A mí la proliferación de musulmanes en España y en Europa me parece un espanto. Para la convivencia normal y para el futuro de nuestro continente.
Nada que objetar a la existencia de algunos de ellos, personas normales y buenos trabajadores, que conviven con nosotros sin el menor problema. Conozco a alguno. Y le tenemos afecto. Es riguroso observador del Ramadán. Ya quisiera yo católicos tan observantes.
Los independentistas de Cataluña propiciaron la inmigración islámica frente a la sudamericana porque aquellos no hablaban su odiado español. Pues se han encontrado con que la mayoría aprende antes el español que el catalán, que ya hay más Mohamés que Jordis en Cataluña, que las mezquitas proliferan, los atentados terroristas ocurren en las Ramblas y además el prusés les importa un pito. Pues vaya éxito.
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La poblacion actual de Europa está ante el dilema de sucumbir ante el avance del islam o blindarse con leyes que den un poder absoluto al gobierno. En ambos casos se perderá el espíritu del estado del bienestar, ese maravilloso y efímero proyecto sólo realizable en total libertad y en un lugar como Europa.
No puedo aceptar que yo pueda ser más avanzado y libre que mis nietos, es doloroso.
No son muy fiables, ni unos ni otros. Yo estoy convencido que les interesa la separación de Cataluña por aquello del divide y vencerás. El Islam no es sólo ramadán; es también poligamia, malos tratos que no se pueden denunciar ante los tribunales islamistas que también proliferan, como las mezquitas, porque son asuntos internos de pareja, pederastia disfrazada de matrimonio y demás modos conocidos de sometimiento de la mujer.