No debemos olvidar que no son parte interesada, sino interesadísima, en el tema. Claman pro domo sua. Y la domo no era una chabola.
Pero si el cardenal deja que la película la cuenten solo los idos o despedidos, el público se quedará con la versión de estos. Y Osoro ya a los pies de los caballos. Si no lo estuviera por sus propios actos, que también es posible.
El cardenal arzobispo de Madrid desautorizado ante la opinión pública colma el desideratum de los enemigos de la Iglesia. Pero en este caso, y por méritos de Osoro, el descrédito no disgusta nada a no pocos católicos cabales, clero madrileño incluido, que el arzobispo se ha encargado, con celo digno de mejor causa, de enajenárselos para siempre.
Y hoy, en sus últimos días, ya no le queda nadie. Y los que le quedan: Vidal, Bastante, Josito, Cobo, Aradillas, Bru, Camino, sin Martínez, Arana… que ya ni salen en su defensa. ¿La verán imposible? Parece que ni saben que hacer con él.