LECTURAS CXVII: En el centenario del nacimiento de Don Marcelo

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Santiago Calvo Valencia: Don Marcelo, el cardenal de Villanubla. Madrid, 2018, 94 pgs.

Santiago Calvo, deán emérito de la Catedral Primada es sin duda la persona más indicada para escribir sobre el cardenal González Martín pues fue muchísimos su secretario particular fidelísimo y hoy es la memoria viva de aquella inmensa figura de la Iglesia española.

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Ha querido celebrar en centenario del nacimiento de su obispo, arzobispo y cardenal (Villanubla, 16 de enero de 1918) y sobre todo amigo con este opúsculo de escasas páginas pero rico en contenido que contribuye a un mejor conocimiento de Don Marcelo.

Lo que se propuso está claramente expresado en la dedicatoria del libro:

“A la villa de Villanubla, cuna de Don Marcelo, en cuya parroquia fue bautizado, donde nació y creció, a la que llevó en el corazón hasta su muerte.

A todos los vecinos de Villanubla, a los mayores que le conocieron de joven; a los de mediana edad que le conocieron de mayor; a los jóvenes, a los niños y a todos los que no le conocieron para que puedan conocer a este hijo ilustre de Villanubla, que presumió siempre de ser del pueblo en que nació, de haber corrido por sus calles y caminos, y de recordar a los párrocos, a los maestros y a los amigos, que le enseñaron a rezar, a leer y a portarse bien   en la vida”.

Y bien lo ha conseguido exponiendo la cordial relación que siempre existió entre Don Marcelo y el pueblo que le vio nacer y que terminaría nombrándole hijo predilecto.

Las biografías de personajes o personajillos suelen adolecer de pasar de puntillas sobre los datos familiares y de la niñez de los biografiados salvo que pertenezcan a ilustres prosapias de muchos familiares conocidos e historiados o al menos mencionados en libros o periódicos.

Evidentemente no era el caso de Don Marcelo. Su abuelo fabricaba artesanalmente quesos y requesones que su padre iba todos los días a vender a la cercana ciudad de Valladolid. De no haber existido Don Marcelo su abuelo Eugenio y su padre Minervino no serían más que unos nombres en los libros de nacimiento, matrimonio y defunción en los que nadie repararía. A quien se decida a escribir la gran biografía que la importancia eclesial de Don Marcelo reclama, existen algunas aproximaciones meritorias pero se echa de menos la definitiva, estas páginas de Santiago Calvo le serán de notable utilidad.

Lo biográfico llega hasta la página sesenta y las treinta primeras son infantiles y juveniles. Las restantes se refieren a presencias de Don Marcelo en su pueblo y a gestiones suyas en favor del mismo. Con notables logros que el pueblo siempre le agradeció.

Viene luego un Apéndice fotográfico, pgs. 61-78, muy interesante. La fotografía que sirve de portada al libro, hay otra en el Apéndice del mismo día, nos presenta a un joven sacerdote (1953) en su pueblo, con manteo y teja, naturalmente alto pero espigado. Mi Don Marcelo, el que conocí y mucho quise, daba la sensación de inmenso en todo, hasta en el tamaño, y yo mido un metro ochenta. Ya no era espigado, era grande. Incluso en la voz. Verdaderamente Su Eminencia. Es posible que mi admiración lo agrande todavía más. Y que a algún cardenal actual le vea incluso más escuchumizado de lo que está. Pero desde mi admiración a Morcillo o a Pla y Deniel, que se la tengo, siempre me parecieron bajitos. Don Marcelo llenaba donde estuviera.

Antes a los cardenales se les llamaba príncipes de la Iglesia, ya sé que ahora eso está prohibidísimo aunque no tengo claro como les debemos ahora llamar. ¿Enlaces sindicales de la Iglesia? ¿Masters, por desacreditada que esté la palabra, en Eclesiología? ¿Doctores CJC en vayan ustedes a saber qué? Si alguien veía a Don Marcelo de cardenal tenía que pensar: eso tiene que ser un príncipe de la Iglesia. Cosa que ocurría también con Don Fernando Quiroga y Don Vicente Enrique Tarancón y todavía hoy con Don Carlos Amigo.

Sé que eso no significa nada pero es un hecho. Que en Don Marcelo se daba además en la apariencia.

Concluye el libro con un Apéndice Documental de 13 páginas que acreditan las gestiones de Don Marcelo en favor de su pueblo y ante muy altas instancias. Hizo lo que pudo y más en favor de su pueblo. Y como era sumamente respetado fue muy atendido.

Yo a Don Santiago Calvo, queridísimo y admiradísimo amigo, ahora que los dos somos eméritos, que suena mejor que pensionistas, lo puedo decir y también que la primera vez que hablé con Don Marcelo fue siendo él introductor de embajadores, agradeciéndole mucho este hermoso opúsculo le pediría más. Porque de Don Marcelo él lo sabe todo. Bueno, digamos que el 99,5%. Y ya somos mayores.

 

 

Comentarios
8 comentarios en “LECTURAS CXVII: En el centenario del nacimiento de Don Marcelo
  1. HECHOS es evidente que no conoce el tema. En Francia se resistió y gracias a eso miles de familias siguen siendo católicas. Gracias a la guia de Mons. Lefebvre. Y el cisma es Francisco, recuerde cómo celebró a Lutero en ruptura con sus predecesores. O sea, en cisma. Y los actos interreligiosos del Magno en Asís también ruptura con la Tradición misionera de la Iglesia. O sea, cisma.
    Marcel Lefebvre es el Atanasio del siglo XX

  2. HECHOS no digo tal cosa sino que la resistencia al ambiente conciliar fue inexistente en España por la acción conjunta de esos dos personajes. Y así vendría el relativismo general que no podía menos de repercutir en la moral.

  3. Únicamente conozco a D. Marcelo por los escritos de quienes fueron tan afortunados de poder tratarle personalmente.

    Pero aparte del tratamiento que le corresponde según derecho canónico: Eminencia, es por mérito propio el añadido: Reverendísima. Ya que no solamente se disfruta con los merecidos elogios que le hacen amigos y admiradores sino que no se encuentra entre enemigos y detractores ni un sólo pero de enjundia al magnífico hacer de este auténtico Príncipe de la Iglesia.

    ¡Qué lástima que la actual Jerarquía no tome como modelo a seguir a D. Marcelo.

    Sabemos con toda certeza que D. Marcelo goza de la Máxima recompensa, pero por lo que amó a la Iglesia le ruego interceda por todos nosotros ante Dios, Padre.

    ¡Amén!

  4. Un servidor ha compartido y hasta superado los sentimientos de admiración por D.Marcelo que aquí se expresan. Pero a estas alturas y con la que está cayendo le veo más como el poli bueno -Tarancón era el malo- que ha guiado el proceso que ha concluido en la actual situación. Lo que no quiere decir que D. Marcelo fuera consciente del papel que desempeñaba. Simplemente lo hizo, quizá pensaba que no había otra.

    1. De modo que, según usted, Tarancón y D. Marcelo son responsables de que la Iglesia se haya llenado de maricones.

      Pues si sigue hilando tan fino va a llegar hasta S. Juan Evangelista.

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