Sólo dos llevan clergyman. No voy a decir ¡vaya recua! o ¡vaya patulea!, líbreme Dios. Seguro que en todos ellos es manifiesta su virtud, su unción sacerdotal y su entrega eclesial. Cualquiera que les vea, boca arriba o boca abajo, porque de ambas formas aparecen en la fotografía, descubrirá en ellos un alter Christus. Por supuesto que de paisano. Como iba Él. Sólo desentonan en la imagen el obispo y dos impresentables sin duda autorreferenciales y presuntuosos. ¿Quiénes son ellos para romper tan hermosa imagen sacerdotal?
Con esos mimbres, excluidos el obispo y los dos pelagianos periféricos, Ciudad Real está en buenas manos. Y no tengo la menor duda de que monseñor Melgar ya se ha comprado una camisa como la del de la derecha de la fotografía y que con ella comparecerá siempre a partir de ahora, advertido de su penosa imagen actual, en los próximos actos a los que acuda.
¡Pobre Ciudad Real!