Lecturas LXXIV: Don Marcelo

|

  Cardenal Marcelo González Martín Cardenal Marcelo González Martín: Obras, X. Prólogos y comentarios al Evangelio. Instituto Teológico San Ildefonso de Toledo, Toledo, 2014, 562 pgs. En vida del cardenal se publicaron nueve tomos, ahora aparece un décimo que creo muy importante. Y se nos dice que existe material para un libro más del que incluso se adelanta el título: Magisterio espiritual. Don Marcelo fue una figura inmensa de nuestra Iglesia y todas sus enseñanzas son permanentemente aprovechables. Yo las propondría de lectura obligada en todo aquel en quien fuera a recaer una mitra. Nos ahorrarían, y se ahorrarían, no pocas estupideces. O cosas peores. Este tomo es muy homogéneo pues contiene exclusivamente la mayoría de los prólogos que escribió, algunos han aparecido en volúmenes anteriores y no se repiten, y los comentarios al Evangelio que el cardenal publicó en ABC en los años 1996 y 1997. Los prólogos a diversos libros, muy numerosos, aquí hay casi un centenar, nos parecen muy importantes por diversos motivos. En primer lugar llama la atención el número de personas que querían que su libro llevara aval tan distinguido. Don Marcelo era un referente y a él acudían muchos reclamando su atención tan benevolente. Y supongo que algunos se quedarían si ella bien por el mucho trabajo que el cardenal tenía sobre sí o por no juzgar la obra merecedora de su prólogo. Y aquí otra característica del gran cardenal que fue de Toledo. Tan celoso de su seminario, que en días catastróficos se convirtió en el referente no ya de los seminarios de España sino del mundo, la archidiócesis primada fue un foco de cultura religiosa en el que se multiplicaban los actos y los conferenciantes. Impresiona el número y la calidad de los mismos. Frente a la mugre del Madrid taranconiano en el que proliferaban disidencias y hasta herejías, en Toledo, bajo la atenta mirada del cardenal, todo era oro molido. Allí no se colaba nada que no fuera absolutamente ortodoxo. No hubo el menor descuido. Pues algo parecido cabe decir de los numerosos prólogos que escribió. Don Marcelo, recurriendo al símil barato del fútbol, fue un portero extraordinario. No le colaron ni un gol. Sólo por eso merecerían ser leídos sus prólogos. Ahí tenéis una lista de buenos libros. Y de buenos autores. Es un claro valor del libro. Curiosamente dos de esos prólogos no vieron la luz por no editarse los libros para los que fueron escritos. Al de la biografía del obispo Guerra Campos ya he dedicado un artículo en el Blog. Y hasta que Dios quiera llamarme, o me conceda memoria, no olvidaré la hermosa homilía que le oí en la catedral de Cuenca en el funeral por su amigo y sufragáneo. Verdaderamente memorable. Varios de esos prólogos son a libros de sacerdotes que hoy son obispos: Cerro, Demetrio, Palmero. Este último ya emérito. Y obispos de Don Marcelo. ¿Cuántos han salido ya de su seminario? No voy a hacer ahora el recuento pero posiblemente se aproximen a veinte. La mayoría de los prólogos al uso son muy prescindibles. En los de Don Marcelo siempre hay sustancia. Me limitaré a una cita de uno en un libro sobre el Concilio escrito en 1968: «¿Brotan ya las nuevas y tiernas hojas de los árboles y se adivina más cercana la presentida serenidad del horizonte deseado? Me temo que la respuesta no pueda ser afirmativa. Siguiendo con el símil empleado, debo decir que da la impresión de que durante este tiemponos hemos dedicado a fabricar nubarrones, que se interponen entre nuestros ojos y la limpidez del cielo que buscábamos; y con nuestras manos estamos apretando tanto el árbol, que impedimos y casi hacemos estéril su savia circulante, ansiosa de dar frutos, si empezáramos por permitir que diese hojas y flores» (pg.77). Elegancia suma, siempre fue ella característica de Don Marcelo, pero también claridad total. ¿Y crítica? Pues opinen ustedes. De sus comentarios al Evangelio sólo diré que me parecen de excelente lectura espiritual en nuestros días. Y ojalá sirvieran de guía para muchas homilías de hoy. Sólo una breve cita de las muchísimas que podría traeros: «Cristo no quiere pastores, que actúen por su cuenta, que interpreten a su aire la misión recibida» (pg. 525). Libro, en mi opinión, de recomendabilísima lectura. Y todo él de lectura espiritual. Ciertamente en sus comentarios al Evangelio pero también, aunque menos, en los prólogos. Concluyo con la añoranza de la publicación de su epistolario. Que nadie como su fidelísimo Don Santiago Calvo, secretario eterno que fue de Don Marcelo y hoy deán emérito del cabildo primado, podría hacer mejor. Seguramente no es el momento. Estoy devorando el del cardenal Gomá que me parece un documento imprescindible para conocer la Guerra Civil. Voy por el tomo décimo. El de Don Marcelo, también en años muy difíciles, tiene que ser apasionante. Pero comprendo que haya que esperar. Aunque yo ya no pueda leerlo ni Don Santiago publicarlo. Otros lo harán.

Comentarios
0 comentarios en “Lecturas LXXIV: Don Marcelo
  1. Bendita sea su memoria, la de Don Marcelo, Gracias a Dios por este pastor ejemplar y fiel. Compara los fruto de Toledo con el vaciado del seminario zaragozano, por ejemplo…

  2. Una corrección, don Francisco, SÍ le colaron una vez un gol a don Marcelo siendo arzobispo de Toledo. Me refiero a fray Carlos Amigo, a quien consagró obispo y que sin su recomendación jamás habría llegado a arzobispo de Sevilla.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *