LIBERALISMO, SUBSIDIARIEDAD Y BIEN COMÚN
El nuevo presidente argentino se define como liberal-libertario. El liberalismo es un error y seguimos pensando con Félix Sardá y Salvany, un pecado (El liberalismo es pecado, Barcelona, 1887, p. 20). ¿Habrán votado por el error y el pecado tantos millones de argentinos? No lo creemos.
Para intentar aclarar esto van estas líneas que comienzan con la acusación contra la jerarquía de nuestra Iglesia local por no aprovechar la circunstancia favorable para hacer conocer, difundir y señalar la importancia del principio de subsidiariedad o de acción subsidiaria, el cual junto al del bien común político y a él subordinado, son los dos hitos en lo que se apoya la Doctrina Social de la Iglesia.
El recordado Juan Vallet de Goytisolo ya señalaba que “lo contrario al absolutismo no es el liberalismo, es el principio de subsidiariedad… lo opuesto al atomismo del contrato social de Rousseau y de su consecuente democracia, no es la monarquía absoluta y autoritaria; es también el principio de subsidiariedad” (Tres ensayos, Madrid, 1981, p. 113).
Ante todo, queremos señalar que este principio pertenece al orden natural en la construcción de las sociedades políticas: se comienza por la familia; se continúan por los llamados grupos infrapolíticos o cuerpos intermedios territoriales, profesionales, educativos, deportivos, culturales, y al término la llamada sociedad global, hoy el Estado o sociedad política. La construcción es de abajo hacia arriba, empieza por los cimientos que deben ser sólidos, ya que nada sólido se puede construir con materiales podridos.
Porque hay dos formas de entender el origen de la edificación de las polis: una atomista, que parte del individuo aislado; otra orgánica, que parte de la familia. En la primera, la sociedad política será una suma de individuos; en la segunda, un conjunto de familias y de otros grupos infrapolíticos.
En un artículo excelente, otro añorado amigo, Claudio Finzi, distingue la subsidiariedad orgánica y la residual. En la primera, la política es “conservada y exaltada al máximo grado y reconocidas las tareas y los deberes originarios de los grupos infrapolíticos. En la subsidiariedad residual la política es vista con extrema desconfianza… como un costo que sociedad debe afrontar los elementos negativos, que no es posible suprimir del todo. Es necesario pagar a los magistrados, a los soldados, a los empleados públicos, pero estos tienen solo una función de defensa contra las imperfecciones. Y cuanto menos intervengan, mejor” (“Subsidiariedad y bien común”, en Ethos, Instituto de Filosofía Práctica, Buenos Aires, 2011, n°26 p. 174).
Naturaleza e historia son notas de la subsidiariedad orgánica; geometría social de marca ilustrada para la residual. Y esto nos lleva al desarrollo histórico de ambas.
La orgánica viene de Aristóteles, Santo Tomás, los teólogos españoles del siglo XVI, Vico y aparece con su actual nombre y desarrollada con precisión en la encíclica Cuadragésimo anno de Pio XI.
Enseña Finzi en el artículo citado que “la residual nace mucho más recientemente y se desarrolla en el pensamiento político estrechamente ligado con el económico. Adam Smith y el liberalismo en todas sus formas. Saint-Simón y la ideología tecnocrática” (art. cit. p. 175).
Concluye el profesor de Perugia su aporte pleno de sensatez, señalando que “no debemos dejarnos llevar a una indiscriminada aversión al Estado en cuanto tal, al punto de quererlo eliminar o limitar demasiado, en nombre de la autonomía de los cuerpos intermedios, cayendo en el culto de la subsidiariedad residual, enemiga del hombre y de su vida política, en nombre de la exaltación de la economía y del individualismo liberal” (art. cit., págs. 176/177).
El Estado en las circunstancias actuales es necesario, debe ser una persona de bien y es el principal gestor del bien común político, que debe estar abierto al Bien común trascendente y separado, o sea a Dios.
Bernardino Montejano
1. Es un error el artículo porque no define lo que es el Liberalismo.
2. Salvany lo define así: En el orden de las ideas es un conjunto de ideas falsas; en el orden de los hechos es un conjunto de hechos criminales, consecuencia práctica de aquellas ideas.
3. El problema de Salvany es la praxeología que refuta su definición. Él mismo se contradice cuando admite la alianza política entre católicos y liberales, porque como dice San Pablo antes que aliarse con el Pecado mejor que se destruya el mundo. Por tanto, no todo Liberalismo es pecado.
4. El Liberalismo de Adan Smith parte del error protestante de la intervención sin límite del Estado. Lo correcto del Liberalismo es el económico como lo define la Escuela católica de Salamanca.
5. La Doctrina social de la Iglesia no es revelación de Fe divina. Por lo que, puede contener error si va contra la ciencia de la Economía.
6. El Estado no forma parte del proyecto de salvación de Dios: I Samuel 8.
7. El liberal libertario busca limitar al Estado en las interrelaciones de los individuos, que es la sociedad. El liberal contra la libertad de lo que es la persona, es el marxista, peronista, absolutista, socialista, comunista, fascista, …