| 27 agosto, 2017
Por fin se ha atrevido a confesarlas. Aunque todos las suponíamos. Era un hipócrita que se hacía pasar por católico. Pero se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Y este estaba ya pilladísimo.
Cuando todos los católicos seguimos al Trucho, Ricca, Sorondo, Kasper, Marx, el peor o sea el actual, Spadaro y demás especímenes de la misma ralea, es muy útil desenmascarar a esos fingidos católicos como Veritas, que prostituyen la fe de la Iglesia. Y si son ellos quienes lo hacen, abochornados por su falsedad, mejor que mejor.
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Y como siempre hay algún lector con menos luces que un eclipse aconsejarle que antes de soltar una memez acuda a un diccionario y consulte la voz ironía.
Me alegro de que le haya gustado el post, Paco Pepe, aunque no ha tenido mérito. Las razones que he expuesto son copia literal de lo que algunos argumentan. Si repiten sin rubor que todo se debe a que se odia a los pobres, por ejemplo, el artículo de humor está servido. Un fuerte abrazo.
Yo también me declaro culpable, aunque sin el menor asomo de rectificación, puesto que la penitencia a la que me auto-someto es la de renunciar a todo el bien que alcanzaría de «seguir al Trucho, Ricca, Sorondo, Kasper, Marx, el peor o sea el actual, Spadaro y demás especímenes de la misma ralea».