Un amigo me envía la siguiente cita:
“Hitler mandó proclamar fiesta nacional en Alemania la fecha conmemorativa del 31 de octubre de 1517, cuando el fraile agustino rebelde fijó, en las puertas de la iglesia de Wittenberg, las famosas 95 proposiciones contra la supremacia y las doctrinas pontificias” (Funck-Brentano, “Luther”, Grasset, París, 1934, séptima edición, pág. 272).
No he leído la obra de Funck-Brentano pr lo que sólo me atengo a lo que me llega. Que supongo estará en el libro citado. Si no lo estuviera mi amigo habría sido sorprendido en su buena fe como yo.
También es un hecho que Hitler tuvo mucha más votación en la Alemania protestante que en la católica.
Me parecen impresentables ambos. Como para conmemorar algo de cualquiera de los dos.
En los Estados Unidos ya se estudia a Hitler sin apasionamiento, hay la libertad de hacerlo. Me reitero en lo dicho. Ajo y agua, chiquitos.
Nota de F. de la C.: Lo que ha dicho ya no lo sabe nadie porque se lo he borrado. Así que usted se reitera en la nasa. Sin ajo y agua que valgan. Como vuelva usted a poner un elogio de ese monstruo que fue Hitler le borro para siempre. Yo estoy absolutamente con von Stauffenberg,católico sin la menor duda, y sólo lamento que su atentado, justificadísimo, no tuviera éxito.
Pues buscando, me sale el artículo que trae la cita: http://www.pliniocorreadeoliveira.info/ES_19831227_LuteroNoyNo.htm#.WKhcCxhDmL-
Y en el mismo otra perlita de Lutero:
“Cristo —dice Lutero— cometió adulterio por primera vez con la mujer de la fuente de quien nos habla San Juan. ¿No se murmuraba en torno a El: «¿Qué hizo, entonces, con ella?»? Después, con Magdalena; enseguida, con la mujer adúltera, que El absolvió tan livianamente. Así, Cristo, tan piadoso, también tuvo que fornicar antes de morir” (“Propos de table”, núm. 1472, ed. de Weimar II, 107 – cfr. op. cit., pág. 235).
Suscribo de cabo a rabo el comentario de Domini Canis excepto en el empeño de lis sionistas de hacer de Alemania un país agrícola, que no comparto pues Alemania ha sido y es la locomotora tecnológica e industrial de Europa.
Si los sionistas apoyados por los masones se hubieran empeñado en convertir Alemania en un inmenso campo de cultivo, los alemanes no ocuparían la posición que ocupan.
En cuanto al apoyo de Hitler e incluso Mussolini a Franco, quién lo niega? Yo no. Lo que sí afirmo es que dicho apoyo no tuvo comparación con el que ingleses, franceses y resto de la escoria europea mandaron para apoyar a los rojos tanto en hombres: brigadas internacionales como en medios. Y ya lo de los bolcheviques fue tremendo: Bien se lo cobraron rapiñando el oro del Banco de España que se llevaron a Moscú.
Franco le devolvió el favor a Hitler con la Brigada Azul y con la condicjón inexcusable de sólo combatir a los asesinos bolcheviques.
Pero no se deben olvidar dos cosas:
1) Franco consiguió mantener a España neutral durante la guerra, de haber entrado como Hitler pretendía, ahora España sería un erial.
2) Franco y su régimen permitieron escapar a varios cientos de miles de perseguidos por el régimen nazi, entre ellos miles de judíos.
Capeto: Loas a Hitler aquí, ni una. Que uno de los personajes más abyectos de la historia haya ayudado a la España nacional no le priva de su abyección.
Se sabe que Hitler tenía un odio furibundo hacia el catolicismo en especial, y hacia el cristianismo en general. Los consideraba invenciones de judíos. en concreto, juzgaba que el cristianismo era un invento de S. Pablo. En su verborreicas conversaciones de sobremesa -todo un modelo de educación y de buenas maneras si las comparamos con otras célebres conversaciones también de sobremesa: las de ese soberbio Lutero-, anunciaba que cuando ganase la guerra, el asunto del que se iba a ocupar personalmente, era «solucionar» el problema del cristianismo.
En cuanto a nazis y militares católicos, los hubo, y que sirvieron con sinceridad al Führer, creyendo que no había nada malo en ello. No estaban al tanto de todos los entresijos de la ideología ns, ni de sus planes diabólicos. Quiero destacar a un gran general, de la Luftwaffe para ser más concreto, el mariscal de campo Kesselring, que ordenó salvar los tesoros de la Abadía benedictina de MOnte Cassino antes de que fuese bombardeada criminalmente por los aliados, sin que tuviese la más mínima importancia estratégica la ubicación de dicho cenobio. Ese crimen de lesa humanidad jamás será llevado al cine, como tantas otras cosas: lso criminales bombardeos aliados sobre la población civil alemana, los malos tratos inferidos a dicha población una vez que Alemania fue ocupada por los aliados, los malos tratos a prisioneros alemanes, el plan judío de convertir a Alemania en un pueblo de agricultores y ganaderos (el famoso Plan MOrgenthau), etc.
No, eso jamás lo veremos en una peli Made in Hollywood. Sólo veremos por enésima vez lo malos que eran los alemanes.
Es que para apostatar no es preciso una formalidad explícita, como presentar un documento en tu parroquia. Para apostatar lo único necesario es apartarse de la Iglesia y de su doctrina. NI siquiera es necesario ingresar en otra religión.
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Hitler tenía de católico lo que yo tengo de chino, homosexual y zurdito (todo simultáneamente). Que fue bautizado y confirmado, sí. Pero desde muy joven. quizás desde poco antes de la Gran Guerra, ya había apostatado de la religión verdadera y se había introducido en grupos esotéricos y ocultistas. Esa afición al esoterismo y ocultismo la mantendrá hasta el final.
Esto es un hombre que se compra el mejor equipo de tenis, se federa, se apunta al mejor club de tenis y en su vida juega un partido de tenis y además cuando se cruza con los mejores jugadores de tenis les arresta, encarcela y mata.
Padre Canali: De veras usted considera que ese individuo es de hecho jugador de tenis?
Lapsus: Lutero
Libre: Hitler fue bautizado en la religión católica, recibió la comunión y la confirmación en la misma. Nunca apostató oficialmente de la fe en la que creció.
Sin embargo, de sus conversaciones privadas y de ciertas acitudes de gobierno, se desprende que era un furioso anticristiano.
Con la Iglesia Católica patrocinó junto con el Cardenal Pacelli, el concordato de 1933, aceptado a regañadientes por Pío XI. Sigue vigente en la actualidad y es el más antiguo y fructífero de los concordatos.
Alemania desde el luteranismo está dividida en mitad católicos, mitad protestantes. Hitler asumió esto pragmáticamente y por eso nombró Obispo del Reich, al clérigo protestante Müller. Ciertamente en ello contribuyó el hecho de encontrar mayor docilidad entre los protestantes, pues era consciente de que en el Papa Pío XII tenía un adversario declarado, cuya magnitud en su labor de oposición, no conoció hasta casi el final de la Segunda Guerra, lo que le produjo una profunda crisis depresiva.
Hitler ha sido un azote para los elementales principios de la humanidad y la civilización, como lo fue Stalin, pero no veo ninguna relación con Luetro.
Si declaró fiesta nacional, el día de las tesis luteranas, fue para congraciarse con las mitas de la población, que era, y es protestante.
¿Hubo católicos en alguno de los gabinetes de Hitler? Los únicos que se opusieron a la locura nacionalsocialista fue el cardenal von Gallen, el nuncio apostólico en Alemania, cardenal Pacelli, y algunos más. El resto, sin aprobar el asesinato pero sí las políticas de marginación racial, también se sumaron al «ein Volk, ein Reich, ein Führer». El nacionalismo es así de castrante. Todo, por supuesto, dentro de un clima de complicidad y camaradería.
¿Es comparable el genocidio nazi con la práctica del aborto? Apenas hay diferencias. Sólo ha cambiado el chivo expiatorio. Que lo primero que escuche una embarazada cuando acude a un hospital sea una propuesta de aborto lo dice todo. Ya no se persigue al judío, ahora se persigue al matrimonio que desea tener hijos. Pero no sería así si antes no hubiese habido toda una campaña orquestada de silencio sobre su importancia y una exageración, hasta el paroxismo, por el número de hijos que la pareja desea tener.
Sr. Simplicio:
Aquí sí ha resbalado.
Hitler no era católico, coqueteó con la Religión católica y con otras muchas sectas y ninguna encajaba con lo que él necesitaba: fidelidad fanática.
Aparte de beber de tradiciones druídicas que le venín bien para afirmar la superioridad de la raza aria se chifló del todo con las chaladuras exotéricas, así que de católico nada.
Dado el calado de este post, el comentario que me dispongo a insertar parece menor, pero no lo es:
Cuando los luteranos alemanes se sumaron al movimiento nazi con el lema:
Alemania es nuestra misión, Cristo nuestra fuerza.
No creo que fueran conscientes de que Cristo nació judío, con rasgos semíticos, que hablaba arameo, que recitaba la Torá y que casi seguro fue circuncidado al poco de nacer.
Así que si Cristo se hubiera hecho presente como hombre entre estos luteranos le habrían denunciado a la Gestapo y habría sido enviado a un campo de concentración como elemento antisocial.
Destino que siguieron muchísimos católicos sin ser de etnia judía como S. Maximiliano María Kolbe.
Hitler era católico y no apostató, que se sepa.
Sin embargo, Pío XII estaba convencido de que Hitler estaba poseído. Hasta el punto de que llegó a realizar un exorcismo para él en su capilla privada, según contó Sor Pascualina.
Los luteranos alemanes, desde la temprana hora de 1930, y bajo la denominación de «Deutschen Christen», se alinearon en la Iglesia del Reich, que sólo admitía arios. Habiendo acatado expresamente la doctrina «Ein Volk, ein Reich, ein Führer», su lema decía «Alemania es nuestra misión, Cristo nuestra fuerza». En simetría con el NSDAP, su estatuto incluia el llamado párrafo ario, que prohibía la ordenación de pastores que no fuesen de raza pura, restringiendo también el acceso al bautismo. Interesante es, por otra parte, el telegrama que el propio Martin Niemöller (después se arrepentiría) envió a Hitler, tras su triunfo en las urnas: «En nombre de más de dos mil quinientos pastores luteranos no pertenecientes a la Iglesia del Reich, saludamos a nuestro Führer, dando gracias por la viril acción y las claras palabras que han devuelto el honor a Alemania. Nosotros, pastores evangélicos, aseguramos fidelidad absoluta y encendidas plegarias». Ya en julio de 1944, tras la conjura (en la que estaban implicados oficiales de la aristocracia y alta burguesía católicas) que desembocó en el fallido atentado contra el dictador, los altos dignatarios de la Iglesia luterana remitieron a éste otro telegrama: «En todos nuestros templos se expresa en la oración de hoy la gratitud por la benigna protección de Dios y su visible salvaguarda». Resulta clarificadora la crónica aparecida en la publicación norteamericana «Time», el 17 de abril de 1933: «El gran Congreso de los Cristianos Germánicos ha tenido lugar en el antiguo edificio de la Dieta prusiana para presentar las líneas de las Iglesias evangélicas en Alemania en el nuevo clima auspiciado por el nacionalsocialismo. El pastor Joachim Hossenfelder ha comenzado anunciando: Lutero ha dicho que un campesino puede ser más piadoso mientras ara la tierra que una monja cuando reza. Nosotros decimos que un nazi de los Grupos de Asalto está más cerca de la voluntad de Dios mientras combate, que una Iglesia que no se une al júbilo por el Tercer Reich [alude a las reticencias de los católicos]. El pastor doctor Wienecke-Soldin ha añadido: La cruz en forma de esvástica y la cruz cristiana son una misma cosa. Si Jesús tuviera que aparecer hoy entre nosotros sería el líder de nuestra lucha contra el marxismo y contra el cosmopolitismo antinacional. La idea central de este cristianismo reformado es que el Antiguo Testamento debe prohibirse en el culto y en las escuelas de catecismo dominical por tratarse de un libro judío [No es extraño. Ya el propio Lutero, que al principio de su rebelión se mostró suave con los judíos –tenía pensado convertirlos–, al tener que vérselas con la ancestral resistencia hebrea desató su furor antisemita]. Finalmente, el Congreso ha adoptado estos dos principios: 1) Dios me ha creado alemán. Ser alemán es un don del Señor. Dios quiere que combata por mi germanismo. 2) Servir en la guerra no es una violación de la conciencia cristiana, sino obediencia a Dios».
Si la tremenda gravedad de estos hechos lleva a alguien a pensar que sólo provenían de grupos minoritarios exaltados entre toda la grey luterana, sepa que en las elecciones eclesiásticas de julio de 1933, los «Deutschen Christen» obtuvieron el respaldo del 75% de los sufragios. Los mismos protestantes que auparon a Hitler al poder, pues éste jamás obtuvo mayoría en Land católico alguno. En ellos siempre prevaleció el Zentrum, situado frente a Hitler hasta que ya no le fue posible.
Joseph Ratzinger, que a la sazón contaba con 18 años y estaba alistado en la artillería antiaérea del Reich, dice al respecto de la lamentable realidad de los Deutschen Christen: «El fenómeno de los Cristianos Alemanes ilumina el típico peligro al que está expuesto el protestantismo frente al nazismo. La concepción luterana de un cristianismo nacional, germánico y antilatino, ofreció a Hitler un buen punto de partida, paralelo a la tradición de una Iglesia de Estado y del fuerte énfasis puesto en la obediencia debida a la autoridad política, que es natural entre los seguidores de Lutero. Precisamente por estos motivos el protestantismo luterano se vio más expuesto que el catolicismo a los halagos de Hitler. Un movimiento tan aberrante como el de los Deutschen Christen no habría podido formarse en el marco de la concepción católica de la Iglesia. En el seno de esta última, los fieles hallaron más facilidades para resistir a las doctrinas nazis».
En la Historia como en la Justicia conviene atenerse principalmente a los hechos y no retorcerlos o inventarlos.
En el historia de un fenómeno de tal repercusión como el del nazismo conviene un poco de rigor y recordar que el nazismo y Hitler subieron al poder democráticamente según las reglas de la República de Weimar, aunque no consiguiera inicialmente la mayoría absoluta. En su inicio solo se encontraron con la oposición real de católicos y comunistas, y eso se confirma con resultados más modestos en los estados con mayoría católica y con mayoría absoluta en varios de los estados luteranos. En la segunda fase la adhesión al nazismo fue casi total con la única oposición de un sector de los católicos. Esa oposición fue confirmada con la única condena doctrinal del nazismo en la encíclica de Pio XI en 1937, cuando en todo el mundo fue aceptado, puesto que en Inglaterra o EEUU el racismo era incluso más fuerte que en Alemania. Iniciada la guerra la única oposición real en Alemania, fue por parte de católicos que llegaron a organizar el atentado contra Hitler en 1944.
Por esto la vinculación Hitler – Lutero es tan lúcida, confirmada por ese dato de fiesta conmemorativa, que desconocía.
No es así. Si es cierto que el Reformationstag era una de las fiestas oficiales durante la Alemania nazi, pero sólo lo era en aquellas localidades donde la población era de mayoría protestante, de la misma forma que el Corpus (Fronleichnam) también era fiesta oficial pero sólo en las localidades de mayoría católica. La celebración no fue establecida por Hitler, sino que hacía ya bastantes años que se celebraba en las zonas de mayoría protestante.
Una curiosidad, ese día es actualmente también fiesta oficial en Chile.
Müller, otro alemán, dá en la diana » El federalismo doctrinal no es la Iglesia Católica «, pero, si esto es así, si la iglesia bergogliana ha llegado a esto, no es la Iglesia Católica. Hay que repristinarla, tarea muy ardua después del inmenso caos generado desde Roma. http://www.lanuovabq.it/it/articoli-mller-il-federalismo-dottrinale-non-e-chiesa-18996.htm