Gracias a Dios muchos. Pero como muy bien señala este artículo de un sacerdote, abandonados en estos días que tanto necesitan apoyo, calor, solidaridad…
El artículo refiere el abandono de tantos obispos a sus sacerdotes. Yo lo ampliaría más. Porque también les abandonamos los fieles. Perjudicándonos más a nosotros mismos que a ellos.
El autor del artículo recuerda el reciente caso de un sacerdote francés que se suicidó. Y en ese tristísimo episodio cuantas soledades, incomprensiones, fracasos, desilusiones…
Si tenemos tan olvidado al mismo Cristo en el Sagrario como no olvidar a esos alter Christus que viven entre nosotros, con nosotros, aunque estemos tan lejos de ellos. Siendo nosotros los que más perdemos en esa distancia.
Y un recuerdo de mi padre que había nacido en los finales del siglo XIX. Cada vez que pasaba por la puerta de una iglesia se quitaba el sombrero en un saludo a quien se encontraba dentro del sagrario. Tal vez mi padre no hiciera muchas visitas dentro del templo. En la puerta seguramente miles. Pues hay muchísima unión entre Cristo y sus sacerdores.
Uno, por gracia de Dios que nunca le agradeceré bastante, tiene muchos amigos sacerdotes. Con los que pasamos ratos inolvidables mi mujer y yo no pocas veces y otras yo sólo. Somos amigos y gozamos la amistad. Nos queremos. Y esperamos impacientes el próximo encuentro.
Sin duda les damos afecto pero es mucho mayor el que recibimos de ellos. Son nuestros amigos. Nuestros amigos sacerdotes. Una bendición de Dios. Que es bueno y eterna su misericordia.
Acercaros a los buenos curas. Por supuesto sin ser pesados que algunos lo son. Haceros amigos suyos que quienes llevamos todas las de ganar somos nosotros. Porque ellos dan. No piden.
En alguna ocasión he escrito con emoción y cariño de mis amigos muertos. Unos cuantos, sacerdotes. Podría escribir, aunque no voy a hacerlo, un artículo muy largo sobre mis amigos curas que viven. Agarimoso. A todos ellos un abrazo muy cordial que ahora os envío emocionado con vuestro recuerdo. Tantos encuentros en los que además siempre había un huésped presente: Él.
Seguramente los obispos seguirán olvidándose de sus sacerdotes. Suplamos los fieles ese olvido.
https://germinansgerminabit.blogspot.com/2018/10/los-sacerdotes-que-se-esfuerzan-en-ser.html
el sacerdocio católico está hecho escombros por causa del antitestimonio y de los abominables escándalos de algunos miembros podridos del clero. por ende tomará bastante tiempo reconstruir el sacerdocio católico.
En cuanto a los buenos sacerdotes, que los hay, debemos rezar por ellos. Viven contra-corriente del resto de la jerarquía, lo cual resalta su heroísmo cristiano, su fidelidad en propagar el evangelio sin diluciones ni falsificaciones.
Creo que hay grandes diferencias entre países. Por ejemplo, mi opinión es que hay mucho más de ellos en Polonia que en mi país. Evaluación que hago de modo absolutamente empírico -por trato directo con ellos- y referida a la fidelidad a la doctrina cristiana, no a su fuero interno.
De mi país podría afirmar, por inducción y sin temor a equivocarme, que los buenos sacerdotes no llegan al 20 % del total. Del 80 % restante observo desde la negación de la Humanae Vitae, con apoyos al aborto incluídos, hasta la promoción del sacerdocio femenino.
Aclaro que mi última afirmación surge de conversaciones con sacerdotes tete a tete, no de las homilías que generalmente son administrativas y grises, eludiendo los temas polémicos.
Jesús dijo » …El Hijo del hombre no tiene dónde reposar la cabeza…» Y los buenos sacerdotes, también sienten esta soledad que puede ser durísima. Es la soledad que muchas acompaña a los mejores porque
es el precio de ser leales a la Verdad…
Esta mañana rezando Laudes he rezado por la Iglesia y rezado con esta exhortación de la 2ª lectura del Oficio, que me gustaría que todos nuestros Pastores, pequeños y grandes, hayan rezado e interiorizado:
«De la Regla pastoral de san Gregorio Magno, papa
(Libro 2, 4: PL 77, 30-31)
EL PASTOR DEBE SABER GUARDAR SILENCIO CON DISCRECIÓN Y HABLAR CUANDO ES ÚTIL
El pastor debe saber guardar silencio con discreción y hablar cuando es útil, de tal
modo que nunca diga lo que se debe callar ni deje de decir aquello que hay que
manifestar. Porque, así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente
deja en su error a quienes pudieran haber sido adoctrinados. Porque, con frecuencia,
acontece que hay algunos prelados poco prudentes, que no se atreven a hablar con
libertad por miedo de perder la estima de sus súbditos; con ello, como lo dice la Verdad,
no cuidan a su grey con el interés de un verdadero pastor, sino a la manera de un
mercenario, pues callar y disimular los defectos es lo mismo que huir cuando se acerca el
lobo.
Por eso, el Señor reprende a estos prelados, llamándoles, por boca del profeta: Perros
mudos, incapaces de ladrar. Y también dice de ellos en otro lugar: No acudieron a la
brecha ni levantaron cerco en torno a la casa de Israel, para que resistiera en la batalla, el
día del Señor. Acudir a la brecha significa aquí oponerse a los grandes de este mundo,
hablando con entera libertad para defender a la grey; y resistir en la batalla el día del
Señor es lo mismo que luchar por amor a la justicia contra los males que acechan.
¿Y qué otra cosa significa no atreverse el pastor a predicar la verdad, sino huir,
volviendo la espalda, cuando se presenta el enemigo? Porque si el pastor sale en defensa
de la grey es como si en realidad levantara cerco en torno a la casa de Israel. Por eso, en
otro lugar, se dice al pueblo delincuente: Tus profetas te ofrecían visiones falsas y
engañosas, y no te denunciaban tus culpas para cambiar tu suerte. Pues hay que tener
presente que en la Escritura se da algunas veces el nombre de profeta a aquellos que, al
recordar al pueblo cuán caducas son las cosas presentes, le anuncian ya las realidades
futuras. Aquellos, en cambio, a quienes la palabra de Dios acusa de predicar cosas falsas y
engañosas son los que, temiendo denunciar los pecados, halagan a los culpables con
falsas seguridades y, en lugar de manifestarles sus culpas, enmudecen ante ellos.
Porque la reprensión es la llave con que se abren semejantes postemas: ella hace que
se descubran muchas culpas que desconocen a veces incluso los mismos que las
cometieron. Por eso, san Pablo dice que el obispo debe ser capaz de predicar una
enseñanza sana y de rebatir a los adversarios. Y, de manera semejante, afirma Malaquías:
Labios sacerdotales han de guardar el saber, y en su boca se busca la doctrina, porque es
mensajero del Señor de los ejércitos. Y también dice el Señor por boca de Isaías: Grita a
plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta.
Quien quiera, pues, que se llega al sacerdocio recibe el oficio de pregonero, para ir
dando voces antes de la venida del riguroso juez que ya se acerca. Pero, si el sacerdote no
predica, ¿por ventura no será semejante a un pregonero mudo? Por esta razón, el Espíritu
Santo quiso asentarse, ya desde el principio, en forma de lenguas sobre los pastores; así
daba a entender que de inmediato hacía predicadores de sí mismo a aquellos sobre los
cuales había descendido».
Muy acertada su cita de San Gregorio Magno, que ayer leíamos en Laudes. Gracias por hacerla presente en zona de comentarios.
Creo que en estos momentos difíciles es muy necesario alimentarse de las Reglas Pastorales de este admirable Doctor de la Iglesia. Son de gran provecho espiritual. La contracara de los libros de autoayuda del Trucho bergogliano.