedicó a criticar a los médicos que me salvaron la vida, al colocarme siete stens a fin del año pasado, por no haber consultado a un odontólogo, antes de operarme, debido a las infecciones que tenía en la boca; ante mi reacción un ayudante de esta mandamás, tuvo que reconocer que sin los stens yo no estaría allí, sino en el cementerio. Consulté el costo del tratamiento de conducto para hacerlo allí, me enteré que la obra social no lo cubre, pero ya tengo turno y fecha y el costo es $48.000.- más de tres veces inferior al presupuesto de Santángelo, que se aprovechaba de un viejito jubilado MG, yo, sumándose a los grandes estafadores de los sectores pasivos: Alberto Fernández ayer, y Javier Milei, en nuestros días.

Hoy, en la Argentina, existe un descontrol en precios y honorarios, pero acá empieza a jugar la responsabilidad moral de los profesionales universitarios

Tengo el ejemplo de mi padre, doctor en medicina, quien jamás cobraba por anticipado, sino que atendía, examinaba, consultaba, diagnosticaba y trataba, consciente de sus límites, porque repetía: “el médico no es Dios”.

Me acuerdo que un día llorando apareció en el comedor de casa, porque había descubierto el cáncer de una tía. Los clientes le pagaban lo que podían o nada. Por ese motivo en mi casa siempre abundaban pollos, huevos, fiambres, postres, dulces, alfajores, regalos de los agradecidos.

El padre Pío fundó un hospital para alivio del sufrimiento, mi padre y el dentista de mi vida, Roberto Eyheremendy, podrían haberse integrado en él. Las odontólogas antes citadas, jamás, ligera de lengua una, buena negociante con la odontología, la otra.

Un día había como escribano levantado un acta y cobrado $400.- Viajaba en subte y una mano ligera y clandestina me los hurtó. ¿Existe alguna diferencia en lo esencial con la escribana Santángelo? Ninguna y lo de la segunda, es más grave por su carácter universitario que exige una especial responsabilidad.

Ramiro de Maeztu propuso un día sustituir la trilogía revolucionaria, “Libertad, igualdad y fraternidad”, por un lema para caballeros: “Servicio, Jerarquía, Hermandad”.

El lema de la Revolución Francesa, que falsifica dándole un tono masónico a conceptos cristianos, fue enarbolado por un siniestro sacerdote argentino, llamado Mariano Fazio, importante figura del Opus Dei, hoy en Roma, quien afirmó que, en estos tiempos de crisis, tenemos que volver a los grandes valores encerrados en la trilogía revolucionaria. Para este infeliz volver al Evangelio es algo ajeno que no le interesa.

Recuerdo que en el año 2011, al presentar el libro de Juan Luis Gallardo “De memoria no más” que tiene un sugestivo subtítulo “Recuerdos políticamente incorrectos”, puse en su lugar a este individuo, porque la libertad que no sirve es egoísmo, la igualdad sin jerarquías, es ausencia de armonía, la fraternidad sin paternidad común, es mentira sin sustento. 

Aplausos del público, hasta felicitaciones de un sacerdote del Opus Dei, Gabriel Dondo y de simpatizantes de la Obra. como Juan Manuel Medrano y de las mismas hijas de Juan Luis presentes, vino de honor, organizado por Josefina Devoto, donde nadie cuestionó mi discurso, y Juan Luis tuvo la amabilidad de llevarme hasta mi casa sin comentarios.

Pero otro sacerdote de la Obra, que se llama Frías o algo así, sembrador de cizaña, se ocupó de llenarle a mi amigo su cabeza en contra mío y destruir medio siglo de amistad. Cobarde, se había quedado mosca en la presentación y en el festejo, pero aprovechó las sombras para su deleznable tarea; tuve con Juan Luis una larga discusión, pero prácticamente no volvimos a verlo. Como estoy escribiendo un artículo para Gladius. “Juan Luis Gallardo, poeta” hoy converso con él, rememorando mejores tiempos, con mejores sacerdotes en la Obra de Dios, con la cual una vez hice ejercicios espirituales al perder una apuesta con mi viejo amigo. 

Años antes, junto con mi querido y añorado amigo Aníbal D’Angelo Rodríguez había presentado otro libro de Juan Luis “Omega 666, el planeta gris”, donde aparece un “Reino Austral” que, como dije entonces, “nada tiene que ver con la Universidad Austral, en la cual hay lugar para Bernardo Neustad, pero no para Juan Luis Gallardo”, quien entonces estaba sin trabajo. Para entonces, esa institución ya acumulaba muchas porquerías, como cuando para celebrar los 50 años de los derechos humanos, invitó junto a un desteñido profesor mendocino a un apologista del aborto y la eutanasia como actos caritativos, Martín Farrel, autor del libelo “Ética del aborto y la eutanasia”, donde llega a calificar a esos crímenes como “actos de caridad”, como el doctorado “Trucho” a Menem, la invitación a individuos protervos orgullosos de su sodomía, pornógrafos, pansexualistas, todo denunciado al sacerdote Carlos Nannei, responsable de la obra en la Argentina en un par de cartas; la primera respondida con una lavativa, la segunda con el silencio. 

Vuelvo al tema del servicio y repito lo que escribí hace tiempo en mi libro “La Universidad ayer hoy y mañana”, Nueva Hispanidad Académica, Buenos Aires, 2001 y folia universitaria, Guadalajara, Jalisco, Méjico 2007): La Universidad es un servicio, entre los muchos que jalonan la vida de los hombres, desde los más humildes, pero honestos y necesarios, hasta el más augusto, el del “siervo de los siervos de Dios”.

La Universidad debería prestar un servicio importante al pueblo que la nutre, reconocido ya en los tiempos fundacionales por las Partidas de Alfonso el Sabio: “porque de los omes sabios, los omes e las tierras e los reynos se aprouechan e se guardan e se guian por el consejo de ellos” (Segunda Partida, título XXXI).

La Universidad imprime carácter indeleble a sus miembros vivos, que no son todos los cursantes ni los graduados. El universitario debe usar bien su preeminencia social y no defraudar la confianza de lo demás, que es lo que hacen quienes niegan el servicio y persiguen el negocio.

La Universidad seguirá viviendo como tal en la medida en la cual siga buscando la verdad bajo modo de saber y recupere la alegría de enseñar y la alegría de estudiar, para servir mejor al país que la nutre.

Buenos Aires, octubre 15 de 2024.                                                          Bernardino Montejano     

 

Comentarios
4 comentarios en “ME SALVÉ DE UN “HURTO”, ODONTOLÓGICO
  1. Bernardino, creo que la odontóloga que le hizo ese comentario, tal vez fue desconsiderada, pero tal vez, tenga razón en lo que dice. Su cardiólogo de cabecera, debería haberse ocupado de su salud dental, ya que somos una unidad y los infartos, están muchas veces, íntimamente relacionados con la boca. también lo está el cáncer de mama y con los problemas cognitivos. si le interesa ésta información, se la mando.
    En fin, sólo quería comentarle ésto. saludos¡¡

  2. Bernardino, pues enhorabuena porque de la lectura de este artículo aprecio que gracias a Dios se le ha pasado el dolor de muelas y se mantiene el efecto de los Whiskies que ha tomado…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *