¡Los dominicos vestidos de dominicos!

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Lo recoge Tomás de la Torre tomándolo de Ecclesia: http://infovaticana.com/el-olivo/los-dominicos-recuperan-su-habito-blanco-en-las-fotos/ Tengo un pésimo concepto de los actuales dominicos españoles. Malversadores de una orden gloriosísima fundada por un santo español, Domingo de Guzmán, figura egregia de la santidad en la Iglesia. Me consta también, con gran alegría por mi parte, que en otras naciones, incluso europeas, se está produciendo una notable recuperación de lo que parecía irremisiblemente perdido. Creo que por desgracia no es el caso de España donde la orden sigue encaminada a su desaparición. Los dominicos españoles, salvo contadas excepciones, son pésimos o inexistentes. Se reúne ahora en Caleruega, cuna de Santo Domingo, el capítulo provincial y por lo menos han tenido el buen gusto de presentarse como dominicos y no como una recua de gañanes, horteras y frailes disfrazados de seglares. Y hay que ver lo que viste el hábito. Además de mostrarles como lo que son: frailes. Sin embargo la fotografía, que no niego que es hermosa, revela la decadencia española de la orden. Los capitulares son en su gran mayoría unos ancianos. Aunque en esta ocasión parezcan dignísimos ancianos. Lástima que no sea siempre esa su apariencia.

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  1. La Santísima Virgen, Mamá Osa
    01 de enero 2016
    Fray Joseph Graziano, O.P.

    Aunque alguien pudiera, las mamás osas, son excelentes madres. Está claro que cada mamá oso ama a sus queridos cachorros (en la medida en que los animales son capaces de afecto). Más que la mayoría de los animales, la mamá oso cuida y vela por los cachorros. Ella les enseña cómo ser osos, tanto por su ejemplo como por la disciplina, cuando lo hacen mal. Ella los aparta del peligro y se interpone entre ellos y cualquier posible amenaza contra su vida.
    ¿Has conocido alguna vez a una osa madre con los cachorros? Si es que sí y todavía estás sorprendido, eres muy afortunado. A pesar de que los osos pueden ser criaturas relativamente dóciles y curiosos en general, el más leve indicio de una amenaza a los cachorros hace que a la mamá osa se le note la furia en la piel.

    Y, sin embargo, la osa no es una mamá helicóptero. Pasado cierto tiempo desaparecerá. Por esto enseña a los cachorros a valerse por sí mismos y vivir la vida de un oso en itinerancia. Incluso entonces, la mamá osa nunca está lejos. Cada cachorro sabe que, incluso , no pudiendo ver a su madre, todo lo que tiene que hacer es gritar y subir a un árbol y mamá osa vendrá corriendo para defender a sus cachorros.

    Sorprendentemente, la osa protege no sólo a sus propios cachorros. Ha habido casos en los que una mamá osa adopta cachorros no sólo abandonados, sino, incluso los cachorros de los gatos. La unidad materna es terriblemente fuerte y maravillosamente dirigida.

    La Santísima Virgen María es una mamá osa. Hoy, en la octava de la Natividad de Cristo, cuando la Iglesia celebra litúrgicamente la Maternidad de María bajo el título de «Madre de Dios», es un un buen día para tener en cuenta la fuerza de la Maternidad de la Virgen Madre.
    El relato del Señor hallado en el Templo, nos da tan sólo una idea de cómo la Virgen fue ferozmente protectora de Cristo. Durante tres días y noches Le buscó, aún sabiendo que Él era el Hijo de Dios y, estaba obviamente, bajo la protección del Padre. Preocupada y Dolorosa como estaba, no fue fácil de convencerla. Podemos suponer que María recibió muchas críticas por estar embarazada antes de que se supusiera que convivía con José. Pero María sobrellevó todo con paciencia, por amor a Su Hijo.

    No puedo decir que me guste toda la obra de Mel Gibson sobre la Pasión de Cristo o la película Nazaret, pero cada uno tiene una representación interesante de la Maternidad de María. En la primera, María retrocede a un instante en el que el Señor era el Niño Jesús y corre en su ayuda. Grita, y sale corriendo. La segunda, representa brevemente Su Compasión al pie de la Cruz de Su Hijo, levantándola del suelo al caer por segunda vez y colocándola de nuevo sobre Sus hombros. Aunque es poco probable que haya sucedido, la escena retrata una verdad profunda, a saber, que la Santísima Madre tenía una participación singular en los sufrimientos de su Hijo.
    Fulton J. Sheen escribió que la lanza que atravesó el corazón de Cristo no iba dirigida a Él sino a Su Madre. Él ya estaba muerto, sin posibilidad de ningún dolor ulterior. Al atravesar Su Corazón, la lanza se adentró ciertamente en el alma de la Virgen Bendita. Ése es el modelo de Nuestra Madre María. Quedóse con su Hijo hasta el final, feliz de estar en pie entre él y el enemigo de Su Hijo, que evocaba como el Niñor Jesús, que fue feliz, cuando Le fue revelando la verdad del Padre en su ministerio público, mientras estaba sentado a Sus pies, y en última instancia, feliz de sufrir a Su lado en el momento álgido de Su Pasión.
    Ella desea fervientemente su cumplimiento, no importa lo doloroso que sea. El Venerable Fulton Sheen escribe una vez más que las las bodas de Caná fueron el segundo Fiat de María.
    Al pedirle que haga este primer milagro de Su vida pública, Ella se dirige una vez más a Él como la «mujer,» y s posible que escuchase de suHijo algo muy semejante a esto: «Tú permitiste que Yo naciese de Tu vientre virginal, ahora debes secundar nuevamente la voluntad del Padre para que me permita cumplir mi propósito, no importa lo que el dolor que seguramente entrañe.» «Cana conduce directamente a la Cruz. Sin embargo, como una buena Madre, Ella lo deja ir, la que le dio el Ser, le permite ser el Hombre que había nacido para ser y elevar y dignificar nuestro ser.

    Cuando la Santísima Virgen nos vio sufrir y vio el amor que su Hijo nos tenía, Ella misma se convirtió en centro de nuestra piedad.
    En el Calvario, a pesar de que todo el género humano condenó a muerte a Su Hijo, todavía lloraba por nosotros. Fue entonces cuando Cristo nos la dio también como Madre nuestra. Ahora es Reina de los Cielos, pero tiende sobre nosotros Su manto protector. Si le prestamos atención, nos enseñará a seguir a Su Hijo, siendo buenos cristianos a pesar de las tribulaciones que se avecinan en nuestro mundo. Ella nos guiará y nos enseñará el camino de la disciplina, nos instruirá en lo que es correcto. Y aunque parezca estar muy lejos, sólo precisamos una cosa: encaramarnos al árbol de la Cruz e invocarla con las con las palabras del ángel: «Dios te salve María, llena eres de gracia. El Señor es contigo.» Y Ella volará en nuestra ayuda sobre las alas de Espíritu.

  2. Don Cigo, me gustaria que indagara ud sobre la magnifica casa y sus 40.000 mts que fue donada a la orden dominica por Maximo Fernandez Cavada al final de los años 50 , situada en Las Caldas del Besaya en Cantabria.Esta situada al pie del Monasterio.

    Fue donada para utilizarla como casa de ejercicios. Y ese papel cumplio algun tiempo, poco. Posteriormente fue archivo dominico. Pero se cansaron pronto y la convirtieron en residencia de ancianos.

    En la actualidad, ignoro los pactos y contratos asmidos, pero se pretende convertir en albergue juvenil.
    Tengo entendido que no se puede «torcer» la voluntad del testador.

    Indague por favor, porque eso ha sido una sangria.

  3. HOMILÍA DEL EXCMO. MONSEÑOR J. AUGUSTINE DI NOIA OP, SECRETARIO ADJUNTO DE LA CDF, EN LA NAVIDAD DE 2015, A LOS FRAILES DEL CONVENTO DE WASHINGTON, DC

    Isaías 52: 7-10 / Hebreos 1: 1-6 / Juan 1: 1-18

    Queridos amigos en Cristo: mi cordial bienvenida a todos los que se unen a los frailes dominicos en esta mañana de la Navidad regocijándose en el «maravilloso intercambio -admirabile commercium- por el que el Creador del hombre se ha hecho Hombre, nacido de una virgen, y hemos accedido a la partícipación de la divinidad de Cristo, que se humilló al compartir nuestra humanidad «(antífona Magnificat, I Vísperas, fiesta de la Madre de Dios). El misterio de la Encarnación, transmitido en el mensaje, ceremonias y cantos de la liturgia de Navidad, llena nuestros corazones de alegría.

    Por nosotros y por nuestra salvación, Dios, que es infinito y omnipresente, Creador del universo, que trasciende y sin embargo está presente en cada una de sus partículas, queda reducido a un Niño indefenso, en el que reside la infinitud de un Dios, manifestado en la humildad de un pesebre. Más aún: Al comienzo de la Carta a los Hebreos se afirma que Dios hace esto de una manera que lo localiza y lo identifica insuperablemente con este Niño, siendo el referente de todas las demás manifestaciones imaginables o teofanías anteriores o posteriores.

    La particularidad imborrable de la Encarnación parece a algunos que es una creencia pintoresca, un absurdo y, en los más educados, tan sólo un mito reconfortante. No lo tienen fácil, ¿verdad? Pero nosotros confesamos no sólo que Dios está presente en este Niño (Dios, después de todo, está presente en todas partes), sino algo mucho más fuerte, es decir, que el Dios Hijo asumió personalmente la naturaleza humana de manera exclusiva e hipostática, lsegún la doctrina y la Tradición de la Iglesia. Para algunos, esto es difícil de aceptar: ¿cómo puede lo ilimitada estar contenido o lo infinito hacerse particular?

    Podemos hacer frente a la incredulidad tan sólo con la fe, que busca la inteligibilidad inagotable de la sabiduría divina. Teniendo en cuenta lo que Dios nos ha revelado acerca de sus designios, comenzando por el primer capítulo del Génesis, el misterio de la Encarnación hace que nos atrevamos a hablar adecuadamente sobre el buen sentido divino, que a la vez es también, perfectamente humano. Y esto por dos razones:

    En primer lugar, por la fe sabemos que Dios quiere compartir la comunión de su vida trinitaria con nosotros. En otras palabras: quiere que seamos Sus hijos e hijas, en una palabra, tal como ha repetido siempre la Tradición cristiana: Sus amigos íntimos. ¿Qué mejor manera de lograr esto que convitiéndose en uno de nosotros. Mientras que una naturaleza humana común es fundamental para nuestras relaciones con los demás, sólo con determinados seres humanos podemos tener este tipo de relaciones. Incluso un amor generoso a la humanidad en su conjunto, no basta para conocer y amar a las personas particulares, que podemos ver, oír, ir a ellas, tocarlas, sostenerlas.
    Estas personas tienen nombre, viven en algún lugar, tienen orígenes étnicos y sociales etc… Para introducirnos en la comunión de la vida trinitaria, Dios entra en primer lugar en el ámbito de la existencia humana y, por tanto, como le gustaba decir a Santo Tomás de Aquino, adapta su operatividad a nuestra naturaleza. Incluso tiene una Madre cuya «mano deja ver su Luz, tamizada para adaptarse a nuestra vista» (GM Hopkins, ibid., Líneas 112-113). Al mismo tiempo, Dios adapta nuestra naturaleza a la Suya. «Un niño que nace en Belén,» cantamos, «Por lo cual se regocija Jerusalén / Palabra del Padre en las alturas, toma una forma mortal por amor a los mortales. Tomó nuestra carne, el Hijo, Aleluya, el Unigénito del Eterno Padre, aleluya.» -Puer Natus in Bethlehem, alleluia, alleluia.- ¿Cómo podríamos acceder a la comunión de la vida trinitaria, si no nos hubiera hecho- «partícipes» de la naturaleza divina? (2 Pedro 1, 4). Oigamos a San Atanasio: «el Hijo de Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciese Dios» (En la Encarnación, 54, 3).

    Desde el punto de vista divino, la Encarnación cobra gran sentido por esta razón: «Nuestro Señor Jesucristo, el Verbo de Dios, la expresión de Su amor sin límites se convirtió en lo que somos, para que llegásemos a ser lo que Él mismo es.» (St . Ireneo, Contra las Herejías, Libro 5, prefacio).
    Pero hay una segunda razón: No sólo debe ser elevada nuestra naturaleza humana, sino que hay que superar el pecado y la muerte que nos oprimen. Para estar en casa, en comunión con la Santísima Trinidad, necesitamos ser redimidos, y también divinizados. Lo que el Hijo es, por naturaleza, nos sobreviene por la doble gracia de la adopción, que nos llena de alegría, y la redención, que disipa nuestra tristeza: «No puede haber ningún espacio para la tristeza,» insiste San León Magno en el primer sermón de Navidad de su Pontificado, «en un lugar donde ha nacido la Vida. Para disipar el miedo a la muerte, la Vida nos llena de alegría acerca de la eternidad prometida …. El Verbo de Dios, el Dios, Hijo de Dios, que «en el principio estaba junto a Dios, por Quien fueron hechas todas las cosas, y sin el Cual nada fue hecho, se hizo Hombre para librar a los seres humanos de la muerte eterna «(Sermón 21, 1 y 2).

    Visto con los ojos de la fe, el misterio de la Encarnación muestra una vez más cómo las disposiciones divinas se adaptan exquisitamente a la condición humana para nuestra redención. «En el combate que inicia por nosotros», declara San León, «la lucha reviste notablemente, las condiciones más justas. El Señor Omnipotente implica al diablo, no en Su Majestad, sino en nuestra bajeza, presentando contra él la misma forma y la misma naturaleza, que había sido vencida, siendo partícipe de nuestra condición mortal, pero sin ningún atisbo de pecado «(Sermón 21, 2).
    La obra de la redención se acopla a la plenitud del poder divino, sin el cual sería inútil, llevarla a cabo al mismo tiempo, y apropiadamente, desde dentro de la misma zona en la que se necesitaba el remedio. Nuestro campeón en el combate contra el pecado es uno igual a nosotros en todo, menos en el pecado, y que, a pesar de sucumbir a la muerte durante un tiempo, la conquistó por su Resurrección y por lo tanto conquistó para nosotros la vida eterna.

    «Él tomó nuestra carne, para ser en todo semejante al hombre, menos en el pecado. Eso podía hacerlo por nuestra raza mortal, como Dios y mediante Su gracia. Ahora yace en un pobre pesebre Aquél que nos abrirá las puertas del Reino Eterno, Aquél a Quien los Cielos no podían contener. En este día santo fluyan alabanzas gozosas. Aleluya. Benedicamus Domino. Alleluia, alleluia. Puer Natus in Bethlehem. Alleluia, alleluia.

  4. Los frailes que conozco hacen honor a su nombre: predican muy bien. Cada uno con su estilo e incluso diciendo cosas un poco chocantes, pero dentro de la Doctrina.
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    Cierto que son muy reacios al hábito y seguramente no fomenten las vocaciones, pero la valoración no es negativa y en muchas cosas es positiva. El gran problema es que no tienen aspecto de crear vocaciones y que les falta imaginación, no saben como salir del pozo e insisten en las cosas que los metieron, aunque ellos quisieran salir, pero les falta ese algo que distingue un gran sacerdote de un sacerdote.
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    Y supongo que vendrán de otras partes a echar una mano.

  5. No se hagan ilusiones, el hábito les durará, lo que tarden en hacerse la foto. No más. En España son historia. Los auténticos, están en la Casa del Padre o a lo más, en el geriátrico de Villaba. Lamentable.

  6. Distinguido D. Francisco José: Por diversas circunstancias he coincidido con varios dominicos y en sus conventos SIEMPRE me han recibido con hábito blanco.

  7. La Gran Historia
    30 de diciembre 2015
    Fray Alan Piper OP

    Al final del séptimo y último libro de CS Lewis «Las Crónicas de Narnia,» se nos sugiere que nuestra vida en la tierra es solamente la tapa y el título de la primera página de la «Gran Historia» que comienza después de la muerte. Consideremos la infinitud de la eternidad. En comparación a la misma, ochenta años son unos pocos días. Si se añade alguna cantidad finita al infinito, el resultado no es un valor mayor. Lo infinito en realidad supera las categorías cuánticas, como pudiera ser la adición. Añadirle el ochenta es lo mismo que juntarle un cero. Del mismo modo, el título de un libro no es forma realmente parte del mismo. Al lado de la historia en sí, la portada es como si no fuese nada.

    Sin embargo, de esta sugerencia no se concluye que nuestra vida terrenal carece de sentido. La portada de un libro sigue siendo importante. Nos dice de qué trata el libro. De manera similar, la calidad de nuestra vida terrena determina la calidad de nuestra vida futura. En concreto, nuestra relación en este más acá con Dios, determina nuestra relación eterna con Él. Aún así, no se necesita toda una vida para fraguar la amistad con Dios. Se tarda tan sólo lo que dura una conversión en el lecho de muerte o la caída del agua sobre la cabeza, en la pila bautismal. Los santos inocentes, a quienes Herodes mató, tratando de buscar al Niño Jesús, no necesitaron toda una vida de llena de realizaciones para conseguir ser amigos de Dios.

    Las historias de nuestras vidas jamás son meras biografías, porque nuestras vidas no tratan sólo de nosotros.
    Otra forma de decir esto es que las mejores biografías son siempre historias de amor. Si pensamos en nuestra vida como definida en su recta final, por la muerte, nos separamos de la «Gran Historia», la historia de la vida eterna y la historia de Dios. Sólo entonces la vida terrena cobra su verdadero sentido. Al final, sólo hay un libro: el libro de la vida.

    Pero no tenemos que esperar hasta la muerte para comenzar a vivir esta «Gran Historia». Aquí la analogía de Lewis se queda corta. Hay un sentido en el que nuestra vida en la tierra es algo más que la cubierta de un libro: La gracia santificante por la que compartimos la vida divina en la tierra, es la misma que nos hará plenamente partícipes de la vida de Dios en la gloria. No necesitamos esperar hasta el cielo para ser aceptados en la familia de Dios. Podemos llegar a ser hijos adoptivos ahora a través de Cristo. De esta manera, nuestra vida adquiere desde ahora, una orientación eterna y comienza a participar en la intemporalidad de una manera nueva. Empezamos a vivir la «Gran Historia» incluso dentro de nuestras pequeñas historias.

    La verdadera historia de nuestra vida es la historia de nuestra vida junto a Dios. Es una historia que aparece con toda su claridad dentro de la mente de Dios, y que conoceremos plenamente en el cielo. Y es una historia que, en cierto sentido, Dios ya ha compartido con nosotros, incluso en nuestra perspectiva terrestre, a través de la vida de Jesús. Que Dios dé a Sus amigos la gracia de la perseverancia, para que la historia de nuestra vida pueda llegar a ser eternamente grande.

  8. Quizá me equivoque y me puedan los deseos que tengo de que las cosas mejoren, pero yo últimamente observo tímidos brotes verdes en la Orden de Predicadores en España. Dios quiera que se consoliden.

  9. Para buenos dominicos los de la Fraternidad San Vicente Ferrer. Tienen tantas vocaciones que ya el priorato donde viven es ya pequeño. Pero todo son zancadillas para ellos.

  10. Recemos al Señor por ellos! Los pocos que he conocido eran sumamente ampulosos y pretensiosos en la manera de hablar y mundanos en sus costumbres! Aunque deben haber con la Gracia del Señor algunos muy buenos segun he oído…

  11. Reducidos a una sola provincia eclesiástica. Al menos han tenido el buen gusto, además de real y lógico, de repristinarse con el nombre de Provincia Hispania en su Primer Capítulo. Que sea para bien aunque esté prohibido y condenado a pena capital sentirse y conducirse como «restauracionista». A los ¡ochocientos años! de su fundación por el formidable Santo Domingo de Guzmán sacerdote y predicador de Cristo en tiempos de catarismo y desbarajuste, a través de las épocas reincidente, del episcopado con la tendencia innata humana de pasarse al mimetismo del poder temporal.

  12. A juzgar por la fotografía y las canosas cabezas que se observan, da la sensación de que al menos el 50% tienen menos de 60 años y el 25% menos de 50 años. De ser así, aun le queda a la orden recorrido y posibilidad teórica de recuperación.

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