por La Cigüeña de la Torre | 30 marzo, 2022
O, mejor, lo que dijo Doña Rafaela porque casi todo es de ella:
Queridos amigos en la presentación de este nuevo libro de Jorge González Guadalix que hoy nos convoca en este hermoso lugar serrano que es el escenario de su ministerio sacerdotal. Querido y gozado por él. Porque Braojos, La Serna y Piñuécar no son ningún destierro sino el destino deseado por este serrano de alma que ha vuelto a sus orígenes tan enrraizados en él.
Pues en la Sierra, dicen que pobre, la verdad que bellísima, estamos convocados a este acto que todos estamos convencidos no es en honor de un pobre cura de un pobre pueblo de una pobre sierra.
Señor Alcalde de Braojos: Ya me habría gustado al final de mis días haber sido alcalde de tan hermoso pueblo, en tan bello lugar, con tan espectacular iglesia y con un cura como Don Jorge. Por todo ello, enhorabuena, señor alcalde.
Y ahora, las rebajas. A Don Jorge. ¿A quién se le ocurre, salvo al que asó la manteca, traer a su libro y a este acto a José Francisco Serrano. a Juanjo Romero y a mí?
Siempre he sido discretísimo en manifestar amistades. Por no perjudicar posibles promociones. Pero si alguien se declara amigo mío, y siendo verdad, solo me cabe reconocer y agradecer la manifestación. Y yo, con mis amigos, hasta donde haga falta. E incluso más allá. Que uno suele pasarse.
Aunque si Don Jorge quiso y logró esta promoción, de una buena parroquia de Madrid a tres de la Sierra pobre, que entre las tres no sumarán más de quinientos habitantes, el declararse amigo nuestro no va a suponerle traslado a parroquias de menos habitantes. Porque no las encontrarán. Y hasta es posible que pueda ser un paraguas si viniera chaparrón. Que como los tres nos pongamos a algo, tiembla el misterio. Y lo saben
Desde este preámbulo, aquí estoy. En el libro y en Braojos. «Pa» lo que haga falta.
El cura se encontró con Doña Rafaela, que ha sido un recurso literario para expresar que se había encontrado consigo mismo, y ha creado un personaje con el no pocos se encuentran identificados. entre ellos yo, en estos días de confusión eclesial verdaderamente notables.
Esto es lo que hemos tenido que superar Doña Rafaela, Guadalix, yo y muchos más
Con «una fe a prueba de concilio, postconcilio, curas y bobadas varias que ha (hemos) tenido que soportar (y) considera engañifas eclesiales, tomaduras de pelo, pretendidas comuniones
con ruedas de molino y nadas varias revestidas de la modernidad más atrayente»
Y vean esta descripción que hace Doña Rafaela del buenismo imperante:
«Regar y abonar y punto. Pero claro, si me limito a eso, los pulgones se comen los
rosales, me aparecen las babosas que se alimentan que da gusto, los tallos estériles se adueñan de las viñas y sí, mucha caridad, pero hemos dejado que se pierda todo».
»Mira, cura, yo al final llego a una conclusión. Yo, Rafaela,
y lo hablaba con Joaquina y la María esta mañana. El catecismo
de Astete se entendía perfectamente. Acostarte con un hom-
bre que no fuera tu marido era pecado mortal y punto. Ahora
no es que deje de ser pecado, que por lo menos habría clari-
dad. Ahora es peor: porque es, o no es, o puede ser, o vaya
usted a saber, o depende del cura, o de las circunstancias, o de
que quieras entenderlo, o de que personalmente lo compren-
das o no.
Total, que nos acaban de regalar un documento, después
de no sé cuántas reuniones de obispos en Roma, para llegar a
la conclusión de que depende, pero tampoco veo claro exacta-
mente de qué depende. Para esa burra no necesito yo alforjas.
Por cierto, cura, ¿el catecismo de Astete sigue siendo válido o
quizá es poco misericordioso?»
Lo que está claro, lo queramos reconocer o no, es el fracaso
de la catequesis y de la enseñanza religiosa en los últimos cin-
cuenta años. Tenemos una muchedumbre de gente que no
practica su fe, pero que además no tiene ni idea de las cuestio-
nes más básicas de la fe, lo que, tratándose de un país de hon-
da tradición cristiana, tiene sus bemoles.
Cincuenta años de compartir, la misa es una fiesta muy ale
gre, tu amigo Jesús, o el Chuchi, todo vale y qué más da, nos
han regalado una generación de analfabetos católicos. Agarren
a un grupo de niños que van a hacer su primera comunión o
que acaban de hacerla y pregunten, pregunten si se atreven.
Salvo contadas excepciones, no saben nada. Pero nada de
nada.
Bien. Lo sabemos. Lo constatamos. Nuestros templos va-
cíos y la incultura religiosa se lleva como un triunfo. La gente
se jacta de no saber nada de religión católica. País de burros.
Nos da igual. Seguimos con las mismas, es decir, con la inútil
pedagogía de colorear, cantar chorradas, dar por buena cual-
quier cosa que se les ocurra a los niños y una forma de ense-
ñar que se mueve entre canciones ñoñas y ridículas con gesti-
culación vergonzante en cuanto tengan dos años más, mucho
rotulador, hacer sopas de letras y un colegueo absurdo entre
niños, catequistas y sacerdotes, al que añadimos reparto de
piruletas. ¿Objetivo de la catequesis? Que vengan a gusto y se
lo pasen bien. Para eso mejor el parque de atracciones.
Me hago preguntas. Por ejemplo, si gracias a esta nueva me-
todología catequética, tan nueva que llevamos con ella más de
cincuenta años, nuestros niños son más piadosos, rezan más y
conocen mejor la doctrina. La verdad es que no. ¿Entonces
qué hacemos? Pues lo mismo de los últimos cincuenta años,
pero añadiendo refrescos. Fabuloso».
Y llegamos a la reivindicación del derecho canónico
«Siguió diciéndome Rafaela:
— De vez en cuando lo leo y hasta alguna vez me lo han di-
cho: menos derecho canónico, menos catecismo y más espíri-
tu evangélico, como si el catecismo y el derecho canónico fue-
ran inventos eclesiales para hacer la puñeta a los fieles y
jorobarnos todo lo jorobable al pueblo de Dios. Yo voy al re-
vés, ya sabes: más catecismo, más derecho canónico y menos
gaitas.
— Cuanto más liberal un clérigo, cuanto más amante de la
libertad y alérgico a catecismo y derecho canónico, más dicta-
dor en lo suyo: predico lo que quiero, celebro como me da la
gana, hago papeles si me parece, me ausento de la parroquia lo
que considere oportuno y que no me falte la nómina a fin de
mes. Por cierto, mis ausencias de la parroquia las cubre ese
cura menos liberal al que le toca decir las misas de las que mi
soberanía me dispensa.
Tanto el catecismo como el derecho canónico son la gran
defensa del pobre y el pequeño, de esos feligreses hartos de
tener que escuchar las ocurrencias del cura Pancho y de so-
portar sus genialidades: hoy no hay misa, mañana celebración
penitencial con absolución general, este verano vacaciones en
agosto, dos cursos en julio y una semana de encuentro de no
sé qué en septiembre, así que me voy a finales de junio y no
creo que pueda regresar hasta casi octubre. Claro que cuando
los feligreses protestan por esas misas casi sin ornamentos, las
telarañas en los confesionarios, el despacho cerrado de forma
casi permanente, las ausencias del párroco y un sagrario es-
condido, y dicen: «Es que mire usted, don Pancho, no hay de-
recho a que nos haga esto, que usted tiene sus obligaciones»,
se encuentran con la respuesta sabida de su cura: «Obligacio-
nes, obligaciones… Menos derecho canónico y más evange-
lio», ante lo cual Rafaela no tiene más remedio que soltar:
«Aquí con el cuento del evangelio lo que hay es mucha cara».
No, no me salgan ahora con lo de los pobres y la misericor-
dia con el débil, que los veo venir. Santa Teresa de Calcuta,
ejemplo de una vida dedicada a los menesterosos más que na-
die, JAMÁS tuvo necesidad de saltarse el catecismo o el dere-
cho para hacerlo. Más aún, decía a sus hijas, las misioneras de
la caridad: «¿Queréis ser santas? Cumplid las reglas». Pero ya
se sabe que santa Teresa de Calcuta era una mujer muy de
normas pero nada evangélica. Evangélico y conciliar, Pancho.
No se fíen de esos supuestos liberales que, como prueba de
su talante aperturista, van echando pestes de leyes y normas.
No se fíen. Todos los dictadores, grandes o pequeños, lo pri-
mero que hacen es ponerse el disfraz de corderitos demócra-
tas, denostar leyes y normas por la aparente cosa de la libertad
del pueblo y luego, como ya no tienen cortapisas, entre otras
cosas porque se lo hemos consentido, se dedican a hacer lo
que les da la gana y a convertirse en los mayores dictadores».
«Mariano aprendió que en la Iglesia católica hay dos tipos de
gente. Por un lado, un resto, aún abundante, de gente incapaz
de evolucionar personalmente, asustadiza ante la posibilidad
de tomar sus propias decisiones y horrorizada aún ante eso
tan antiguo, incomprensible y falso de toda falsedad como es
el infierno. Gente que obedece a los curas y se cree todo lo que
dicen los obispos y el papa, equivocados de punta a punta, ex-
cepto el papa Francisco. Así que el bueno de Mariano despre-
cia la tradición, el magisterio, el catecismo, cosas humanas,
que dice él, para quedarse con algo tan fundamental como el
evangelio y lo importante es amarse, que para saber eso tam-
poco hace falta leerse no digo los cuatro evangelios, ni siquie-
ra uno. Se sabe. Mariano pertenece al grupo de los otros, los
iluminados, los de hoy.
Mariano, que se refiere a la tradición y al magisterio como
meros productos humanos, ha dejado, evidentemente, de ser
católico. Ya no es ni siquiera evangélico, porque los evangéli-
cos medio serios al menos estudian la Biblia. Él está por enci-
ma de todo eso. Sabe, conoce, discierne desde su realidad sin
problema ninguno y ni por asomo se plantea la posibilidad de
equivocarse en algo. Mariano no es católico, ni evangélico ni
nada. Simplemente es infalible.
La Iglesia hoy está llena de Marianos que no leen la Escritu-
ra, desprecian la tradición y pasan ampliamente del magiste-
rio. Marianos que no tienen más criterio, mejor fundamento y
apoyo vital que ellos mismos, sin capacidad de la más mínima
duda, sin necesidad de contrastar o revisar sus postulados.
Esta es la realidad de nuestra Iglesia a día de hoy. Una Igle-
sia de Marianos autodidactas que se sostiene por las Rafaelas
que siguen fieles a lo de la señorita Julia, aportan sus céntimos
y encima, a veces, tienen que aguantar desprecios. Bienaven-
turadas ellas».
«Bien se explicaba el padre, pero que muy bien. Utilizaba pa-
labras nunca antes oídas. Habló de la apertura del corazón ante
la inmensidad de lo divino y la misericordia compasiva frente
al sufrimiento planetario. Dijo que Dios quería hombres muy
humanos embarrados en el dolor para que pudieran vivir una
profunda metanoia desde la vivencia de la kénosis radical en la
apertura a la trascendencia. Les exhortó a ser ellos mismos, a
purificar el yo profundo y comprender que la gran tarea es
construirse uno mismo en la apertura a la alteridad.
En cualquier caso, cosas de Rafaela, no hay nada más absur-
do y sin sentido que eso de enfadarse con Dios. Porque, a ver,
si Dios no existe, enfadarse con él es una ridiculez, es como
negar el saludo al Yeti, al monstruo del lago Ness, a la abeja
Maya, a Homer Simpson, a Mortadelo y Filemón o a la madras-
tra de Blancanieves. Ahora bien, si existe, mejor no andar ju-
gando, no sea que se cabree y la liemos.
¿Tú sabes lo que está pasando con todo esto, y con eso de
que si los separados, los arrejuntados, los homosexuales
— maricas se decía antes, que eso de gay no me sale—
pueden
comulgar? Yo te lo explico.
»Lo que la gente está entendiendo es lo siguiente: primero
de todo, que la Iglesia se tiene que adaptar a los tiempos. Así
que, si la gente se separa, pues darlo por bueno, y si se arrejun-
tan, también. Que digo yo que vaya ridículo el de los mártires.
Se podían haber adaptado a la costumbre de ofrecer sacrifi
–
cios a los emperadores. Habrían estado con su tiempo y se
hubieran ahorrado el martirio.
»Que es igual contraer matrimonio por la Iglesia que no,
que lo que hace falta es que se quieran. Un sacramento menos.
Que la misericordia consiste en que todo tiene que parecer
bien, sea lo que sea, y que como Dios es bueno y es santo y es
misericordioso, pues traga con todo como un abuelo medio
memo. Así que no hace falta confesarse. Otro sacramento me-
nos.
»¿Sabes la consecuencia? Facilito. Que si tú predicas lo que
debes, la gente se va a enfadar, van a ir con el cuento al obispo
y te vas a quedar con el trasero al aire. Así que tú verás lo que
haces.
»Vamos a ser claros, cura, que no digan que dejo las cosas a
medias. Atento a lo que voy a decirte: mucho nos movemos,
pero la cuenta de resultados pastorales tiende a cero. Un dato
más: el número de matrimonios por la Iglesia en España no
llega a un treinta por ciento del total. Algo está pasando y de
enorme gravedad. Pues si trabajamos, si nos movemos, si te-
nemos en nuestras manos un buen número de niños y jóve-
nes, ¿qué es lo que está pasando?
»A mi modo de ver el problema de fondo es el de haber
convertido a nuestra Iglesia en un reino de taifas en el que
cabe absolutamente todo en dogma, moral y liturgia. ¿Quién
se va a fiar de una institución en la que, dependiendo de don
–
de acudas, las cosas son no solo diferentes, sino hasta contra-
dictorias? No. No hace falta pasar de una diócesis a otra, basta
pedir confesión en media docena de parroquias y está claro el
problema. En unas no habrá confesionario, en otra el sacerdo-
te no tendrá tiempo, en esta que si lo que usted dice ni es pe-
cado ni nada y haga lo que quiera, en aquella que pecado mor-
tal y en esa otra lo de confesarse no tiene sentido»
.
»Se puede también hacer el esfuerzo de acudir a misa do-
minical cambiando de iglesia para encontrar celebraciones
con o sin casulla, con lavabo quizá si hay suerte, exactas en las
rúbricas o de liturgia alternativa. Parroquias en las que lo mis-
mo tienen establecidas las cuarenta horas que un grupo de tai-
chí, otro de yoga y uno más de cultivo de la memoria. En la
predicación mejor ni entramos. Difícil encontrar algo más que
un «Dios es bueno y hay que quererse y ayudar a los pobres»,
que está bien, pero quizá quede un poco justo.
»Lo de la teología mejor lo dejamos. Cristo es Dios, o no es
Dios, o es un profeta, o es vaya usted a saber. La resurrección
es, o no es, o se trata de una experiencia, o que está vivo en
nuestros corazones. Y para la Eucaristía dejemos de utilizar la
palabra transubstanciación, que no se entiende.
»Total, que la gente dice: «Esto es un cachondeo y no se
ponen de acuerdo ni ellos mismos». Vamos, que cada cura
hace lo que quiere, atiende lo que le parece y como le parece,
tiene sus ideas y todo es exactamente igual de válido. Mejor
dicho, todo válido sobre todo si es novedoso y rompedor, que
los partidarios de lo de siempre tienen que andarse con ojo.
Pues señores y señoras, esto es lo que hay, que ante tamaña
falta de seriedad la gente deja de tomarnos en serio, lógico, y
a otra cosa mariposa.
»¿Confesarse? Bah, a ver lo que está mal y lo que no, y si los
curas no confiesan no será tan importante. ¿Ir a misa? Si se
puede. ¿Comulgar? Siempre que apetezca. El infierno no exis
te, Dios es bueno, todos igualmente al cielo y Lutero un santo.
Toda la vida diciéndonos el dolor de la división protestante y
ahora mira por dónde, Lutero santo súbito.
»¿La culpa? No. No la tenéis solo los curas, que perfectos no
sois. La culpa, más arriba. Por consentirlo. Se entiende, creo.
Y hablando de más arriba, no sé si decir algo, porque, aunque
no me gusta, es cosa del papa, y yo ahí no quiero meterme».
«Rafaela, cuando escucha opiniones raras en su parroquia de
esa gente que parece que todo lo sabe y en todo aparece, siem-
pre pregunta lo mismo: «Antes de nada, ¿usted va a misa, se
confiesa, reza, colabora con su parroquia en cosas concretas,
acepta el catecismo?». Y si la respuesta es: «Hay que respetar
la libertad», Rafaela responde: «Vale, comprendido». Y direc-
tamente desconecta».
«Tuve que estarme unos días en Madrid por cosas de médi-
cos, y un domingo acudí con mis sobrinos a la parroquia del
barrio. Precioso sermón del cura explicando el sínodo y ha-
blando de tolerancia, respeto, aceptar a los demás, no discri-
minar a nadie.
»Al acabar la misa quise saludar al señor cura a la salida y
aproveché para decirle que yo no me sentía respetada, porque
no comprendía la razón para que en esa iglesia no existieran
reclinatorios, porque está mandado arrodillarse en la consa-
gración y yo, con la artrosis que se me clava como un puñal,
las pasé canutas para arrodillarme en el suelo, y encima casi
sin sitio, y que si quiere respetar que deje los reclinatorios y
que cada cual haga lo que quiera.
»El pobre cura, sonriente, me dijo, medio en plan de bro-
ma, que es que yo era un poco antigua, que hay que ser más
modernos, y que lo que tenía que hacer era entender que si se
había decidido quitar los reclinatorios sería por algo.
»«Vale, ¿pero me puede decir el algo? Porque yo ni moder-
na ni antigua, pero si hay unas normas, habrá que cumplirlas.
Así que menos respetar, menos tolerancia y más hacer las co-
sas como están mandadas. Que la primera falta de respeto es
hacerlas como a usted le parezca. Respetar a los demás es ha-
cer las cosas como se debe y no como a usted le dé la gana, que
yo también tengo mis derechos».
»Pues a lo que iba. Cada vez que alguien me dice que hay
que respetar, he acabado comprendiendo que en realidad lo
que quiere decir es que hay que aguantarle lo que le venga en
gana, tolerar que haga de su capa un sayo y si protestas eres
una fascista, una retrógrada, cavernícola, neocón y, sobre
todo, infocatólica, que hasta ya me lo han llamado alguna vez.
¿No ves que saben que tú escribes ahí?
»Rafaela… Conservadora, carca, infocatólica… No, Jorge,
no. A mí me enseñaron a respetar y a vivir según las normas
de la Iglesia. Pasó el concilio, me dijeron que las misas de cara
al pueblo y en castellano, y sin problemas. Las normas son las
que son y si no valen que las cambien. Pero eso de tener que
tragar con las ocurrencias de cada cual so capa de respeto y
tolerancia pues como que no. Pero claro, si lo dices y pides
explicaciones, fascista y retrógrada. Pues sí, y también infoca-
tólica, y a mucha honra. ¿Pasa algo?
»Ya sé que soy un poco bruta, pero no creo que pase nada
porque el señor cura se entere de que es un dictador y que eso
ya no cuela».
Concluyo con dos composciones que un lector de mi Blog, de versificación fácil, Carlos Núñez, dedicó a la Señora Rafaela
Que no le ahuequen el pelo
(cardándolo en demasía),
en esa peluqueria;
que debe calzar capelo.
Con cordones retorcidos,
que acaben en grandes borlas;
que con sus trenzas tan tordas,
resbalen por sus vestidos….
Si Lerma, a un duque tunante
vio un día ser cardenal….,
Braojos,sin ser igual,
ya pasa a Lerma delante:
Y,por fundar nueva escuela,
nos propone a una mujer
que muy bien puede ejercer
la Púrpura:¡Rafaela!
Mejor que cualquier novela,
ya historicista o de ocio
es- con licencia de «Socio»-
escuchar a Rafaela.
A la cabeza,un pañuelo;
sobre el busto,una toquilla:
Ésta, es muceta sencilla;
aquél, humilde capelo.
Y eso sí:Una Fé tan recia
que, ni el grande Belarmino,
ni aquel Besarión supino,
la pueden dejar por necia…
Esa mujer es la leche,
sin pisar un Seminario.
(Que enseña más un Rosario
que un doctor » sin aproveche»)…
Y pues…, tantos ha rezado,
tal es su Sabiduría
que Lovaina es frusleria,
ante tamaño dechado.
Y es que…apelar a «estipendios»
en la Escritura Sagrada,
capacidad es probada
de apagar miles de incendios…
Debiera, de colorado ,
vestir;más no por los rojos…
Que esta mujer,en Braojos,
es- de la Iglesia-….¡Tejado!.
Seguro que todos los asistentes pasaron una jornada deliciosa. Lástima que yo no pudiera estar entre el público. Un cordial saludo a ustedes tres; a Don Jorge, a usted, Don Francisco José, y a Don Carlos Núñez. Que Dios y Nuestra Madre les bendigan siempre.
Estimado D. Pacopepe, entre amigos y hermanos, D. Jorge y compañía, se palpa la esperanza de un futuro mejor frente a tanto desvarío. Mi enhorabuena y simpatía para quienes han hecho posible un muy merecido reconocimiento a una buena persona y buen cura, con sus Rafaelas y su parroquia virtual.
Rafaela de mis entretelas:
El modus operandi de los farsantes revolucionarios(incluidos los eclesiales),es siempre el mismo:
Tempus 1:¡Libertad!.!Tolerancia!.¡Libre expresión!
2.Tempus 2:
Cuando gracias a tal estrategia se hacen con el poder,se emplean a fondo para «crear» un pensamiento único sobre el que se modele una pseudomoral única.
Tempus 3:Logrado el objetivo, se instala sin tapujos su tiranía.Con el deseo cada vez menos inconfesable de que también sea única,por ser planetaria.
Thomas Molnar lo vio bien claro:Mientras el poder de este mundo permanezca dividido,aún quedarán claros y oasis de libertad.
Don Jorge es párroco de tres pequeñas localidades pero posee una parroquia virtual que supera con creces los fieles que acuden a muchas Catedrales. Voy a imprimir la presentación de don Francisco para añadirlas al libro. Son palabras que muestran honda preocupación por el presente pero también que vemos lo que está pasando y que no vamos a dejar que los pulgones se coman al rosal, al menos nuestros los rosales.
Me quedo con eso:
La parroquia virtual de don Jorge es muchísimo mayor que la física. Eso sí son los auténticos signos de los tiempos, en los que sin ninguna duda hemos de embarcarnos.
¡De cuándo acá, si estos medios hubieran existido, la chusma clerical hubiera obrado con la impunidad que lo hizo durante y después del vaticanazo segundo!
A nuevos tiempos nuevas armas.
Tal , cual !
. Lo he vivido con las catequesis de mis hijos porque allí no aprendieron nada de religión católica. Y eso que ,eran niños tranquilos y obedientes que hubieran asimilado bien lo enseñado si hubieran teñido buenos catequistas. En el catecismo de comunión les enseñaban a dibujar palomitas de la Paz , repartir estrellitas de Belen en Navidad y , de vez en cuando , fiestecitas de chuches para compartir con los amiguitos …y en el catecismo de Confirmación les hablaban del NO a las drogas y otros temas parecidos pero de religión na de na .Algo parecido ocurría en el colegio “ religioso “ al q iban . Se ve q la iglesia no tenia mucho interés en q aprendieran religión católica , no fuera a ser q la acusaran de “carca “ .
En fin , que lo q mis hijos saben de religión católica , lo aprendieron en casa , pero no dejo de pensar q con aquellos catequistas perdieron un tiempo precioso en las catequesis a las q fueron porque eran obligatorias para comulgar por vez primera y confirmarse después . Y , menos mal , q solo era una hora a la semana !
Yo le replicaría a Rafaela (aun compartiendo mucho de lo que dice sobre el pringoso sentimentalismo de determinadas catequesis y liturgias modernas, o sobre curas «liberales» que se comportan como pequeños dictadores): los que apostataron en masa de la fe en los años 70 habían sido educados en todo eso que usted considera tan maravilloso. Pregúntese, usted que es tan sensata, por qué tantísima gente rechazó todo eso que a usted le gusta tanto. ¿No será porque eso que a usted le gusta tanto no era tan maravilloso como intenta vendernos? Como dice mi madre (profesora jubilada), si un profesor suspende al diez por cien de los alumnos el problema es probablemente de los alumnos, pero si suspende al cincuenta por ciento es casi seguro que el problema es del profesor.
Joaquín, no fue así exactamente.
Es verdad que era necesaria una mejor pedagogía de la fe para los nuevos tiempos, pero sin alterarla. Simplemente, explicándola mejor. En aquellos años yo era estudiante en Salamanca, y casi toda mi promoción perdió la fe en el glorioso postconcilio porque los documentos conciliares se nos explicaron mal o no se explicaron.
Por ejemplo, se nos dijo que el rosario era cosa de viejas, algo ya pasado, y se dejó de rezar. La figura de Jesús se presentaba como un luchador antiimperialista (que sí, que hasta canciones nos enseñaron, que lo viví ); en mi Colegio Mayor, religioso, hubo sacerdotes que consagraban hogazas de pan y que no querían «vestirse de romanos» para celebrar Misa, así decían. Viví todo eso.
Así que no, no renunciamos a lo anterior: se borró mucho de lo anterior, que no es lo mismo. Y muchos nos sentimos estafados, porque, o nos engañaron antes o nos engañaron entonces…o nos engañan aún ahora.
Fue fantástica la presentación que hiciste, que hicisteis los tres. Solo puedo manifestaros mi agradecimiento una vez más. Y a ti, amigo y maestro, un fuerte abrazo de mi parte, la simpatía de doña Rafaela y un lametón de tu amigo Socio.
Una presentación sublime Don Paco Pepe, seguro que los tres presentadores ya saben o sospechan quienes serán preconizados arzobispos de Valencia y Madrid, pues el de Valladolid es vox populi. Todo apunta que será a primeros de julio -Blazquez ya ha confirmado su agenda para mayo y junio- y que será un tres por 1, tres arzobispos preconizados el mismo día.