Ahora en la catedral de Ibiza.
El autor es un joven español de 23 años. Hace falta ser muy cretino para que le indignen los nombres de unos asesinados hace… 81 años. Cuando seguramente ni habían nacido sus padres. O estar muy envenenado. Diría mejor autoenvenenado que es otra cretinez.
Supongo que el susto ya se lo han dado y si le reclaman la reparación de los daños causados, además de los antecedentes penales que si no le llevan a la cárcel los tendrá como espada de Damocles sobre su cabeza si incurriera en otro delito, igual se da cuenta de que es un auténtico gilipollas.
Incluso los responsables en la isla de una asociación por la Memoria Histórica han recriminado el acto.
Ojalá no nos acostumbremos a esto: odio a la fe, violencia y mentira generalizada. Es la política dominante en España agravada desde tiempos del segundo presidente socialista que hemos padecido. Obligado resistirse y combatirla para evitar males aún mayores.
Lector, no te pierdas en anécdotas, aunque puedan ser muchas, y remóntate a la categoría. Ojalá fuera una fijación personal mía. El enemigo está muy dentro de la Iglesia y muy arriba. Desde dentro se desde donde se puede demoler la Iglesia y así se está haciendo a un ritmo increíble, al que nos vamos acostumbrando, como la rana; los de fuera hasta nos ayudan a unirnos más. Hoy día, como profetizó Pablo VI, el pensamiento no católico es ya mayoritario dentro de la Iglesia y se ha hecho con la cabeza. Basta tener los ojos abiertos.
«Cuando seguramente ni habían nacido sus padres. O estar muy envenenado. Diría mejor autoenvenenado que es otra cretinez.» ¿Autoenvenenado? ¡Vaya olfato sociológico! Este chico es un genuino producto del sistema educativo de nuestras aulas. Más aún, para nada me sorprendería que este chico haya recibido «educación» en un colegio «religioso». Y aunque no sea el caso, doy fe del grado de alejamiento, incluso cierto odio, hacia la Iglesia, de los alumnos que salen de estos colegios, de los público ya ni hablemos.
Echenique, déjese ya de fijaciones cansinas. El poder desalentador que tienen todos estos atentados contra la verdadera «Memoria» y los espacios sagrados, y que incluso estos grupos criminales califican de cívicos, democráticos y «pacíficos» (sic) es muy grande. Y la izquierda lo sabe y va cada día profundizando más en ellos.
Los segundos son infinitamente más dañinos.
Unos hacen las pintadas en las catedrales, otros en la Familiaris Consortio y la Veritatis Splendor, vestidos de blanco.