A días de su llegada a Chile su popularidad ha caído en picado según la encuesta que he acabado de leer. Todos sabemos que las encuestas se equivocan muchas veces y que otras favorecen a quienes las pagan. Pero todas alguna tendencia suelen marcar. ¿Ésta, ninguna creíble? Me cuesta trabajo creerlo.
http://www.emol.com/noticias/Nacional/2018/01/08/890265/Encuesta-revela-caida-en-la-imagen-positiva-del-Papa-a-una-semana-de-su-visita.html
¿Va a ser Francisco el Papa de una soledad anunciada? ¿Qué nada interese a los que no son suyos ni a los suyos? ¿Le tocará experimentar que se ha quedado sin suyos? ¿O que ha echado a los suyos sin haber incorporado a nadie?
Repito que no tengo idea del acierto de esa encuesta. Pero como lo tuviere era como para que Francisco se duchara de una vez de Truchos, Orondos, Kaspers, Danneels, Marx y demás comparsa que ya ve a donde le llevan.
¿Es que no han empeorado Egipto (situación de los coptos), Bolivia (actual persecución religiosa de Evo), Colombia (desvergüenza creciente de Santos y las candidaturas FARC) o la República Centroafricana (recrudecimiento de la violencia de los musulmanes Seleka) desde que los visitó el cortejo de Francisco (con el Padre Ángel de jet escoba)…?
¿Qué esperas ahora?
Fray Isaiah Beiter OP
09 de Enero de 2018
¿Qué esperas ahora? El Adviento nos dio un tiempo para esperar algo. Y luego, la espera terminó y lo celebramos. ¿Qué esperamos y qué celebramos ahora?
Te oigo gritar: «¡La Navidad, bobo!» «¡Qué pregunta tan pedante!»
Pero, aunque es posible que sepas académicamente a qué nos prepara el Adviento, ¿Podrías decir en qué te ha preparado? ¿Obtuviste lo que estabas esperando, o todo ha vuelto a la normalidad, al igual que la Iglesia, cuando vueve a utilizar el color verde a partir de hoy?
El ciclo anual nos muestra, una y otra vez, los misterios salvíficos de la vida de Cristo. Es necesario aplicarnos, observar con atención, preparar y recapitular, leer, recordar, meditar, orar. Me gustaría proponerte aquí una forma de recapitular, un modo de ver lo que significa la Navidad ahora que ha concluido.
Isaías es el profeta del Adviento. Y eso es porque nos narra con seis siglos de antelación, la venida de Cristo. Proclama la misericordia de Dios, pero también nos recuerda cuánto necesitamos de Él. Así que al comienzo de su libro, nos ofrece un poderoso discurso sobre la pecaminosidad del pueblo de la vieja alianza, sobre cuán enfermos están a causa de sus pecados. Valga este breve fragmento:
«¡Ay, gente pecadora, pueblo tarado de culpa. semilla de malvados, hijos de perdición! Han dejado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han vuelto de espaldas. ¿En dónde golpearos ya, si seguís contumaces? La cabeza toda está enferma, toda entraña doliente. De la planta del pie a la cabeza no hay en él cosa sana: golpes, magulladuras y heridas frescas, ni cerradas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.» (Is, 1, 4-6)
Ciertamente se describe es algo desagradable, y la medicina puede parecer pasada de moda, pero el mensaje es claro: ¿Por qué te rebelas aún contra Dios?
¡Estás muy enfermo y no haces más que empeorar! Necesitas a Alguien que vende tus heridas y las suavice con el aceite. ¡Necesitas un médico!
Eso es lo que esperamos en el Adviento: Un médico. Y eso es lo que se nos da en la Navidad. El Adviento es un tiempo de penitencia y de color morado (como nuestras heridas).
Recordamos nuestra esclavitud respecto al pecado, nuestra enfermedad, esperando que Alguien venga y nos ofrezca la salud y nos libere para amar y adorar a Dios. Y eso es lo que viene a nosotros en la Navidad: Jesucristo, el Médico Redentor del alma.
Presta atención al ver que Jesús en la parábola del Buen Samaritano emplea la imagen de Isaías. Cuando el buen samaritano tiene compasión del hombre herido, «venda sus heridas, derramando aceite y vino.»
Los Padres de la Iglesia entendieron que este samaritano representa a Jesús, Que viene a nosotros cuando necesitamos desesperadamente Su ayuda.
Recuerda lo que el samaritano hizo a continuación: «Lo puso sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada, y lo cuidó.»
Jesús nos lleva a la Iglesia como el lugar adecuado para recomponernos, para recuperar las fuerzas y poder proseguir el camino.
Así te encuentras ahora. Pero, ha venido Jesús. En el Bautismo, venda las heridas de nuestro pecado y nos pone en el camino de la salvación.
Nos lleva a la Iglesia, donde recibimos el alimento de la gracia y nos sana en la Confesión cuando recaemos en la enfermedad. Y además se nos da como viático para fortalecernos en el viaje final.
Ahora, tras el Adviento y la Navidad, estás en la posada. Escucha a Jesús. Síguele, ve a Él en la Confesión y la Eucaristía, y Él te curará. Una vez, dos y siempre.
Al papa no se le perdió nada en Chile: otro puñetero viaje turístico.Que evangelicen los curas y las monjas; él, en Roma, atendiendo a los asuntos de una Iglesia que se desmorona y tomando medidas de una vez.¿Q quiere que se le caiga encima la cúpula de San Pedro, harta de tanto excremento de palomas cardenalicias y episco-papales?