| 15 agosto, 2023
Así lo entienden algunos.
Y lo desean otros. Enemigos declarados del Opus Dei.
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Personalmente pienso que el Opus sin laicos no sería el Opus Dei. Aunque tampoco me crea que la Obra es una institución laical. Lo que, sin embargo, me parece evidententísimo es que van a por el Opus Dei. Que estaba encantado con su prelatura personal y su prelado obispo.
La reforma que ha habido es un lío que no aclara nada. Las prelaturas personales han pasado de concebirse prácticamente como una diócesis a ser una simple asociación de curas, con un estatus jurídico inferior incluso al de un instituto secular. ¿Para este viaje hacían falta alforjas? ¿Seguro que es esto lo que quería el Concilio Vaticano II cuando propuso la figura de las prelaturas personales?
Por otro lado, ¿hay que entender entonces que ahora el Opus Dei está compuesto por dos sociedades sacerdotales diferentes, la de la Santa Cruz y la del Opus Dei, dependientes ambas de un mismo moderador? ¿Qué sentido tiene eso?
Espero que el proximo Papa arregle este embrollo
No, precisamente el Opus Dei no era una institución laical. Lo era por estatutos, pero no por naturaleza. Por naturaleza era un obispo con sacerdotes y sin unos fieles ni territorio concretos salvo por aquellos que se quisieran adscribir sin un vínculo más que devocional, de una manera u otra, aunque ellos lo llamasen vocación. O sea, un imposible teológico.
Todos sabemos que la fórmula jurídica de prematura personal la escogieron para “defenderse” de los obispos un poco tocadillos por el posconcilio.
Los miembros de la Obra siempre han llevado a gala ser prelatura y no movimiento o congregación, que, por cierto, era para el vulgo. Eso nunca lo he entendido, porque un laico no pertenece a una prelatura personal de iure. Y si no ¿por qué tanta lágrima con el caso Gaztelueta? Un laico, dicen… claro. Cuando quieren es un laico, pero cuando no quieren es un numerario.
De lo más vergonzoso que sucede estos días con el Opus Dei, es que la decisión del Papa ha satisfecho las vísceras de muchos mal humorados. Basta leer sus comentarios. Algo así no puede venir del buen espíritu.
Creo que quien sabe a fondo del asunto es el Fundador, que es el que recibió el carisma. El siempre habló de una realidad laical (son numerosos las videos en que el mismo habla sobre esto y están en las redes). No vaya a ser que ahora cualquiera se convierta en interprete de esas realidad. Que el traje no es el adecuado? Ya se encontrara otro, pero cambiar la esencia del carisma me parece muy peligroso y me viene a la mente el consejo de Gamaliel al Sanedrín
HERNANDO, creo que no va nada errado en su comentario. Por ahí va la cosa… LO de GAMALIEL, muy acertada esa analogía… Aparte del tema del derecho canónico (hay que ser muy entendido), está la inquina que desde la fundación del Opus Dei han tenido los enemigos de la Iglesia… Y con este pontífice, 2+2=4
Scout, no tienes ni idea. Hablas de lo que no sabes y además con mala milk. Ese ingrediente impide el razonamiento teológico y el canónico. Pásate unos días en bosques frecos y haciendo hogueras y aflójate el barboquejo para que pueda llegar algo de sangre a tu cerebro.
Bueno, se suele de ir que una cosa es el derecho y otra es la vida real. Ambas tienen que tener una armonía. En cualquier caso la realidad tiene siempre más fuerza que la ley, sobretodo cuando la ley es un constructo artificial, apartado de toda objetividad.
Es evidente que lo del Opus va de laicos. Ellos ahí están y por mucho que les digan desde «arriba» que no son, van a seguir estando y viviendo según las enseñanzas de su santo fundador.
Qué pena que el derecho canónico no de cobertura jurídica a esta Obra de Dios.
El embrollo (que siempre lo fue, por no tener claro un ropaje jurídico -ni por parte de San Josemaría, ni por parte de la Santa Sede-) podría tener un encaje como Ordinariato (como pasó con los anglicanos recibidos en el seno de la Iglesia católica), algo hecho por Benedicto XVI, por cierto, el mismo que en las actas de trabajo del CIC del 83 muestran que era contrario a que las Prelaturas personales formasen parte de la estructura jerárquica de la Iglesia (y de facto quedaron fuera de esa estructura, siendo colocadas dentro de la parte «de los fieles cristianos», y definidas en el cánon 294 del CIC: «Con el fin de promover una conveniente distribución de los presbíteros o de llevar a cabo peculiares obras pastorales o misionales en favor de varias regiones o diversos grupos sociales, la Sede Apostólica, oídas las Conferencias Episcopales interesadas, puede erigir prelaturas personales que consten de presbíteros y diáconos del clero secular» contradiciendo la Bula Ut Sit, y montando un embrollo que dura hasta el día de hoy.