Lo que perdimos cuando Dios se lo llevó

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No conocí a Pablo Domínguez personalmente. Aunque sabía de él. Personas muy cercanas a mí me hablaban maravillas. Y pensaba que algún día le iba a conocer. No pudo ser así. Dios se lo llevó en años muy jóvenes pero llenos ya de fruto y de enormes esperanzas. Dios se lleva a los mejores. No es cierto. Se lleva a los mejores, a los peores y a los mediopensionistas. Lo que pasa es que a los primeros los echamos de menos y de los segundos se nos hace muy larga su presencia. Aunque fuera corta. El Señor de la vida y de la muerte actúa de un modo que muchas veces no entendemos con nuestra limitada inteligencia. Por eso es un error intentar explicar, y explicarnos, sus decisiones. Él sabrá, sabe, lo que hace. Y todo lo que hace es bueno aunque nosotros pudiéramos querer, con nuestros pobres quereres, otra cosa. Con Pablo Domínguez se fue, a gozar de Él, un cura notabilísimo, como sacerdote y como persona, dejándonos en orfandad cuando tanto se necesitan curas como él. Tal vez para que comprendamos que es en Dios y no en los hombres en quien debe estar nuestra esperanza. Aunque haya hombres que tanto nos la alienten y confirmen. Como Pablo Domínguez. Murió trágicamente hace ya unos años. Hoy un amigo me hace llegar un vídeo con algunas intervenciones suyas que verdaderamente harán pensar en la necesidad actual de más sacerdotes como él. Pidámoselos a Dios. Necesitamos muchos Pablos Domínguez. Y él nos dijo que si pidiéramos recibiríamos. Ved el vídeo. Os animará en la petición. https://www.youtube.com/watch?v=YL5lkn1Xwhg&feature=youtu.be&app=desktop    

Comentarios
0 comentarios en “Lo que perdimos cuando Dios se lo llevó
  1. Tuvimos que oir, al dejar la Obra, las típicas frases despectivas con las que el Opus reniega de los suyos: ‘está enfermo’, ‘pobre chico’, ‘ha perdido el rumbo’… Luego nos dimos cuenta que fue al revés, al conocer tantos casos de ‘portazos’ sonados: Amadeo, Homero….y una larga lista.

  2. Lo conocí personalmente. Lo traté cuando fue catequista/seminarista en la parroquia de Santa Casilda de Madrid, una parroquia de Carabanchel donde la primera vez que se hablaba de la confesión y se animaba a ella era en a través de Pablo. Pude cenar con él en una ocasión en su comunidad de Coslada. Estuve cuando recibió el acolitado y lectorado en el Seminario. Hablé con él la noche antes de ordenarse en la Basílica de la Merced (Más conocida por los amantes del arte como «Los Astilleros Lenin»), lo traté después y recé por su alma (y reconozco que por la mía también) delante de su ataúd. Vi la peli que hizo Cotelo, y lo que puedo decir de él, es que era profundamente inteligente y un sacerdote muy de Iglesia. El quiso mucho al Opus y su entorno, y nunca le oí nada contrario a él, de hecho, la primera vez que yo conocí a uno del Opus, fue a él. Era un sacerdote magnífico, no se si mucho mejor, o peor que otros, pero que cumplió fielmente con su ministerio es una realidad. Muchos encontraron a Dios a través de Pablo, daba igual si eras muy listo o muy tonto porque era innegable que él se confiaba a Dios y Dios confiaba en él. tuvo muchos amigos y algún que otro envidiosón a su lado…también. Respecto a la chica fallecida junto a él tras subir a celebrar la Misa a la montaña, no sabemos si estaba en plena labor de ayuda espiritual, y Pablo, se encontraba más cerca de Dios en los peñascos y a lo mejor necesitaba esa cercanía para mejor cumplir. No se si era santo, pero si se que lo intentaba.

  3. Ayer tuvo lugar en Pamplona la presentación de las memorias del Cardenal Fernando Sebastián, nuestro Arzobispo emérito.
    En términos generales, decepcionante la alusión al Cardenal Tarancón como el gran guía y conductor de la Iglesia española hacia la transición en un modelo de acogida para todos. Y digo decepcionante por su evolución de un franquismo excaerbado a una oposición al régimen exagerada, todo ello en medio de grandes fracasos en materia de seminario, clero, secularizaciones, declive de órdenes religiosas,…no todo achacable a él por supuesto pero con una importante responsabilidad por su parte.
    Y el segundo aspecto inaceptable fue al aludir a los noviciados religiosos de su época (años 30 y 40), en concreto el suyo claretiano pero referido a las órdenes religiosas en general, como «rígidos y reglamentistas». Sin necesidad de acudir a la cita bíblica «por sus frutos los conoceréis», con noviciados llenos entonces, con fervor e ilusión ante la entrega al Señor en lo que se llamaba «perseverar en el estado de perfección», no sé si el Cardenal prefiere los noviciados actuales, vacíos en cantidad y calidad, viciados por la doctrina desviada y por las formas de vida cómoda y aseglarada.
    D. Fernando tuvo una cierta evolución durante la última etapa de su pontificado en Pamplona, a a partir del año 2000, ante los desmanes y las turbulencias provocadas por ETA y sus seguidores en sus distintos grados. De nuevo en estos últimos años, prevalece el balance escorado a unas ideas y prácticas que han traído el declive y la decadencia a la Iglesia española, entiéndase como Pueblo de Dios, jerarquía, religiosos y seglares, con notables excepciones.

  4. El salto cualitativo y la ‘fama’ la obtuvo una vez dejó la Obra y descubrió que la Iglesia era mucho más que un grupo cerrado y que el Espíritu Santo no tenía partido. También es cierto que entonces ‘algunos’ se olvidaron de él.

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