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LECTURAS CXLVI: Catalina de Siena, una santa que hay que conocer

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Wolh, Louis de: Al asalto del cielo. Historia de Santa Catalina de Siena. Ediciones Palabra, Madrid, 1994, 366 pgs.

Uno de esos libros que llevaban años aguardando una lectura que nunca llegaba y que por fin ocurrió. Tenían razón mi mujer y dos de mis hijas que en su día me lo recomendaron. Hay que conocer a aquella mujer extraordinaria que fue Santa Catalina de Siena. Y Louis de Wohl (1903-1961) me parece un excelente introductor. Este berlinés, con padres nacidos en el Imperio austro-húngaro y algún antepasado judío, abandona su patria en 1935 y en Inglaterra llega a ser uno de los más importantes cultivadores de la novela histórica en el siglo XX. De arraigadas convicciones católicas se ha ocupado con notabilísimo éxito de varios santos de importancia capital (Santo Tomás de Aquino. San Agustín, San Ignacio de Loyola, Santa Elena…) y el libro dedicado a la santa de Siena pasa por ser uno de los más logrados sino el que más.

Es una biografía novelada, género en el que verdaderamente Wolh sobresalió, por lo que no es un libro para historiadores sino para el público en general que con su lectura llegará a conocer, y de forma extraordinariamente amena la figura y la santidad de esa mujer apasionante que fue Santa Catalina de Siena y la convulsa época en la que vivió. Cuando tantos sostienen hoy que la Iglesia está viviendo sus peores años no hacen más que mostrar su gran desconocimiento sobre lo que hablan. Y, por supuesto, sin sostener yo que los de hoy sean días buenos.

Mística notabilísima, esencial en el retorno del Papa de Aviñón a Roma, pasó de ser analfabeta a cartearse con Papas, Reyes y políticos de su época… Y murió a los 33 años.

Hoy es doctora de la Iglesia y copatrona de Italia y Europa. Os recomiendo esta biografía que además es muy amena.

Ignoro si ha habido ediciones más recientes pero dado lo que se difundió esta en su día no dudo que será muy fácil de encontrar por internet-

P.D.: Buscando la ilustración para la entrada vea que ha habido muchas ediciones posteriores lo que dice mucho del éxito del libro y hace facilísimo dar con él

 

Comentarios
15 comentarios en “LECTURAS CXLVI: Catalina de Siena, una santa que hay que conocer
  1. PADRE ATHANASIUS MURPHY, OP
    El éxtasis de Santa Catalina de Siena.
    «El amor no permanece inactivo.»
    Santa Catalina de Siena, Carta, 82

    ¿Realmente podemos imitar a una santa del siglo XIV, cuya vida fue de gran austeridad, y que ayunó tan severamente? ¿Qué lección podemos aprender de una Doctora de la Iglesia, cuya dieta era a base verduras crudas, que no dormía, y cuya comunidad se llamó las «Hermanas de la Penitencia»?
    Es cierto que Santa Catalina de Siena fue en su vida una penitente. El Beato Raymundo de Capua, Maestro General de la Orden Dominicana y Confesor suyo, en la biografía que escribió de la Santa, lo deja muy claro. Pero creo que es difícil ver la vida de penitencia de Santa Catalina, si previamente no se considera como una ofrenda de amor.
    Veamos algunas enseñanzas breves de Santa Catalina sobre el amor:
    El amor nos impulsa al deseo. Si el amor es la razón por la que deseamos, entonces el amor es la razón por la que vivimos. No podemos vivir sin amor, porque siempre queremos amar algo. El amor nos mueve y nos une a lo que amamos con el fin de descansar en ello. Cuando amamos algo, no sólo queremos su comprensión superficial sino lo que es realmente, y nada nos alejará de ello.
    Santa Catalina supo ayunar porque sabía amar. La Penitencia formaba parte, ciertamente, de su vida, al igual que las letras, pero su literatura está saturada de descripciones amorosas. El amor es quizás la palabra más común en sus cartas. Hay muchas cosas que deseamos en esta vida, pero el bien supremo – Dios, que nos da la vida divina, la bienaventuranza, la felicidad última – es el fin último por el que que nos esforzamos en el amor.
    Santa Catalina era consciente de su necesidad de amor. Con frecuencia terminaba sus cartas con el saludo «Amor, amor, amor, dulce Jesús, Jesús, Amor.»
    Cuando el amor habita en nosotros, nos olvidamos de nosotros mismos y habilitamos un espacio para el Otro. Cuando ayunamos, preparamos un espacio al amor perfecto que emana del Amor.
    Al hacer esto, podemos discernir los falsos amores:
    -cuando nos amamos a nosotros mismos o a otros de una manera que no refleja la realidad. Extrayendo nuestro falso autoamor, Dios deja espacio dentro de nosotros para Sí mismo. Pero nosotros amamos a Dios a medias hasta que nos convertimos. Mientras tanto nuestro yo está muy presente en cada acto de amor. Dios se prepara un lugar en el templo de nuestra alma, hasta mientras nos conduce al templo incorruptible de Sí mismo.
    Sólo desde la gracia de este amor divino, podía Santa Catalina cuidar a los enfermos y a los pobres y las víctimas de la plaga de la peste, del modo en que lo hizo. El amor, no la penitencia, era el fundamento de su vida:
    «Si, fundáramos nuestra vida espiritual, sobre la penitencia, sería una construcción, que podría llegar a nada y ser tan imperfecta que nos parecería que está privada de Dios, de modo que pronto [nosotros] caeríamos en el cansancio y la amargura. Por esto, debemos esforzarnos en ofrecer a Dios, tan sólo una obra acabada, pues Él es el amor infinito que nos exige sólo deseo infinito.»
    Cfr. Carta a Daniella de Orvieto
    Este amor divino era la fuente de su propio amor hacia aquéllos que le importaban, porque: «Dios nos ha amado sin ser amado, pero nosotros que lo amamos porque somos amados … no podemos sacar provecho, ni amarlo con este primer amor … ¿De qué manera podemos hacer esto, entonces, ya que así lo exige y no podemos pagarle según merece? Será de utilidad hacerlo, no a Él, lo cual es imposible, pero sí a nuestro prójimo … el amor se gana con amor, elevando la mirada de nuestra mente para contemplar cuánto somos amados por Dios. Al ver a nosotros mismos como seres queridos, no podemos responder no de otro modo sino con el amor. «- Carta al hermano Bartolomeo Dominici
    El amor transforma: Santa Catalina dice que «el amor transforma a uno en lo que se ama» (Diálogo 60). Al amar a Dios, llegamos a ser como la persona que amamos. Cuando dos cosas se unen entre sí, no puede haber nada entre ellos, de lo contrario no habría una unión completa entre los dos. Así es como Dios quiere que estemos con Él en el amor. Una vez que se elimina el amor egoísta, podemos amar a Dios con el amor con que nos amó primero. Santa Catalina considera este amor transformador al más alto nivel:
    «El eterno Padre me dijo: «Si tú me preguntas lo que es el alma, yo diría: Es otro yo, realizado hasta la unión por el amor «(Diálogo 96)
    Por el amor de Dios llegamos a ser modelados por el Creador y configurados a imagen de nuestro Creador que a su vez nos redime y nos hace partícipes de su Amor divino.
    En última instancia, el amor de Santa Catalina la llevó a una vida de penitencia y de servicio al prójimo. Ni decir tiene que su vida fue dura – murió a los 33 años – pero sin duda fue una vida vivida en el amor. Vio todas sus acciones y penitencias unidas a la cruz de Cristo: un árbol, no de tortura innecesaria y de castigo, sino un árbol de amor. Santa Catalina quiso injertarse en ese árbol y así unirse al amor ardiente que viene de Cristo.
    Santa Catalina, sin duda tuvo su parte de penitencia, pero creo que las principales lecciones que enseña, nos dejan prendados de amor. Si queremos encontrar una razón para la vida de penitencia de Santa Catalina, miremos cómo Cristo la amaba, con un amor infinito. Aférrémonos a Cristo como Aquél que vive y que quiere morar en nosotros.

  2. Gracias Dpaco Pepe. Hace una temporadita que pensé en esta SANTAZA y en la crisis del papado de esa época ( eran los tres supuestos papas y el de Avignon era el auténtico?). Deseaba ilustrarme en esa época tan difícil porque con este papado… Y con el Papa Emérito, pues bien mal vamos. Es necesario tener un poco de cultura y de perspectivas históricas para ayudar en la confianza en Dios que no abandona a su Iglesia. Lo que tenemos y padecemos HOY… Uffffffffff!!!

    1. Cuando Santa Catalina escribió por primera vez a Avignon, no había cisma. Los Papas llevaban allí setenta años, una segunda cautividad babilónica, a partir de Clemente V. La Seráfica Doctora escribe al Papa Gregorio XI. Pertenecía a la Orden de Grandmont, disuelta por Luis XV antes de la Revolución Francesa. Catalina se desplaza a Avignon. Habla a Gregorio XI en todo duro y filial: Sed hombre. Pero, a la vez le llama el dulce Cristo en la tierra.
      Gregorio XI emprende el camino a Roma. Morirá a consecuencia de unos higos envenenados que le ofreció la Superiora de un Convento de Monjas, al poco de llegar.
      Se eligió a alguien que no era Cardenal: El Arzobispo de Bari, que tomó por nombre Urbano VI. Su carácter provocó un desencuentro con los Cardenales. Se trasladaron a Anagni. Allí eligieron al Arzobispo de Burdeos, como antipapa, con el nombre de Clemente VII. A éste le sucederá Pedro de Luna, como Benedicto XIII. Santa Catalina se desplazó a Roma. Los Frailes del Convento de la Minerva le acomodaron un modesto apartamento. Estuvo incondicional a las órdenes de Urbano VI y de su sucesor Gregorio XII. Todos los días iba a primera hora de la mañana a rezar en la Basílica Vaticana, y allí permanecía en oración todo el día. Escribió por esa época que se veía desmejorada pues sentía todo el peso de la Iglesia sobre sus hombros. Se alimentaba tan sólo con la comunión y a veces algunas hierbas. Escribió a toda la cristiandad para que se adhiriesen al Papa de Roma. Desde el cielo vio exultante la celebración del Concilio de Constanza y la elección de Martín V. Pío II la beatificó y canonizó escribiendo en su honor el Oficio de su solemnidad. Su cuerpo reposa en la Minerva y su Cabeza en Siena.

  3. Y metidos en lecturas,mis hermanos,hay que volver a releer a los grandes de verdad.
    Estos días me estoy dando un auténtico baño de teatro,con mayúsculas:Alvarez Quintero,Jardiel Poncela,Casona,Pemán.
    Pemán…Dicen que murió asqueado al ver los derroteros que tomaba su amada monarquía.Comprobo hasta que punto no andaba errado Ortega al decir «delenda est monarquía…».Y qué delenda!
    Releyendo su magistral La casa,quiero compartiros la bendición de la mesa con la que pone punto final a esa obra:
    SEÑOR, BENDICE ESTOS MANJARES,
    Y BENDICE LA CASA DE LOS MÍOS.
    HAZ NUESTRAS VIDAS CLARAS COMO RÍOS,
    Y LLENA NUESTRAS ALMAS DE CANTARES …
    CONSERVANOS, SEÑOR ,LA FANTASÍA
    Y LA CURIOSIDAD;
    Y ESTA ALEGRÍA DE LA ROSA, DEL CANTO Y LA CAMPANA.
    Y ESTA FE EN LA POESÍA
    QUE FORMA PARTE
    DE MI FE CRISTIANA…
    (El quinto Evangelio, según santa España…)

  4. La biografía de esta santa hecha hace 100 años por Sigrid Undset (premio Nobel de literatura, conversa protestante, y a la postre, terciaria dominica como Santa Catalina), me parece la mejor y más completa. Con profundas reflexiones sociológicas sobre lo que el cristianismo hizo en favor de la mujer, e incluso afirmaciones que todavía hoy sonarían profeticas: « ¿Cuando vuelva el hijo del hombre, encontrará todavía fe sobre la tierra? ».
    Entra (desde su punto de vista) en reflexiones sobre la psicología interior de la santa, su amor por el sacramento del orden (de niña besaba las huellas por donde habían pisado los frailes del cercano convento de Santo Domingo), y su amor por la figura del Papa.

    La frase « dulce Cristo en la tierra » se entiende solo en el contexto de su veneración por el sacramento del orden; ella misma, visitando la corte de Avignon, tenia el don de percibir el hedor putrefacto de los personajes que la habitaban: reprendiéndola su confesor por no haber podido resistirse a hacerse a un lado con asco al saludarla una mujer, luego supieron que ésta era concubina de un cardenal.
    Ella misma con toda la dulzura de la que es capaz no duda en llamar cobarde al Papa, como posteriormente, al reconocer la crisis de la iglesia de su tiempo, estará muy lejos de venerar los pies de los frailes dominicos como hacía cuando niña.
    Su pasion (murió despues de una larga agonía en la que no podia beber agua), en la cual tuvo una pequeña prueba de los tormentos de Cristo en la Cruz, la ofreció por el pontífice; evidentemente más que el Papa de turno, lo que a ella la atormentaba era el cisma, y lo que le preocupaba era el papado, en cuanto Vicario de Cristo. Me atrevo a decir, aunque ella no lo haya dicho de esa manera, que la pasión de su vida fue la «conversión» del Papa, si se puede decir con esas palabras.
    En este sentido acusarla de contribuir a la papolatria me parece injusto; basta con asomarse a la historia para ver que, hasta bien entrado el siglo XIX, salvo los contados Papas venerados como santos o beatos, nunca estuvo asociada en la mente de los italianos la idea de que los pontifices fueran antorcha de santidad y virtudes, sino todo lo contrario.
    Necesitamos otra Catalina.

    1. Necesitamos otra Teresona.
      Siempre los místicos me han provocado bastante prevención.Desconocía lo de besar las huellas de los frailes,y,-saberlo-me reafirma en lo dudosos que son ciertos excesos.A ver si también contribuyó-naturalmente,sin pretenderlo- a cimentar el detestable clericalismo…
      No es que niegue la Mística,sino que recelo de todo místico que-habiendo metido su cabeza en el Cielo-,no mantenga sus pies bien clavados en la tierra.Para lo otro ya tenemos las pamplinas platónicas,y las requetepamplinas de los espiritualismos descarnados de Oriente.Todo lo que pueda sonar a evadirse de nuestra realidad terrena cotidiana,lo tengo por comodidad,cobardía y traición.
      «Y vio Dios que era bueno…»(Génesis)
      «Creo en la resurrección de la carne»…(Credo Apostólico)
      «Dadme muerte,dadme vida;
      dad salud o enfermedad;
      honra o deshonra me dad;
      dadme guerra o paz crecida;
      flaqueza o fuerza cumplida,
      que a todo digo que sí.
      ¿Qué queréis hacer de mí?
      (Teresa de Jesús)

    2. La Biografía más extensa y completa de Santa Catalina de Siena la escribió el Beato Raimundo de Capua, que fue su Confesor y Director Espiritual y fue Maestro General de la Orden de Predicadores. Es la referencia obligada para cualquier dato sobre la mística Doctora.

  5. Sin poner en duda duda todos sus méritos,pienso que a la sombra de la Teresona,palidece.
    Su desdichada frase de «dulce Cristo en la toerra»,contribuyó notablemente a hipertrofiar el monstruo papolatra.
    Sin dudarlo me quedo con la Santaza que hacía coplas a las pulgas,que contrataba a gañanes para vigilar la seguridad del Santísimo Sacramento(terminando por vigilar ella misma),o que confesaba en carta a la Priora de san José de Sevilla que más quisiera ver a su frailecico y medio en manos de moros que de los carmelitas de Toledo…
    Sí, era atemporal por grande;o grande por atemporal,que tanto monta.En sus purisimas carnes no pudo hincar el diente Chronos…
    Y aprovechando el tirón , y pensando en estos días tan calamitosos,saborear que
    NADA TE TURBE
    NADA TE ESPANTE
    TODO SE PASA.
    DIOS NO SE MUDA.
    LA PACIENCIA,TODO LO ALCANZA.
    QUIEN A DIOS TIENE,NADA LE FALTA.
    SÓLO DIOS BASTA…

    1. Me permito observar que Santa Teresa de Jesús, la Doctora de Ávila, afirma que aparte de la plegaria, todo el acervo de sus conocimientos espirituales lo aprendió leyendo el Diálogo de la Divina Providencia, y el epistolario de Santa Catalina de Siena, de la que se considera discípula.

      1. Los Doctores en espiritualidad carmelitana afirman que los dos referentes pedagógicos de Santa Teresa fueron Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena. Su vida mística dio a su obra un carácter personal y por eso es Doctora de la Iglesia.

        «Esta cristología es la misma que la de Santo Tomás y de Santa Catalina de Siena. En particular, la visión beatífica del alma de Cristo, reafirmada por Santo Tomás y Santa Catalina de Siena, es un punto para Santa Teresa en relación con la inmensidad del sufrimiento (el conocimiento de todos nuestros pecados) y la infinitud de su amor al Padre y por cada uno de nosotros (a quienes conoció desde siempre personalmente.» Padre María Eugenio del Niño Jesus.

        «Este modo teresiano de contemplar el Misterio de Cristo es el propio de Santo Tomás de Aquino y de Santa Catalina de Siena.» Ib.

        1. Item, hablando de enterezay valentía, y de todas las rarezas eclesiásticas actuales en la liturgia, con motivo del Covid19, Santa Catalina de Siena durante la peste negra se volco socorriendo y curando a los apestados. besando sus llagas. Algo podrían aprender algunos Obispos que parecen tener pánico ante la posibilidad anticipada de la muerte.

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