Marcelo González Martín, una gran figura de la Iglesia hispana en el Edad contemporánea
Y para conocerle mejor el libro que acaba de publicar Gonzalo Perez-Boccherini Stampa me parece imprescindible. El autor dedicó su tesis doctoral al pensamiento del que fue ante antepenúltimo arzobispo de Toledo, entre él (1971-1995), falleció en 2004, y Don Francisco Cerro (2019- ) ocuparon la archidiócesis primada el cardenal Don Francisco Álvarez Martínez (1995-2002), fallecido el 2022; el cardenal Don Antonio Cañizares Llovera (2002-2008), a quien acaban de aceptarle la renuncia como arzobispo de Valencia el pasado año 2022 y el arzobispo Don Braulio Rodríguez Plaza (2009-2019). La obra de Pérez-Boccherini, completísima, tiene 966 páginas y ha tenido que abreviar su trabajo de doctorado, permite adentrarse en el pensamiento de Don Marcelo con el convencimiento de que eso es lo que pensaba, en lo que creía, lo que amaba.
Está a punto de aparecer, puede ser cuestión de días, la tan esperada biografía de Don Marcelo, obra de su fidelísimo secretario personal Don Santiago Calvo Valencia. No me cabe duda que será óptima y seguramente definitiva. Pero también creo que el libro que ahora se presenta, que no es una biografía sino un estudio ideológico, aunque naturalmente tenga que tocar datos biográficos, hará que de la lectura de ambos resulte un cardenal González Martín tal como verdaderamente fue. Grande. Tan grande que llenaba el sitio en el que apareciera. Con su tamaño, con su voz… Y lo llenaba de un modo tan especial que todos teníamos a la vez sitio, y comodísimo, en el espacio que él llenaba. Como si lo llenara sin ocuparlo.
Y ahora. ¿qué pito toco yo en esta presentación? No me lo preguntéis a mí porque no sabría qué deciros. En mi infancia, ya tan lejana, había la socorrida contestación de doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder. Hoy a nadie se le escuchan esos términos. ¿Fue Don Marcelo uno de los últimos doctores eclesiales? ¿Se ha quedado sin doctores nuestra Santa Madre? No diría yo tanto pero cierto es que escasear, escasean. Y algunos que se tienen por tales tienen de ello lo que yo de entrenador de fútbol.
Pero sí puedo manifestaros que vengo encantado y por motivos que atañen al protagonista del libro y a su autor.
Tengo a Don Marcelo por la gran figura de la Iglesia hispana en la Edad contemporánea. Hubo sin duda otras de notabilísima altura, a su nivel si se quiere, pero no superiores. A ellos solo los conocí de lecturas: Quevedo y Quintano, Arias Teijeiro, Costa y Borrás, García Cuesta, Spínola, Gomá… Curiosamente todos eran conocidos por el apellido menos Spínola y González Martín que ambos eran para todo el mundo Don Marcelo. Como si buscáramos con ello una cercanía y familiaridad que superara en el corazón la identificación del apellido.
Tengo de Don Marcelo de Toledo, Don Marcelo de Sevilla, también cardenal, había fallecido mucho antes de mi llegada a este mundo, dos recuerdos que me acompañarán mientras viva pues los tengo muy guardados en el corazón. El primero es un tarjetón, con el escudo cardenalicio, fechado el 26 de junio de 1981, con su letra de difícil lectura, que comenzaba: «Muchas gracias querido Francisco José…»
El segundo, ya de este siglo XXI, en la Academia de Infantería toledana. Habíamos acudido mi mujer y yo a algún acto en el que participaba nuestro hijo Fernando, entonces teniente de aquel arma. En el patio no entraban los coches y poco antes de que comenzara el acto entró uno del que descendió Don Marcelo ya con algunas dificultades de movilidad. Le tenían reservado un solemne sillón, al que fue a saludarle el general que presidía el acto. Finalizado el mismo, nos acercamos a él mi mujer y yo a saludarle y apoyando el cardenal la mano derecha en un bastón y la izquierda en mi brazo fuimos desde allí hasta el paseo exterior por donde iba a discurrir el desfile. La fotografía de la portada del libro reproducía exactamente al Don Marcelo que había caminado apoyándose en mi brazo por lo que la he visto con gran emoción. Y aún me parece sentir el leve peso de su brazo sobre el mío.
Y el autor del libro que se presenta con quien también tengo vinculaciones personales. Gonzalo Pérez Morales, su abuelo paterno, era compañero mío en Renfe en mis primeros años profesionales. Responsable de la construcción y conservación de la catenaria, a la que mejoró con inventos propios, era un sabio genial y además una bellísima persona. Casado con una descendiente directa del gran músico que fue Bocherini no tenia la menor relación con Euterpe. A él lo que le gustaba era la electricidad. Y además el voltio gordo. Los otros quedaban para señalización, comunicaciones, alumbrado. Pero pensó que su mujer no se merecía su ignorancia musical y decidió superarla. Y aprovechando una gripe se puso la novena sinfonía una vez, dos, veinte… A la décima ya empezó a tomarle gusto. Y tras la veinte ya había dejado de sentirse incómodo como marido de una Bocherini. Ya no le molestaba la música. Aunque su favorita siguiera siendo la electricidad.
Y otra anécdota. De Pérez Morales habría cientos. Yo era el responsable de la gestión administrativa del Departamento de Instalaciones Fijas y un día me encuentro con una factura autorizada con su firma, duplicada. Una minucia de mil o dos mil pesetas que excluía cualquier sospecha de nada. Un simple error que había que subsanar. Voy a su despacho, le digo que ha firmado dos veces una misma factura y que me mande una carta anulándola. Pues con toda su ingenuidad, que por otra parte acredita la confianza que tenía en mí, me dice que él no firmaba las facturas, que eso lo hace su Jefe de Oficina falsificándole la firma. Era un sabio genial y bueno. Convencido además de la bondad del resto del mundo. Nunca observé en mis años de responsable del rigor administrativo ninguna anomalía
Pues en el recuerdo muy querido de Don Marcelo González Martín y de Gonzalo Pérez Morales, el gran personaje de tu investigación y de tu libro, y tu abuelo paterno, pasaré a decir algo, como corresponde, de la obra que se presenta: «El alma católica de España. El pensamiento del cardenal Marcelo González Martín» Y comenzaré diciendo que me parece completísima y excelente.
Después de su lectura se conoce mucho mejor a Don Marcelo y se le admira más.
Señala el autor, con gran acierto, «su visión admiradora de la historia de España», lo que le llevó a un permanente amor por su patria en la que la esencia religiosa era consustancial. Y así sus dos amores a la la Iglesia y a España, consecuencia ambos de su amor y su entrega a Cristo, parecieron unìdad indivisible. Y también clarividente. Cuando hoy nos encontramos a España con tantas Iglesias semivacías, tantos conventos abandonados, las órdenes y congregaciones religiosas, masculinas y femeninas, con contadísimas excepciones, en trance de que el último anciano apague la última luz, tantos seminarios sin seminaristas, las misiones de América, África y Asia donde miles de españoles y españolas daban testimonio de Cristo son hoy mero recuerdo del pasado, Una Iglesia casi sin bautizos, confesiones, matrimonios, últimos sacramentos, con muchos más ateos que católicos practicantes, con el divorcio y el aborto sin límites y la eutanasia ya legalizada, cualquier unión equiparada al matrimonio, la unidad de España rechazada por no pocos, la responsabilidad de los padres sobre sus hijos, negada, etc., etc., es imposible no recordar las reservas que el cardenal González Martín expuso públicamente sobre la Constitución que se proponía a los españoles y, permanentemente con una línea pastoral absolutamente contraria a la que propició el desastre actual.
De esto último fue ejemplo paradigmático su seminario. Cuando todos se hundían, el suyo se multiplicaba con asombro de España y hasta del mundo. Se encontró, recién llegado a Toledo, con un centro asambleario y progresista y al instante lo cambió con una sencilla alternativa: O a mi seminario o la calle. Y nació su obra magna: el Seminario de Toledo. Gloria de la Iglesia. de la archidiócesis primada y de Don Marcelo. Una diócesis de tamaño medio, que no llega a los tres cuartos de millón de habitantes, tenía ella sola casi más seminaristas que todas las demás de España juntas. Y a la sombra fecunda de Don Marcelo llegaban de todos los lugares de la patria quienes querían ser sacerdotes según el Corazón de Cristo.
Extremó el cuidado en la elección de profesores y formadores, en la disciplina de centro y en la exigencia intelectual, la relación de los invitados a hablar a los seminaristas sorprende por su número, su nivel y la absoluta ortodoxia doctrinal de todos ellos. Y así consiguió un Seminario modelo que fue el asombro de la Iglesia española y de la universal.
Por el número de seminaristas, por el de sacerdotes ordenados cada año. Toledo es el único obispado español en el que apenas hay dos localidades, y de escasísimos habitantes, encomendadas a un único sacerdote mientras que abundan los pueblos incluso de escasa entidad con su párroco y un vicario. Además tiene la archidiócesis encomendado un obispado peruano que sostiene ejemplarmente con el clero de Toledo. Y hay bastantes sacerdotes de Toledo en otras diócesis de España y de fuera de ella.
Y eso que a Don Marcelo se le aceptó la renuncia en 1995 y falleció en 2004. Naturalmente que se ha notado su falta y su Seminario ya no es lo que fue. Pero mantiene un nivel y un número de seminaristas digno, aunque notablemente menor. La sombra protectora de quien fue su alma continúa sobre él.
Para cerrar esta evocación de aquella asombrosa obra, decir que de aquel centro con tanta impronta marceliana han salido ya veintitrés o veinticuatro obispos, cifra que creemos no alcanzada por ningún otro seminario diocesano.
¿Qué digo no alcanzada? Ni aproximada remotamente por ningún otro Seminario diocesano?
Y llegados a este punto, presidiéndonos el Eminentísimo Señor Cardenal arzobispo emérito de Madrid Don Antonio María Rouco, autor, además del prólogo al libro que presentamos,y metropolitano vecino de Don Marcelo por un año y un mes, creo que sería injusto por mi parte no mencionar a quien fue veinte años mi arzobispo. Y con reconocimiento agradecido.
Dos grandes pontificados, dos arzobispos que dejaron sus diócesis muchísimo mejor de como se las encontraron; el Seminario de Toledo resultado áureo del cardenal González Martín y el Seminario de Madrid y la Universidad de San Dámaso como logros excelentes del cardenal Rouco Varela… Gracias, Señor Cardenal arzobispo emérito de Madrid: por su persona, por su gobierno, por su presencia en la evocación de Don Marcelo.
Y para cumplir con las indicaciones que se me señalaron somerísimo paseo por el muy completo contenido del libro: el alma católica de España. Que era el alma católica de Don Marcelo. En una unión simbiótica de la catolico y lo español de óptimo resultado. Tal vez porque esa unión de lo uno y lo otro fuera, por usar un término antaño muy litúrgico, y por supuesto que con todas las reducciones necesarias, consustancial.
La historia de España, los Concilios de Toledo con muy especial incidencia del tercero, la Hispanidad, el Siglo de Oro y Trento, el Siglo XIX con su amplia problemática, la República, los mártires, Franco, Barcelona. el caso Añoveros, la Transición, la Constitución, el divorcio, la enseñanza, el Vaticano II, la crisis…
Todo tratado con detenimiento y competencia que hacen del libro excelente ayuda para entender sobre todo a la gran figura eclesial que fue Don Marcelo pero también es muy importante para una acertada comprensión de la historia de España y de la Iglesia a través del pensamiento siempre interesante del cardenal González Martín.
Vaya pues mi más expresiva felicitación al autor por tan interesante y completo libro cuya lectura recomiendo sin la menor duda-
Muchas gracias por su atención.