Me dicen de Argentina

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Tras la amplia difusión, en distintos portales, sobre los buenos obispos «misericordiados» desde 2013, se preguntan en Argentina si el próximo en sufrir la purga francisquista será el Obispo de Puerto Iguazú, Mons. Nicolás Baisi; que está padeciendo una «visita apostólica», por supuesto, bien «fraterna».

     Al respecto, un veterano curial de Buenos Aires dijo que, evidentemente, «Francisco se sirve de Baisi para pegarle un tiro por elevación a Aguer; quien lo conoce desde sus 14 años, y lo tuvo primero en el colegio del que fue capellán, luego en el Seminario de San Miguel, y a continuación como obispo auxiliar de La Plata. Baisi es un hijo dilecto de Aguer y, por lo tanto, la furia francisquista busca matar a dos pájaros de un tiro. El Papa está indignado porque en su país, un candidato que lo insultó reiteradamente sacó el 56 % de los votos para presidente. Lo que demuestra no solo la nula influencia de Francisco y de sus obispos falderos (la abrumadora mayoría del chato y obsecuente episcopado argentino), sino también que no pocos terminaron votando por Milei, contra el Papa, y sus alcahuetes. Por eso, no descansará hasta donde le dé el cuero en pasar viejas facturas. También hará lo imposible para demostrar, de ese modo, que él sigue teniendo poder».
     En Puerto Iguazú aseguran, en tanto, que Baisi está tranquilo; porque no tiene nada que ocultar, su diócesis crece en vocaciones al sacerdocio, y la obra misionera y evangelizadora en la zona donde estuvieron los jesuitas hace más de cuatro siglos, se enriquece también en fervor con la llegada y el fortalecimiento de congregaciones religiosas. Pero eso es, precisamente, lo que el actual Vaticano detesta; por considerarlo «proselitismo». Baisi es un buen obispo; y no dudó en recordarle a la cúpula del Episcopado la grave situación de la Iglesia argentina motivada, entre otras causas, por la gravísima falta de sacerdotes. Además está siendo víctima del progresismo residual en su diócesis; que viene del ya fallecido obispo jesuita español Joaquín Piña, aliado político de Bergoglio.
     Un alto prelado, próximo a ser emérito, que conoce a Mons. Aguer desde hace casi sesenta años, comentó: «Creo que el Papa se está equivocando. No solo porque Mons. Baisi está haciendo bien las cosas, sino también porque pretender callarlo a Aguer es imposible. Desde el seminario, jamás se guardó nada. Siempre habló sin pelos en la lengua; mucho más aún como emérito. Si lo «misericordea» a Baisi el Papa hará de éste un nuevo confesor de la fe, como el Cardenal Burke, o Mons. Strickland; y logrará, también, que Aguer redoble su apuesta, y denuncie aún con más fuerza la deriva actual de la Iglesia».
    Desde 2013, con distintas jugarretas canónicas, intrigas, caprichos, y antojos de diverso tipo, Francisco misericordió pocos días después de los 75 años o, incluso, mucho tiempo antes de esa edad, a los siguientes obispos argentinos: Sarlinga, Mollaghan, Zecca, Aguer, Martínez Perea, Frassia, y Taussig; todos ellos considerados «conservadores».
Comentarios
2 comentarios en “Me dicen de Argentina
  1. Estoy en absoluto desacuerdo en incluir entre los obispos conservadores a Zecca y Taussig. El primero fue un miserable que llegó a la UCA con una misión destruir la construcción de Derisi y eliminar lo que quedaba de la herencia de los Cursos de Cultura Católica; un cobarde que comentaba en el bar de bar de Avelino: «Montejano habla mal de mí y yo no le hice nada»; esto es verdad, yo hablaba muy mal de él pero fue incapaz de llamarme para preguntar ¿por qué habla mal de mí? Por eso cuando tuvo que renunciar en Tucumán escribí una nota expresando mi alegría; respecto al segundo, fue un traidor, que renegó de lo que había sido. Obsecuente de la democracia, hizo la apología pública de los Kirchner, amenazó con excomulgar a Antonio Caponnetto, trató en forma despótica a sus sacerdotes, prohibió recibir la comunión en la boca, enloqueció a los seminaristas del Verbo Encarnado con exigencias absurdas, maltrató a P. González Guerrico a quien había llamado para dirigir su Seminario, para al final cerrarlo. Un travesti de la política eclesiástica. Otro miserable.

  2. Estoy en absoluto desacuerdo en incluir entre los obispos consrrvadores a Zecca y Taussig. El primero fue un miserable que llegó a la UCA con una misión destruir la construcción de Derisi y eliminar lo que quedaba de la herencia de los Cursos de Cultura Católica; un cobarde que comentaba en el bar de bar de Avelino: «Montejano habla mal de mí y yo no le hice nada»; esto es verdad, yo hablaba muy mal de él pero fue incapaz de llamarme para preguntar ¿por qué habla mal de mí? Por eso cuando tuvo que renunciar en Tucumán escribí una nota expresando mi alegría; respecto al segundo, fue un traidor, que renegó de lo que había sido. Obsecuente de la democracia, hizo la apología pública de los Kirchner, amenazó con excomulgar a Antonio Caponnetto, trató en forma despótica a sus sacerdotes, prohibió recibir la comunión en la boca, enloqueció a los seminaristas del Verbo Encarnado con exigencias absurdas, maltrató a P. González Guerrico a quien había llamado para dirigir su Seminario, para al final cerrarlo. Un travesti de la política eclesiástica. Otro miserable.

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