Es de un sacerdote argentino del que todo lo que sé es bueno.
El otro Carlos Tévez;
el de la Salada.
En estos días se habla muchísimo del popular jugador de Boca, Carlitos Tévez; de su fastuoso casamiento, que durará tres días, y de su pase al fútbol chino, que podría reportarle nada menos que ochenta millones de dólares, en dos años. Muy lejos de esa ¿realidad? mediática y bochinchera está el otro Carlos Tévez, el de la Salada; el de esa zona del conurbano donde la realidad golpea a cada minuto, y que solo trepa a los medios, casi con exclusividad, en las notas policiales.
En realidad, su apellido es Teves, con ese final. Pero esa no es la única diferencia que tiene con el astro futbolístico. Es Sacerdote, perteneciente a los Franciscanos de la Inmaculada; filipino y un verdadero apóstol entre los más desfavorecidos… Allí donde la pobreza, la indigencia, la exclusión, la droga, la violencia y la promiscuidad constituyen un verdadero cóctel explosivo; que estalla a cada momento…
Con 35 años es un poco más grande que el “Apache”. Aunque su rostro siempre sonriente, y su amabilidad con todos, lo tornan mucho más joven. Nacido en una familia de buen pasar económico, dejó todo por Cristo. O, mejor dicho, decidió ser solo de Aquel que no quita nada, y lo da todo.
Luego de su formación y primeras misiones en Italia y Francia, llegó a nuestro país hace unos años. E integra la comunidad religiosa que atiende la parroquia “Nuestra Señora de la Guardia”, en el barrio Sarmiento, de San Justo.
Misiona entre argentinos y, mayoritariamente, entre inmigrantes peruanos, bolivianos y paraguayos. Y, con ellos, y para ellos, realiza la mayor obra social que un Sacerdote puede realizar: salvar las almas, santificándolas; y darle, así, gloria a Dios. Y, para eso, va en busca de los enfermos, de los marginados, de los que no tienen capacitación laboral, de los chicos huérfanos, con padres vivos; de todos aquellos que van quedando al costado del camino… Y que, por lo tanto, son fáciles víctimas de las sectas, de los explotadores de turno, y de los mercenarios de tiempo completo…
Obviamente, no participa de casamientos inundados de derroche. Muchas bodas que celebra son de fieles pobrísimos; que festejan, luego del sacramento, en los salones parroquiales, gracias a su generosidad, y a la de quienes aportan comida “a la canasta”.
Sus dificultades con el español lo hacen de pocas palabras. Pero, cada una de ellas, habla de un corazón enamorado del Señor; por quien no ahorra ningún sacrificio. También, como Tévez, está rodeado de mujeres. Pero, obviamente, su único interés es llevarlas a Cristo…
Con voto de pobreza, como todo religioso, sabe perfectamente Quién es su riqueza. No necesita de billeteras copiosas, ni de shows mediáticos, ni de publicidades de yogures para enriquecerse. Cautiva, precisamente, por su austeridad, por su desprendimiento; por mostrarse libre de toda atadura.
A diferencia de Tévez, que salió del barrio “Ejército de los Andes” (“Fuerte Apache”), en el conurbano, hasta llegar a la millonaria China; el religioso vino desde Filipinas, cerca de China, a una no menos marginal zona del Gran Buenos Aires. Uno tiene entre sus manos, millones; el otro las cuentas del Rosario. Uno es conocido y admirado –insólitamente-, además del fútbol, por su lamentable inglés, su afición a la cumbia, y por sus amoríos. El otro es absolutamente desconocido por el gran público; y, por supuesto, jamás firmará ningún autógrafo.
¿Existen solo diferencias abismales entre un Tévez y el otro? Una gran coincidencia los une: ser hijos de Dios, por el Bautismo. Y, por esa condición, ambos están llamados a la herencia eterna en el Cielo. Llegar a la meta dependerá, por supuesto, de la gracia de Dios; y de la manera en que ellos respondan a la misma.
En estas horas, en que el boquense bailotea bajo una lluvia de millones; y en que, lamentablemente, la Iglesia y la sociedad se han visto conmovidas por los escándalos de pedofilia de algunos sacerdotes, me pareció necesario hablar de este otro “Tévez”. No porque él lo necesite ni lo busque –me atrevo a decir que, en su timidez y bajo perfil, se sentirá abrumado por estas líneas-; sino porque yo lo necesitaba. Y porque lo necesitan millones de católicos y no católicos. Para comprender que, por encima de minoritarias y absolutamente condenables depravaciones de hijos de la Iglesia, ella resplandece en la lucha sostenida y perseverante de la santidad, en la mayoría de sus miembros. Aunque ello no haga rating en los medios. Y el mundo, el demonio y la carne, los tres enemigos del alma, se encarguen sistemáticamente de negarlo…
+ Padre Christian VIÑA La Plata, 16 de diciembre de 2016.
Viernes de la tercera semana de Adviento.
Excelente.
Que te fumaste
Cum Laude, de verdad. hacía falta un artículo así. Ojalá el Carlos Tevez famoso alcance la buena fama ante Dios, la duradera; la otra es efímera. Ojalá no acabe necesitando la asistencia de su omónimo filipino. Un abrazo a los tres.