LOS SACERDOTES QUE SUFREN
Hoy, tuve otro regalo del cielo: la Misa del P. Santiago Martín, el día en el cual la Iglesia recuerda a san Ignacio de Loyola y después, ver el reportaje a la señora Antonia Salzado, madre del nuevo santo Carlo Acutis, que comentaré en otra nota si Paco Pepe me aguanta.
En su homilía, ortodoxa como siempre, se ocupó del tema de la obediencia e invocó la autoridad de San Francisco de Asís, quien nos enseñó: Si tu superior te manda algo contra tu conciencia, no obedezcas, pero no te alejes de él. Si deja de ser legítimo, cesa el deber de obedecer.
En su homilía comentó el evangelio que compara al Reino de los Cielos, con un tesoro, un Tesoro mayor, que nos ofrece Cristo cuando sale a nuestro encuentro, cuando nos busca a todos en contra del cantito herético: “No has buscado a sabios ni a ricos”. Dios buscó a sabios como Agustín de Hipona, Hildegarda de Bingen, Tomás de Aquino, y a ricos como José de Arimatea, Lázaro y sus hermanas Marta y María y a tantos más. Y también a los curas brutos que entonan herejías como incluso algún Franciscano de María. Cristo es quien da sentido a nuestra vida.
Conocí a dos grandes sacerdotes argentinos que sufrieron mucho pero que nunca sacaron los pies del plato, nunca se alejaron de la Iglesia.
Uno fue el P. Leonardo Castellani, a quien traté durante la larga y dolorosa enfermedad de su gran amigo y mi padrino Enrique von Grolman. Castellani, no podía celebrar Misa, pero en él, siempre con su sotana y su cinturón, brillaba el sacerdote, que rezaba junto su amigo sufriente y sufría con él.
Otro fue mi querido padre Julio Meinvielle, cuando sus superiores ineptos, quienes no fueron capaces de comprender la grandeza de su pensamiento, le prohibieron escribir y tuvo que usar un seudónimo.
Fueron casos puntuales que afectaron a dos arquetipos sacerdotales muy nuestros que no merecieron ser distinguidos entre los “Grandes católicos del siglo XX” por la lamentable cortedad natural de los seleccionadores de la Corporación de Abogados Católicos.
Pero hoy, la situación es muy distinta, porque sufren decenas de miles de sacerdotes, obispos y cardenales, por la anarquía que reina en la Iglesia, promovida y tolerada por un pontífice que es el único que, en veinte siglos, que propuso y estimuló el “hacer lío”.
El peor de los papas de los tiempos modernos, persigue y castiga a obispos ortodoxos, fieles a la tradición, que cuentan con seminarios florecientes, a la vez que premia y promueve a lo peor cuando conoce el paño, y que efectúa buenos nombramientos cuando lo ignora. Que confunde las cosa y falta a la verdad cuando habla de una “Iglesia de salida”, cuando la realidad es una “Iglesia en liquidación”.
Este papa promueve a sus secuaces como el “Trucho” Fernández, quien en poco tiempo destruyó lo construido por su antecesor Aguer en la Arquidiócesis de La Plata, en especial el Seminario numeroso; como Zancheta, que pasó de su refugio vaticano a la prisión, como Sánchez Sorondo, responsable de dar la comunión sacrílega a nuestro ex presidente Fernández, principal responsable de la ley del aborto, y a la ahora su ex conviviente Fabiola, al impresentable Roche, el enemigo de la Misa mal llamada de San Pío V, quien le hizo la vida imposible al gran cardenal Sarah, etcétera.
En su inconciencia este papa y el “Trucho”, por establecer una confusa bendición de parejas extramatrimoniales y homosexuales, acabaron con años de relaciones ecuménicas con los coptos, heroicos egipcios ortodoxos, que rompieron sus relaciones con la Iglesia católica y motivaron la reacción de episcopados enteros en toda África, excepto en la del Norte que cuenta con unos 50.000 fieles gobernados por obispos europeos, sin arraigo ni influencia alguna en sus diócesis. También el repudio fue generalizado en los países de Europa oriental, en algunos de Asia y de América y muy firme en la Iglesia Ortodoxa.
El “Trucho” estudioso del arte de besar viajó a Egipto para arreglar el asunto con los coptos, pero volvió con las manos vacías, después de sufrir el desprecio de una ejemplar minoría, anterior a las invasiones musulmanas, que sostiene que hay que tener siete hijos si los mahometanos tienen cinco, que se tatúa la Cruz para no ocultarla y que tiene mártires actuales como los obreros asesinados en Libia, degollados por el hecho ser cristianos.
Recuperada Holanda gracias a la ímproba tarea del cardenal Ejck, arzobispo de Utrech y sus colabores, a Francisco y los suyos les quedan Alemania, Bélgica, Luxemburgo y algún otro país europeo que les hacen coro, mientras crece la resistencia en Francia y España que se manifiesta en las peregrinaciones y en la primera por el incremento de la vida monástica y hasta en Italia y Portugal. Por otro lado, el catolicismo en Inglaterra, Escocia y Gales, también renace y en ellas es importante la acogida de sacerdotes y obispos anglicanos que ingresan en el Ordinariato, genial instituto debido a Benedicto XVI.
Estados Unidos tiene uno de los mejores episcopados del mundo, inmune a las pésimas designaciones de Francisco, resistidas por la inmensa mayoría según los resultados de las elecciones para elegir las comisiones.
Hasta en Australia, se nota un resurgimiento del catolicismo por el gran ejemplo varonil y valiente, heroico en su prisión injusta, del gran cardenal Pell.
Porque la Iglesia está viva, aunque tiene su topo Francisco como la Argentina el suyo Javier Milei, quien parece no entender que no hay que destruir sino hacer del Estado una persona de bien, como decía ese gran estadista del siglo XX, que fue Oliveira Salazar.
Estancia San Joaquín, San Serapio de Azul, agosto 2 de 2024. Bernardino Montejano.
Formidable y esperanzador artículo.
Muchas gracias.