MALAGAMBA… MALGAMBETTI
En nuestro lunfardo cotidiano, ante algo que nos sale mal o ante alguna dificultad inesperada, exclamamos ¡Malagamba! Y como la lengua nace, vive, se desarrolla y también muere en sus expresiones cotidianas y no en el impuesto “lenguaje inclusivo”, propongo que, desde hoy, agreguemos al ¡Malagamba! un ¡Malgambetti!, porque bien se lo merece este cardenal, designado por Francisco y que hoy gobierna en Roma, y a quien busca con sus gestos, alabarlo, hasta en sus desmesuras.
El cardenal Gambetti se enrola en una larga lista de adulones, lisonjeros y chupamedias, mal considerados desde la antigüedad. Así, Bías, uno de los siete sabios de Grecia a la pregunta: ¿cuál es el peor de los animales? respondió sin dudar: “de los salvajes el tirano, de los domésticos, el adulón”.
Pero, además, es muy acertado lo que aporta Platón: tiranos y adulones se vinculan, porque los primeros hacen lo contrario de los médicos, al eliminar lo mejor de su alrededor y rodearse de lo peor; así lo ha hecho el papa Francisco al eliminar a los cardenales Sarah, Pell, Müller, Burke, Ladaria y convocar a Roche, el “Trucho” Fernández “mimoso”, al obispo Sánchez “Porongo” y a Gambetti, entre otros obsecuentes.
Al intentar Francisco acabar con la forma extraordinaria del rito romano e imponerle severas limitaciones, Gambetti lo prohibió en la Basílica de San Pedro y además suprimió las misas individuales, obligando de hecho a los sacerdotes a concelebrar.
Ahora, ante la conmoción provocada por Fiducia, va más allá de la autorización para bendecir individuos unidos en parejas sodomíticas, determina que, en San Pedro, ellas serán bendecidas.
Triste el papel de Gambetti, similar al de algunos prelados argentinos zalameros, melosos, lameculos, que fueron usados y después descartados.
Santo Tomás estudia a la adulación como vicio opuesto a la virtud de la afabilidad por exceso. Esta virtud, anexa a la justicia buscar agradar, pero bajo la guía de la prudencia, jamás persigue honrar al error, al mal, al vicio.
En cambio, la adulación es pecado, aunque según San Agustín, cuando se intenta “adular a cualquier superior por placer o por interés”, no es tan grave.
Pero aquí en la Argentina, tenemos el caso de un conocido adulón, además travesti de la política, nacido a la vida pública en la cátedra de Doctrina Social de la Iglesia de la UCA, quien con motivo de la publicación de un artículo en “Verbo” me escribió: “Para mi querido y admirado maestro, con el orgullo de ser integrante de su cátedra y saber que aún me queda mucho que aprender a su lado” (nro. 253, junio de 1985). Pasó un tiempo y la cátedra pasó a 4° año, y los hechos probaron la mentirosa promesa del decano di Pietro: de la quincena de integrantes fueron convocados dos: Ferrari y Verdera. El panqueque había cambiado de bandera y de sujetos a quienes adular y halagar.
Pero entró en política y fue elegido diputado por una lista opositora al kirchnerismo; sin embargo, antes del término de su mandato ya era designado en 2013 asesor general de gobierno por el kirchnerista Scioli; elegida María Eugenia Vidal, en 2016 fue designado ministro de justicia, por la gobernadora anti kirchnerista; en 2019 fue designado asesor por Rodríguez Larrata. Trepador, adulón, es la casta encarnada, que debemos extirpar para que la Argentina progrese.
El adulón, ya incluido por Bías en el campo de los animales domésticos, es siempre despreciable, pero lo es más aún, cuando comparamos a Gambetti con otros cardenales de tiempos bastante próximos, como van Thuan, Stepinac, Mindszenty, Faulhaber y todavía más, como Pell, Caffarra, o actuales como el mexicano Sandoval Iñíguez o el chino Zen, que brillaron o brillan por su fe, su valor, su resistencia al mal y a la injusticia; todos ellos figuras ejemplares.
Que Dios nos ayude y que el Colegio Cardenalicio, sean escasos los adulones, conspiradores y alcahuetes y numerosos los hombres plenos, en quienes se encarnen las virtudes naturales y sobrenaturales.
Buenos Aires, enero 17 de 2024.
Bernardino Montejano
Creo que se le olvida DON GUIRLANDONE, un mafioso con zapatos de dos colores.