El acreditado vaticanista italiano deja al cardenal irlandés-norteamericano en el lugar que le corresponde: la vergüenza. Bien por encubrir historias impresentables por asquerosas que se daban ante sus ojos o por ser tan bobo que ni se enteraba de lo manifiesto. Por lo uno o por lo otro no se merece ni el cardenalato ni mucho menos presidir el dicasterio de Laicos, Familia y Vida que Francisco le encomendó después de haberle hecho cardenal.
Aunque el Papa actual sea ajeno a todo lo de McCarrick salvo lo de privarle del cardenalato en lo que merece todos los parabienes. Aunque de momento tenga tan malparada a la falsísima tolerancia cero.
Farrell, y alguno más, son una vergüenza estén donde estén. Y no por el Magister dixit sino por el Farrell fecit. O non fecit.
Uno puede aceptar sin problemas la contaminación de lo que el cura Karadima tocó, en cualquiera de los sentidos de la palabra tocar. ¿Pero lo intolerable en un simple cura vale en un obispo y cardenal? Pues Farrell está «tocado». Mucho. Lo suyo parecen ser las tragaderas. Antes y después del cardenalato. Porque está visto que este traga con lo que sea siempre que le valga para medrar.
Pues menos mal que en este pontificado todo iba a cambiar y se veía luz sobre el asunto y tolerancia cero. Que si dijo a Mahony salga de aquí rápidamente de la basílica de Santa María la Mayor, que si existía el loby gay en el Vaticano etc. Que si una comisión de víctimas de pederastia etc. Medidas un tanto demagógicas pero hechos pocos. Quitar el capelo a un anciano que ni puede entrar en Cónclave, ni tiene diócesis efectiva porque es emérito pues es un signo pero poco más y como a remolque porque se sabría a voces que tenía conductas depravadas.
Ahora cabe la duda razonable si a los que promocionó los promocionó por eso, o no se enteraron o hacen que no se enteraron que es lo más seguro.
Es curioso que todo esto se da sobre todo en prelados de una progresía pero a la vez de una exquisitez y un nivel de vida que ni le cuento y que mire tienen tanto poder que hablan con Papas como quien habla con el vecino del quinto, promocionan a unos, otros les deben favores etc y en el fondo es que han dejado de creer en Dios, así de simple y sencilla es la explicación. Por eso buscan su justificación en la vida en otras cosas bien fuera de los asuntos de Fe y en un supuesto humanismo que ni ellos practican.
Muy curioso también que en un pontificado donde el carrierismo es supuestamente tan mal visto y denostado desde el número uno sean todos los carreristas de peor estopa los que han sido nombrados para todo, desde luego que los nombramientos no han podido ser más desastrosos con mucha reforma de Curia o sin ella y mucho nuevo Dicasterio que se ha erigido para nada.
Es lo que tiene que el que mucho habla mucho yerra y luego queda en la hemeroteca que es un espejo poco amable.
En honor a la verdad decir que el único que hizo algo contra esta lacra y vergüenza de la pederastia dentro de la Iglesia fue Benedicto XVI y por eso mismo está donde está pues le hicieron la vida imposible y renunció. Fue el verdadero barrendero de Dios ya mayor y sin fuerzas para llevar a cabo una labor colosal, por eso le provocaron un golpe de Estado y una gran conspiración, que todos sabemos como se titula y que además ha sido reconocida por el famoso cardenal belga entre otras lindezas que deberían costarle el capelo como al de USA. pero cómo vamos a luchar contra esta lacra si en el fondo le debe el cargo.
¿Va a quedar alguien limpio del Colegio Cardenalicio que sea elegible en Cónclave? seguro que hay pero de los más famosos e influyentes cardenales están quedando a la altura del betún y que casualidad que son los más premiados y beneficiados.
No tiene importancia, don Francisco, pero es al revés. El hasta entonces obispos de Dallas fue nombrado Prefecto el 15-8-2016 (pero Bolletino de 17-8-2016) y creado cardenal el 19-11-2016.
Con sus actitudes, Cupich, Tobin y Farrell se autoexcluyen de la carrera sucesoria, excelente noticia para la Iglesia.
Yo creo que nunca estuvieron en la «carrera sucesoria».