Brunero Gherardini: Vaticano II: Una explicación pendiente. Producciones Gaudete, Madrid, 2011, 238 pgs. Tenía este libro en la columna, demasiado alta, de lecturas pendientes desde hacía tiempo. Y me daba una inmensa pereza meterme con él. El Concilio Vaticano II es ya muy pasada historia aunque siga teniendo actualidad. Denostado por algunos permanentemente y cada vez con menos presencia en los más, salvo en lo peor de la Iglesia desde lo que lo invocan para intentar conseguir su demolición. He expresado numerosas veces mi posición personal. El Vaticano II es un Concilio ecuménico más de la Iglesia. Lo admito sin el menor problema como admito todos los anteriores. En lo que valgan. Los ha habido definitivos para la fe de la Iglesia. De otros apenas nadie se acuerda salvo los historiadores. Los que definieron dogmas son inapelables en cuanto a la definición. Las demás cuestiones eran para el momento. Y duraron lo que duraran. No requieren asentimiento de fe. El Vaticano II no exigió de los católicos ninguna profesión dogmática. Fue un Concilio eminentemente pastoral que no comprometió para nada la fe católica. Y en lo pastoral pudo acertar más o menos y, sobre todo, para el momento en el que se manifestó. Así lo acepto hoy como lo había aceptado siempre. Jamás, en miles de artículos, he expresado otra opinión. Aunque jamás tampoco he manifestado que todos los numerosísimos párrafos de sus documentos requirieran un asentimiento de fe. Los hay óptimos, otros más discutibles, y algunos incluso superados por el paso de tiempo. Está, además, el propio Concilio y el vaguísimo, utilizadísimo, sospechosísimo en no pocas ocasiones, espíritu del Concilio. Sobre el que cada uno es muy libre de pensar lo que quiera sin que esos pensamientos comprometan para nada la fe de la Iglesia. Personalmete de ese «espíritu» paso totalmente. Me parece, además, absolutamente antieclesial en no pocos y totalmente necio en bastantes. Pues con esos presupuestos personales, que algunos discutirán, emprendí la lectura del libro de Gherardini. Y, tras la misma, me ha parecido un libro importante. Que no dudo en recomendar. Es, en primer lugar, un libro católico. Escrito desde la Iglesia. Por un autor serio, docto y profundamente católico. Crítico, ciertamente, pero desde un notabilísimo conocimiento de la materia. Gherardini distingue claramente el Concilio de su «espíritu». Pero creo que cabe señalar que tiende, de algún modo, a confundirlos. Pro domo sua. De su tesis. Rechaza abiertamente el «espíritu», yo también, y, cauto siempre, no lo hace del Concilio aunque algunos puedan pensar que sí y no, quizá, del todo equivocados. Formalmente no y materialmente pienso que tampoco aunque algunos puedan pensar que sí. Después de lo dicho creo que el libro es muy importante y de lectura conveniente a cuatro grupo de personas. En primer lugar a todos aquellos que hoy apenas no sepan nada del Concilio y que quieran saber algo de él proveniente de persona no simpatizante pero que domina la materia y la expone desde la Iglesia con notables conocimientos. Los analfabetos eclesiales pueden, y deben, abstenerse pues no entenderán nada. También los abducidos por el Vaticano II porque conocerán reservas importantes y no expresadas desde la visceralidad sino desde el saber. Aunque, en ocasiones, pienso yo, que tal vez algo exageradas. En tercer lugar por los que tienen reservas, o notables reservas, sobre el Concilio. Van a encontrar un refuerzo a las que tienen. Un refuerzo, como ya he dicho, docto y eclesial. Y por último también creo que será buena su lectura para los extremistas que niegan al Concilio su carácter eclesial y reclaman su condena por la Iglesia. Lo que pienso que nunca ocurrirá. Pero no es malo que sepan que caben críticas serias sin romper la eclesialidad. Creo que, por lo dicho, estoy recomendando su lectura. Aunque Gherardini no sea por supuesto regla de fe. Por valioso que pueda ser su testimonio. Y a mí me parece que lo es. Y muy digno de conocerse. Tras su lectura, que por fin he hecho, y me alegro de ello, sigo pensando sobre el Concilio lo que pensaba, repito que me parece que exagera algún extremo, pero pienso que es de muy recomendable lectura sobre el tema.
Lecturas LXVIII: Un libro que muchos deberían leer
| 17 enero, 2015
La iglesia conciliar ha quedado reducida a una jarra más, en el contexto de la tienda de aguas frescas Kool-aid. Al final toda el agua se revuelve, para hacerla de tuti fruti. Y a los que la tomen, puede que hasta diarrea les pegue.
Pues ellos deciden declararse en cisma, puesto que la Santa Iglesia católica es una sola fuente de agua cristalina sin ninguna contaminación. Como la que nos dió nuestro Señor, agua viva. La verdad única de la fé de nuestra Iglesia sacramenental. Y que los herejes protestantes son siempre aceptados y bien recibidos cuando y sólo si deciden convertirse y adoptar la verddera fé.
Y a todo esto ¿Han leído ustedes todo el contenido de la Guía para el desarrollo de las celebraciones ecuménicas en el Octavarioa ese fin o en cualquier otra fecha, tal como aparece en la página de la Conferencia Episcopal Española que mismamente parece ya haberse convertido en Interconfesional? Porque resulta que son celebraciones a-católicas y por lo mismo interconfesionales de las que se elimina toda traza de sacramentalidad católica como no podía ser menos puesto que no la admiten y la tienen por magia los que a sí mismos se intitulan cristianos evangélicos de un cristianismo gratuito en el sentido que no existe mérito ni demérito con lo que resultamos irresponsables ante Dios y además podemos llegar a él directamente en un fondo de gnosticismo cristiano inevitablemente pelagianista que deriva de actitudes arrianas .
Son celebraciones tipo Asís-Assisi de las presididas por papas-obispos de Roma con parafernalia interreligiosa deista y hasta animista que quiérase o no supuso y sigue suponiendo una total heteropraxis en la Iglesia católica desde su fundación hasta el Vaticano II.
Pasman las disquisciones, los intríngulis casuísticos y herméuticos cuando vemos que la casa está en llamas y los bomberos con mangueras de gasolina en son de apagar la quema.
Vean el programa bajo patrocinio del Consejo Mundial de la Iglesias a miles aunque se diga que no son realmente iglesias desde la calificación autorizada católica en teoría, y el Consejo Pontificio pertinente de cuyo nombre mejor no acordarse.Copio:
El camino y el pozo
Se puede representar un camino con velas, flores y trozos de tela de colores
en el suelo de la nave central del lugar de la celebración que conduzca hasta
la cabecera de la sala. En el medio del camino se coloca un gran recipiente de
agua con jarras a su alrededor. Estas jarras pueden ser distintas unas de otras
para representar la diversidad de la asamblea.
Los celebrantes pueden entrar en procesión recorriendo este camino. Al pasar
junto al «pozo» cada uno de los representantes de las Iglesias participantes
verterá lentamente el agua desde unas de las jarras en el pozo. Esta agua
proveniente de distintas fuentes es signo de nuestra unidad, ya presente
aunque todavía incompleta y escondida a nuestros ojos. Este gesto debería
explicarse al comienzo de la celebración y también se puede hacer referencia
a él en la predicación.
El camino también puede ser utilizado en la preparación a la confesión de los
pecados: desde distintas partes de la asamblea se van acercando las personas
al camino para expresar su petición de perdón.
Después de la bendición los participantes pueden intercambiar un signo de
paz y de comunión mientras se alejan del lugar de la celebración para ir hacia
una sala de reunión y terminar así la celebración de un modo comunitario.
Estructura de la celebración
NB: Es importante prestar la debida atención para que los que tengan algún
problema de audición u otras dificultades puedan participar plenamente en la
celebración.
La celebración tiene cinco partes.
I. Introducción/Preparación
II. Inicio
• Bienvenida e introducción a la Semana de Oración por la Unidad –
Tema
• Confesión de los pecados y kyrie
III. Proclamación del evangelio
IV. Respondemos en fe y unidad
• Profesión de fe
(Se puede utilizar el Credo niceno-constantinopolitano, el Credo de
los apóstoles u otra profesión de fe, por ejemplo, la renovación de las
promesas bautismales)
• Oración de intercesión
• Ofrenda
• La Oración del Señor (rezada o cantada)
V. Bendición, paz y envío
• Conclusión
Así todo bien recortadito con tijeras cortauñas para que no haya ofensa de creencia fraternales y paternofiliaes. Eliminada la sacramentalidad.
Empacho inmenso si tienen paciencia para la lectura de todo el tingladete y paletadas de confusión que devalúan y diluyen la Religión Católica al hacerla una más de una supuesta iglesia de iglesias con credos a elegir o des-credos, pero sin rastro de sacralidad y por lo tanto de sacerdocio, quedándose todo en profano pastoral y pastoril
Será que un servidor es un indocto imbécil, pero eso veo. Solo faltaba que nuestra FE nos la tuvieran que dar los teologantes y canonistas virtuosos del zigzagueo sin que los analfabetos pudiéramos ser fieles de la Iglesia de jesucristo y seguir cuanto se nos transmitió en la FE de origen.
Da pavor esta gente, es decir a este servidor personalmente que no a los avezados doctores y similares. ¡Somos pobre gente, realmente plebe integrista, quienes no comprendemos a los prohombres del tiempo interreligioso!
«Por sus frutos los conoceréis…».
Si hay frutos. Frutos de confusión, de libre interpretación, de afeamientos de las iglesias y de la liturgia, frutos de caos, de desobediencia, de falta de vocaciones, frutos de iglesia gris y aburrida, .. en definitiva se ha protestantizado..se ha destrozado por dentro, ha entrado el humo de satanás..
Si bien es cierto, que hay casos, algunos de santidad como JPII y Teresa de Calcuta.
En fin, no hay mas ciego que el que no quiere ver.
No hay que rezar por la unidad de los cristianos. Hay que rezar por la conversión de los herejes y así sean parte de la unidad cristiana. Me parece una blasfemia llamar cristianos a los no católicos porque ni obedecen a Cristo ni creen en Él. El nombre cristiano es sagrado, no podemos utilizar así las palabras sagradas, pero como estamos en una sociedad porcina, destrozan las cosas sagradas y se nos echan encima, si nos advirtió el Señor. Esto tenía que haberse cortado de raíz.
Si decimos que hay que rezar por la unidad de los cristianos, los acatólicos, que suelen ser anticatólicos, no entienden que ellos tienen que mover el culo, con perdón, y convertirse ellos sino que tenemos que estar todos juntos y blablablá memeces.
Perdón por el tono pero es una blasfemia y como tal me repugna.
Eso parece, como decía el Padre Santiago Ramírez, el arca de Noé: venga animales¡
http://www.conferenciaepiscopal.es/images/stories/Jornadas/2015/SemanaOracionUnidadMateriales.pdf
Hoy empieza el Octavario para la Unidad de los Cristianos. Miré la web de la Conferencia Episcopal para extraer algún dato y he dicho para mí: quita, quita. Qué horror¡
http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/semana-oracion.html
“En desacuerdo”.
Sólo en línea con la teoría de la mala interpretación del inexistente “espíritu del Concilio”, encaja su discurso. Difícilmente puede interpretarse correctamente un texto que está, según autores serios, como Romano Amerio, expresamente instalado en la ambigüedad. Un empresario vio el cielo abierto para desprenderse de un empleado vago, a través de la carta de recomendación que éste le solicitaba. No queriendo engañar al nuevo contratante, escribió: “Será usted un hombre afortunado si consigue que este señor trabaje para usted”. Hermano, eso no hay quien lo interprete. La ambigüedad, aderezada con unas dosis de libre interpretación, es el mayor disolvente que haya existido nunca. A las pruebas me remito. En cuanto a los logros del Concilio que usted vende como maravillosos y pretende diferenciar de la reforma litúrgica, criticando a quienes hacen de la misma el centro de sus preocupaciones, dos apuntes. En primer lugar, no son sólo los críticos quienes ponen el acento en la importancia de la reforma litúrgica. El propio Papa (a Spadaro), al ser preguntado por el Concilio, y tras “Los frutos son enormes”, cita como único ejemplo: “Basta recordar la liturgia.”. En segundo lugar, era necesario introducir los conceptos de “Pueblo de Dios” y “sacerdocio común”, junto con ciertas dosis de ecumenismo, para poder clavarle el diente a la liturgia. El concepto de “Pueblo de Dios”, por analogía con “Pueblo de Israel, “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo” (Levítico 26:11.13), con un sentido más sociológico que teológico, ha ido desplazando al de Cuerpo Místico de Cristo. M. D. Koster afirmaba que la eclesiología era preteológica, y atacó también la idea exclusivista de que “Cuerpo de Cristo” era el nombre propio de la Iglesia. Pero insistió, de manera no menos exclusiva, en que “Pueblo de Dios” era “la única designación abstracta y clara de la Iglesia». “Pueblo de Dios”, como “Pueblo de Israel”, abarca a todos, a los fieles a Dios y a los que adoran al becerro y ofrecen sus hijos a Moloch. Si de paso se le añade, como suele hacerse, “en marcha”, directamente eliminamos a “la Iglesia Purgante” y a “la Triunfante” (camino abierto para acabar acusando de pelagianos a los que confían en la intercesión de los Santos, con María a la cabeza). Una prueba: en la entrevista del Papa a Spadaro, después de “la Iglesia es el pueblo de Dios en camino a través de la historia…”, y a partir de ahí, nos habla de la santidad común del que compra el pan, se levanta a trabajar… y del hospital de campaña con homosexuales y abortistas. El concepto de Cuerpo Místico, de que Cristo es la vid (no el tronco o las raíces, toda la vid), conlleva que quien no da buen fruto es cortado y arrojado al fuego. ¡Eso no encaja con el café para todos! Es necesario dar un paso más: “el ecumenismo” en el más puro concepto condenado por anteriores papas (Encíclica “Mortalium Animos”, por ejemplo). Es necesario establecer, como en el caso anterior, un concepto de “verdad” más racional que teológico. Sólo así se puede afirmar que en las demás religiones subsiste una parte de verdad (en el satanismo donde más, pues creen hasta en la presencia real de la Eucaristía que profanan sacrílegamente en sus misas), que no de “la Verdad”. Se ignora, astutamente, el concepto de “Verdad”, y como nuevos Pilatos preguntan: “¿qué es la verdad?”. Consiguen la cuadratura del círculo, de modo que religiones como el Islam o el Judaísmo talmúdico, que niegan (y persiguen), directamente la divinidad de Cristo, son reconocidas como posibles instrumentos de salvación, dejando por mentiroso a San Juan y al propio Cristo. El actual Papa (siempre jugando al “yo más”), ha llegado a afirmar que no quiere convertir a nadie porque en sus religiones están de rechupete. De paso, se justifica que, para que los hermanos separados se sientan cómodos, se protestantice la liturgia. Y esperemos que quede la cosa ahí, y no se vicien los demás sacramentos, como todo apunta, en aras a acoger, sin arrepentimiento ni enmienda, a esos que el Papa reconoce con parte del “Pueblo de Dios en marcha” (adúlteros, homosexuales, etc.). En cuanto al sacerdocio común, es sólo la guinda del pastel. La que permite, entre otras aberraciones, que cualquiera, maciza con minifalda incluida, meta las uñacas en el copón (cuando no vaso de plástico) y reparta el Preciosísimo Cuerpo como si fueran garrapiñadas. ¿Por qué no, si es sacerdote?
El libro de Gherardini, que leí cuando apareció traducido, me parece magnífico. Complementario, en cierto modo, de «El Rin desemboca en el Tíber». Si este refleja la historia del Concilio, Gherardini expone los frutos que del mismo resultaron, con su interpretación personal, plenamente católica. Ambos de lo más recomendable.
Desde luego, nada que ver con el bergogliato primaveral conciliar que nos aflige.
Pienso que es un rollo eso del «espíritu del Concilio», que cada cual invoca según lo que le conviene y mueve según su antojo. Lo importante son los documentos, que es lo que queda y lo que determina y determinará el futuro, pues dentro de unos siglos nadie se acordará de ese llamado «espíritu conciliar». Muchas veces se fuerza a los documentos a decir lo que no dicen. Con el tiempo la marejada que aún perdura se calmará, a medida que vayan muriendo los que vivieron el Concilio. Las generaciones eclesiales posteriores, que no tendrán sino los documentos como referencia, no tendrán posturas extremas (ni el concilio fue un desastre ni fue una maravilla).
Sí, fue un concilio pastoral, pero fue algo más también, pues se tomaron decisiones importantísimas y definiciones doctrinales en el concilio que un católico debe aceptar: concreción de lo que es el Pueblo de Dios, el sacerdocio común, definición definitiva de los tres grados jerárquicos (y eliminación de las órdenes menores), la restauración del diaconado permanente, declaraciones ecuménicas e interreligiosas (adiós al anatema), apostolado de los laicos y cambios litúrgicos notables (que es lo que algunos piensan que es lo único que cambió y viven como si fuera lo más importante). A algunos, de un extremo u otro, les encanta afirmar cosas que el Concilio no dijo.
Por otro lado, Cigoña, no vengas ahora diciendo que aceptas el concilio «hoy como lo había aceptado siempre». En muchas entradas lo pones de vuelta y media, incluidas algunos de los cambios doctrinales que digo (por ejemplo, el diaconado permanente).
Yo no soy experta en nada de la iglesia, pero viví el concilio de niña pequeña y no se muchas cosas, pero desde luego los frutos están al alcance de todos. Yo no quiero desairar a los que se aferran al estupendo Concilio, pero 50 años después se observan los resultados. Es como si yo me hago una operación de cirugía, me dejan horrible y todavía el equipo médico se obstina en decirme que estoy estupenda. Pues con esto pasa lo mismo. Visto los resultados fue un error y creo que mucha gente se ha perdido en el camino, no sé si de no haberlo convocado se hubiera perdido igual, ¡sólo Dios lo sabe!
El fracaso del concilio es científicamente un hecho. Cientos de florecientes seminarios y centros de formación de órdenes religiosas se han cerrado justo tras el concilio. Las iglesias abarrotadas de fieles devotos han pasado a vacías y cerradas, cuando no trasformadas en salas de exposiciones laicas y pubs. La catástrofe es nítida y hay investigadores que analizan este derrumbe que tuvo lugar fehacientemente. Todo lo demás son tangos y milongas de primaveras conciliares inexistentes. El aniquilamiento de los jesuitas y otras muchas órdenes traspuestas por el concilio es un hecho innegable, trágico y conclusión de los efectos trágicos de este concilio.
Simple opinión personal sin validez alguna de autoridad, relevancia o mayor nivel como requiere Miriam isaac esto que se me ocurre a bote pronto:
Se necesitaba una puesta a punto sin retóricas , reajustada a las condiciones sociales, culturales y políticas, de la religiosidad, del ascetismo, de la práxis ciudadana y lde os conceptos tópicos que entraña el llamado Reinado Social de Jesucristo a veces entendido al modo de restauración del Reino de israel que hasta los Apóstoles pretendían y esperaban.
Pero para eso se necesitaba una FILOSOFÏA Cátolica que diera réplica a los gurus filosofantes del siglo XVII y XVIII sobre todo, además de poner en católico el psicologismo iniciado en Freud. En este aspecto hubo y hay hasta el presente una incapcidad creativa casi total´. Por consecuencia este agujero negro de la sistematización filosófica en católico ha terminado por arrastrar a la teología porque los teólogos o corriente mayoritaria de teologantes siguen esquemas filosóficos a-católicos que son los dominantes que les llevan a la distorsión teológica
Eso opino que ocurrió en el Vaticano II iniciado y debatido con la mejor buena voluntad pero que ha resultado malogrado e incluso contraproduicente como estamos viendo para la Fe de la Revelación en la propia Iglesia en cuya Religión Católica circulan y campan sin coto toda c lase de errorres cristológicos y eclesilógicos que se han dado por nunca habidos y por lo tanto tampoco herejías, quedando únicamente el cisma si se hace caso omiso o se disiente en conciencia de las potestades en el Poder de la Religión Católica.
Es el problemón de actualidad que nos lleva a preguntarnos quién o quienes son cismáticos, si los que niegan las herejías y hasta las defienden como libre examen autólogo dialéctico y libre expresión, contrariamente a lo actuado en la Iglesia desde su fundación o los que las combaten a capa y espada oponiéndose a entrar en herejía de Doctrina o de Praxis por mandato imperioso.
Antonio 1 reprocha a los que concurrimos como lectores o intervinientes en este foro lo que aquí se viene exponiendo sobre el Vaticano II y según su criterio quedamos desalificados sobre nuetra concepción de la Iglesia y sobre la relevancia y posición que ocupamos en la Iglesia. Cabría preguntarle porqué nuestra concepción es la errada y no es la suya. Respecto a posiciones de relevancia un servidor no entra para nada en ser relevante en lo más mínimo ni ocupar más posiciones que la de simple fiel de la iglesia de Cristo fundamentada en Pedro. Para otros las relevancias y los puestos de poder.
Es que no se trata de banderías, de yo soy de Pablo o yo soy de Apolo. Se trata de que a nuestra Religión Católica que es la de la Iglesia de Jesucristo nos la están desacralizando y desteologizando de la teología católica entre tirios y troyanos, hecho o proceso con el cual se castra precisamente la función finalista de la Iglesia de Cristo que es la preservación de la Doctrina de la FE de la Revelación que San Pablo formuló como Depósito de la FE y como consecuencia la dispensación de los medios de santificación personal que son los Sacramentos en validez de la Iglesia que en ella se contienen y retiene en exclusiva como realización de la obra de Salvación para la que Cristo la fundó en san Pedro. .
De esto se trata, de esta finalidad en la Iglesia. Otra historia es la dialéctica al uso y las ambivalencias o las ampulosidades. Por eso me atrevo a escribir desde mi modestísima condición de seglar de a pie, sin desdoro para nadie que el Vaticano II ha sido un Concilio además de pretendidamente fundacional de una nueva religiosidad o iglesia inclusiva de ruptura como defiende Tagle, un Concilio FRUSTRADO católicamente en ecumenismo católico, puesto que ha dado lugar en su inabarcable literatura textual a menudo con cuñas ambivalentes y hasta divergente en expresiones, ha dado lugar al ecumenismo interconfesinal e interreligioso en el que no hay un solo CREDO que daría la Unidad sino un unionismo ecléctico de activismo sociológico o humanitario inmanente ecléctico, agregacionista en un ámbito de creencias y no creencias por aluvión, algo así como un Super Consejo Mundial de las Iglesias o noiglesias.
¿Es ilícito pensar y decir y escribir ésto? ¿Somos descalificables por personas como Antonio 1 que se sienten ofendidos y no es descalificable Antonio ! que piensa lo contrario y no ofendel?
Sencillamente un servidor no se apunta al vencedor. Sépalo, aunque yo nada le pueda importar. Ni a él ni a Miriam isacc u otros afines.
Antonio, creo que casi nunca he cruzado aceros con Ud., pero ya digo que la tragedia del Concilio Vaticano II es muy difícill de negar e imposible de ocultar. Han dejado a la Santa Iglesia echa unos zorros. Es como si se le hubieran soltado las riendas de la iglesia a una legión de demonios , permitiéndoseles barra libre y el resultado es el que estamos viendo. Destrucción salvaje de altares de mármol a martillo, verdaderas obras de arte de los escultores inmigrantes italianos , que vinieron a los Estados Unidos y dejaron lo mejor de sí. Y los convirtieron en topes de los estacionamientos de las iglesias. Una injusticia poética. Los de la parroquia de la SSPX fueron a recoger al basurero un Cristo yacente tamaño natural de bronce, verdadera obra de arte de Francia, que ya no casaba con el espíritu conciliar y lo arrojaron sin más ceremonia al tacho de la basura. Afortunadamente nos dimos cuenta a tiempo y evitamos que acabara en el fierro viejo. Y para muestra , basta un botón. El crimen que han cometido no tiene nombre. pero podríamos llamarle crimen de lesa cultura y de lesa humanidad. Que el Señor no se los tome en cuenta a los de su cuerda.
Es bueno que se sepa que las opiniones de los comentaristas de estas páginas sobre el Concilio Vaticano II son las que estáis exponiendo. Dice mucho sobre vuestra concepción de la Iglesia y sobre la relevancia y lugar que ocupa vuestra posición en la Iglesia.
Monseñor Tagle es el delfín del Bergogliato. Le apodan «Chito» en las Filipinas, que según me dijo una amiga de allá significa amujerado. Sería el remate, para una iglesia posconciliar que trata de liberación de los putigays.
En cuanto al Concilio en sí, tratándose de un Concilio pastoral, pienso que ha constituido un fracaso rotundo, pues su celebración ha promovido o, cuando menos, no ha podido evitar la mayor oleada de apostasía y de secularización interna que ha vivido la Iglesia en toda la Historia.
Gherardini pide al Papa en su libro que se estudie detenidamente si todos los documentos del Concilio Vaticano II están en continuidad con la Tradición de la Iglesia y si pueden interpretarse conforme a dicha Tradición. Ahí es nada.
«Ante todo, no parece inútil recordar que la intención pastoral del Concilio no significa que éste no sea doctrinal. Las perspectivas pastorales de hecho se basan en la doctrina, como no podría ser de otro modo. Pero sobre todo es necesario recalcar que la doctrina se orienta a la salvación; su enseñanza es parte integrante de la pastoral. Además, en los documentos conciliares es obvio que existen muchas enseñanzas de naturaleza puramente doctrinal: sobre la Revelación divina, sobre la Iglesia, etcétera. Como escribió el beato Juan Pablo II, “con la ayuda de Dios, los padres conciliares, en cuatro años de trabajo, pudieron elaborar y ofrecer a toda la Iglesia un notable conjunto de exposiciones doctrinales y directrices pastorales” (Constitución Apostólica Fidei depositum, 11-X-1992, Introducción).»
Monseñor Fernando Ocariz.
Muy buena su entrada, Joel. Una característica de una buena conspiración es que es muy difícil de probar en los documentos. De ahí el lenguaje que se empleó en redactar los documentos, para ser entendidos de dos o tres maneras diferentes, según el lector. Vana ilusión de monseñor Lefebvre, que pedía que los documentos fueran interpretados a «la luz de la Tradición». Imposible si el lector es un progre de tomo y lomo. Pero el mismo redactor del documento Gaudium et spes afirmó socarronamente que éste era el Anti-syllabus de errores. Afortunadamente Dignitatis Humanae no existía durante la Conquista de Méjico, o nos hubieran dejando haciendo sacrificios humanos y en taparrabos. O se hubiera inculturado, con los sacerdotes llevando sendos penachos y danzando con cascabeles y chirimía.
No cabe duda que el CV 2 fué el parteaguas de la historia de la Iglesia. Y que como católicos debemos volver a estudiar Trento, para detectar contradicciones. Porque la Iglesia no puede enseñar una doctrina hace 60 años y otra hoy. Es verdad que el mal ya venía de antes, ya la Iglesia estaba bien infiltrada por el enemigo. El emperador austríaco Francisco José frustró la toma del poder por monseñor Rampolla, candidato de la progre de aquella época. Y resultó electo san Pío X. Se le dió un leve respiro a la Iglesia. Por cierto que el Catecismo de Trento se está vendiendo como pan caliente. La gente quiere estar segura de creer lo que es sano y santo, sin contaminación modernista.
Pos supuesto que el Vaticano II tiene su prehistoria desde Tubinga y el Vaticano I combatido por tantos obispos, que ha dado lugar a la Historia más bien velada del Vaticano II al que el cardenal-arzpbispo de Manila, en estos momentos a la derecha de Francisco en Filipinas y tapado para sucederle como papa-obispo de Roma, este Tagle de apellido cántabro presenta al Vaticano II como rupoturista en la hermenéutica de la Fe Dogmática, contrariamenrte a la hermenéutica de la continuidad que se esforzó inútilmente de acuñar Benedicto XVI. quien por cierto
como presidente de la Comisión Teológica Internacional en 1997 coincidió en ella con Tagle. Este Tagle de 1995 a 2002 integró el Comité editorial que dirigió el proyecto «Historia del Concilio Vaticano II», basado en los trabajos de la Escuela de Bolonia fundada por Dossetti, seguida por Alberigo amigo de Montserrat y ahora dirigida por Melloni, lo mejorcito de cada casa subterránea, que con Bianchi propugna el Ecumenismo total interreligioso.
El gran periodista Sandro Magister publicaba 11 de diciembre del 2007 – Por casi dos años, el memorable discurso con el cual Benedicto XVI había criticado y rechazado la interpretación del Concilio Vaticano II como “discontinuidad y ruptura” había permanecido sin respuesta. Ninguno de los historiadores y teólogos aparentemente puestos en la mira había replicado a los argumentos del Papa.
Pero hoy finalmente llegó la respuesta, en forma casi oficial, con cuatro ensayos de cuatro estudiosos muy representativos, publicados en el último número de “Cristianesimo nella storia”, la revista del Instituto para las Ciencias Religiosas de Bolonia.
El Instituto de Bolonia, (Escuela de Bolonia) fundado por don Giuseppe Dossetti y por el profesor Giuseppe Alberigo, es de donde salió la “Historia del Concilio Vaticano II” más leída en el mundo, en cinco volúmenes completados en el 2001 y editados en siete idiomas. Una “Historia” que interpreta el Concilio más como “evento” que por sus documentos, más en el “espíritu” que en la “letra”, más como “nuevo inicio” que en continuidad con la Iglesia precedente. .
Y es que uno de los respondones a Benedicto XVI era el alemán Hünermann quien sostienía la semejanza entre los documentos del Vaticano II y los textos constitucionales elaborados por las asambleas constituyentes representativas.
Y ello a pesar de la contundencia de Benedicto XVI que en el discurso del 22 de diciembre del 2005 había criticado esas tesis razonandp::
«De esta manera, se considera el Concilio como una especie de Asamblea Constituyente, que elimina una Constitución antigua y crea una nueva. Pero la Asamblea Constituyente necesita una autoridad que le confiera el mandato y luego una confirmación por parte de esa autoridad, es decir, del pueblo al que la Constitución debe servir. Los padres no tenían ese mandato y nadie se lo había dado; por lo demás, nadie podía dárselo, porque la Constitución esencial de la Iglesia viene del Señor». Pero a esta tropa de intelectualones les importa un pimiento si para ellos Cristo se queda en el hombre Jesúis como uno de tantos.
El 14 nov.2011 el mismo Sandro Magister esbribía: Diario Vaticano / Esta lista la púrpura para la escuela de Bolonia
Un importante exponente suyo, Luis Antonio Tagle, será hecho cardenal pronto. Fue quien escribió el capítulo clave de la historia más leída a nivel mundial sobre el Concilio Vaticano II, interpretado como ruptura y «nuevo inicio». Pero en la curia se calló sobre esto ….el arzobispo Tagle, que apenas nombrado en Manila ha sido inmediatamente denominado con el título de «new papal contender» por el vaticanista John L. Allen del semanario americano progresista «National Catholic Reporter».Ha sido precisamente Allen quien ha subrayado cómo Tagle, después de haber sido alumno del teólogo Joseph Komonchak de la Universidad Católica de América, ha formado parte de la escuadra de estudiosos que trabajó para Alberto Melloni y su maestro Giuseppe Alberigo – ambos discípulos y sucesores de don Giuseppe Dossetti – en su controvertida historia del Concilio. En el IV volumen de esta historia, publicada en 1999, dedicado al turbulento periodo conciliar del otoño de 1964, es precisamente Tagle quien firma el capítulo clave, el que está dedicado a la «tempestad de noviembre: la semana negra».
Lo extraño es que los cardenales y los obispos que en el Vaticano sopesaron la candidatura de Tagle supieron de este vínculo suyo con la escuela de Bolonia sólo después de la publicación del nombramiento.
De hecho, en la usualmente ponderada documentación informativa – la llamada «ponencia» – entregada a ellos sobre cada uno de los candidatos, este aspecto de la biografía de Tagle, efectivamente «intrigante» y eclesiásticamente de gran peso, se callaba del todo.
Así concluye Magister su crónica incontestable en fondo y forma.
Y es el modus operandi que se infiltró en el Conciliarismo de un Concilio que se convocó como Ecuménico Católica sin poder ser de otra manera, pero que en la realidad postconciliar ha quedado en Concilio Pastoral (no dogmático ni sacral)´Ecuménico Interconfesional e Interreligioso, por lo tanto secular profano, como estamos viendo en la heteropraxis a la que estamos siendo sometidos.
Tristísimo? Como se quiera contemplar es la realidad de cada día. Las Constituciones Dogmáticas se han quedado arrumbadas en lo que no interesan y su lugar de fundamente lo han cobrado las Declaraciones Nosta aetate y Unitatis redintegradio, como estaba previsto por lógica.
Y es que la conculcación de la Enciclica Mortalium animos de Pio XI por parte de nuestros hombres de Iglesia, inevitablemente resulta mefítica y mortal por necesidad aunque no se quiera admitir ni recordar.. Nos guste o no, exagerado o disminuyendo lecturas.En otal:
Dime con quién andas y te diré quién eres. De qué presumes y te diré de qué careces. No es manía anticonciliar. Ni manías de conspiranoias, Quien no lo ve es porque no quiere.
Han corrido ríos de tinta respecto al tema. Mi concepto es que habría que estudiar el antes y el despúes. Porque el árbol se conoce por sus frutos. Y no se han dado más que frutos podridos, y fruta seca. No puedo mentar ni un sólo fruto bueno. Las misiones perdieron su razón de ser, al adoptar el ecumenismo y la libertad religiosa, conceptos que la Iglesia siempre rechazó. Ahora los papas posconciliares cacarean el ecumenismo como algo «irrevocable». Y ahora vemos el ejemplo del papa Francisco visitando a los budistas, como alguien de casa.
Eso un católico no podía hacer. Cuando era niño, me invitaron a ir a una iglesia evangélica y mi párroco me lo prohibió. Hoy me habría dicho que fuera, con mis hermanos «separados», con todas las ganas del mundo.
No se puede negar que para los nuevos conceptos que trajo el CV2, había que adoptar una forma nueva de celebrar la misa. Y así nació el novus ordo, para adaptarse a los últimos doscientos años de pensamiento liberal. Y que se ha instrumentalizado para adoptar el modernismo en la Iglesia. O sea. la síntesis de todas la s herejías. Y el resultado final es la liquidación de las órdenes religiosas. Y la sequía de vocaciones. Frutos quizás no buscados , pero al final, lógica consecuencia del mentado «aggiornamento».
En los EEUU fueron más patentes los efectos del Concilio. A un crecimiento a buen ritmo, en vías de convertirse la religión mayoritaria antes del Concilio, hoy está en caída libre.
En mi opinión, el libro de Gherardini, y otros posteriores, tiene el gran mérito de centrar la cuestión su justo lugar teológico: ni concilio dogmático con definiciones infalibles, ni conciliábulo inauténtico que ha de rechazar en bloque.
Pero no es el único acierto del autor. Además de la ya conocida distinción entre concilio y “espíritu” del concilio, abre el debate sobre los textos mismos y no patea la pelota afuera echándole la culpa de todo a Rahner y otros como él. Esto representa un enorme progreso respecto de los planteamientos elusivos de la era juanpablista: no discutir nunca los textos sino echar culpas a los “malos” intérpretes… Para decirlo con palabras honestas de Kasper, hay un problema –no es el único problema del VaticanoII- en los textos conciliares en sí mismos. Porque la formulación de algunos pasajes tiene, según la fórmula kasperita, un “enorme potencial de conflicto”.
Pero Gherardini no hubiera podido escribir este libro sin la apertura que hizo Benedicto XVI.
Saludos.