Que ha quedado tocado y hundido.
E incapacitado para el ejercicio episcopal. Todo cuanto haga llevará la losa de su incalificable conducta. Aunque no me he expresadp bien con lo de incalificable porque Blanco vaya si la calificó.y con muy notable dureza.
Si Satué parecía imposible para Barcelona, él mismo magnificó esa lmposibilidad. Si era cierto que fuese el candidto de Omella para sucederle ello solo acreditaría la absoluta incapacidad del cardenal para el ejercicio episcopal. Al más incapaz le sería evidente que con Satué no se puede contar para nada. Salvo que por conocer sobradamente sus propias y tan señaladas carencias, piense que cualquier inútil, como Satué, sea su mejor sucesor. Aunque parezca evidente que con él nadie echaría de menos a Omella.
También el quererse cargar al Opus Dei cton tan mediocrísimos ejecutores
Primero: ojalá monseñor Omella siga en su puesto hasta los ochenta o, al menos, hasta que haya un nuevo pontífice. Segundo: no parece lógica su sustitución, que condicionaría al nuevo papa. Tercero: Satué es pésimo y, para colmo, muy joven; su mandato duraría cerca de veinte años, los suficientes para dejar Barcelona peor aún que Gerona. Cuarto: la Iglesia tiene un excesivo número de purpurados y bastantes de ellos de edad inferior a los 65 años, lo que constituye una losa insoportable para el futuro. Quinto: el nuevo pontífice debe tomar tres medidas «ipso facto», a saber, no conceder capelos a menores de 65 años, retrasar la jubilación de los purpurados a los 80 y no dar nunca una púrpura para una diócesis o cargo que ya tenga votante (a fin de impedir casos escandalosos como Madrid, Toronto o Santiago de Chile).