La Resurrección en el Papa, en Munilla, en Castillo y en Torres Queiruga

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The Resurrection ofOur Lord: Come to the Feast [1] Hablan de hechos distintos. Que sólo se parecen en el nombre. http://www.infovaticana.com/2015/04/06/no-nos-cansemos-de-repetir-cristo-ha-resucitado/ http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=23693 http://www.redescristianas.net/repensar-la-resurreccionandres-torres-queiruga/ http://blogs.periodistadigital.com/teologia-sin-censura.php/2015/04/08/resurreccion-de-cristo-iun-hecho-histori No es normal que el hecho fundamental sobre el que se asienta nuestra fe, porque si Cristo no ha resucitado verdaderamente ser católicos es absurdo, no sea profesado unánimemente por la Iglesia. Porque de los cuatro testimonios que aducimos, dos no lo profesan. Su resurrección, verdaderamente con minúscula, es otra cosa, distinta y distante. Pero a quienes se les llena la boca con la verdad de la Resurrección, y muy bien llenada, permiten que otros, aparentemente desde la Iglesia, sostengan otra cosa. Confundiendo gravísimamente al Pueblo de Dios. Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe. Pues quienes creen de verdad en eso, y sobre todo uno, tendrían que librarnos de una vez, ganas me dan de decir de una puñetera vez, de quienes, aparentemente desde la Iglesia, no creen en la Resurrección de Cristo. O se han inventado un resurrección en la memoria, en la vida, o vayan a saber donde que no es resurrección ni es nada.¿ O es que San Ignacio de Loyola ha resucitado en los jesuitas o Lenin en los comunistas? Ante tanto permisivismo, incomprensible, es para reclamarles que si creen en lo que dicen actúen en consecuencia con quienes están barrenando sus creencias en vez de estar callados como… eso. Y si no creen pues que nos lo digan también en vez de estar engañándonos con lo que dicen creer. Y ya obraremos en consecuencia. Esto no puede seguir así. Haciendo cada uno lo que le da la gana como si no existiera madre superiora. Y menos en días en los que todo se sabe.

Comentarios
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  1. ¡Que pretensiosos, extraviados, y autoconfirmados en su error! Se apoyan en si mismos, en una espiral de oscuridad, ¡cuando mejor sería que se dijeran ateos y nos dejen a los locos creyentes con nuestros problemas de credulidad! Con el rótulo de Cristología esconden lo que es una verdadera herejía y soberbia intelectual, que se burla de la piedad literal de los humildes, de los que somos como niños en la fe, y creemos a la Biblia en sentido literal, siempre y hasta tanto, no nos diga lo contrario algún Padre de la Iglesia, o el Papa, o el Catecismo, que ninguno de ellos ha habido que sostenga estas «pretensiosas Cristologías» de los extraviados de los últimos años. Que más que Cristologías parecen ataques directos a la trinidad, a su segunda persona, que ya no sería divina, relativizadondo, desacralizando, y el abonando el camino a una torre de Babel en la misma Iglesia hija de miles de interpretaciones al gusto del Historiador o Psicólogo, autoridad última frente a la cual el hombre de fé y religión debe callar según esta errada corriente que entre lineas viene a decirnos que Jesús fue un simple hombre que se dijo Dios así mismo. Por lo tanto esta Cristología, no sería más que un reafirmación de la Condena del Zanedrin, Jesús merecería morir por mentiroso, y con el 2000 años de Iglesia. ¡Dios envíe al Pastor a por sus ovejas descarriadas perdidas en tan diabólicas entelequias!

  2. Homilía del día de la Pascua:

    DOMINGO DE PASCUA 2015

    HOMILÍA DEL EXCMO. MONSEÑOR AUGUSTINE DI NOIA O.P.
    SECRETARIO ADJUNTO DE LA DOCTRINA DE LA FE

    El domingo de Pascua, el arzobispo J. Augustine Di Noia, OP, predicó la siguiente homilía en la Casa Dominicana de Estudios en Washington, DC:
    La mañana de la Pascua, muchos ortodoxos y en los hogares católicos orientales, los miembros de la familia intercambian huevos de color rojo con el saludo, «Christós anesti:» «Cristo ha resucitado,» a lo que la respuesta correcta es: «En verdad ha resucitado!»
    Esta tradición remonta a Santa María Magdalena. Después de reconocer a Cristo resucitado en el jardín, se dice que viajó a Roma con el fin de proclamar allí la resurrección. Consiguió una audiencia con el emperador Tiberio, y exclamó ante él: «¡Cristo ha resucitado.» Según la tradición, Tiberio se rio y, señalando un huevo, declaró que era tan probable que Cristo resucitase de entre los muertos, como que un huevo fuese de color rojo. Cuando María Magdalena tocó el huevo, en su natural resultó de un rojo brillante, que simboliza la gracia de la Resurrección, comunicada a través de la Preciosa Sangre de Cristo. De ahí que en la tradición cristiana oriental, aparece Santa María Magdalena en los iconos, sosteniendo un huevo.
    La práctica de colorear los huevos de Pascua partió de Oriente a Inglaterra durante la época medieval y poco a poco revistió muchas variedades y matices decorativos. En 1290, el rey Eduardo I compró cuatrocientos cincuenta huevos para ser pintados en láminas de oro, como regalos de Pascua. Tal vez los más famosos huevos de Pascua decorados en la historia fueron los elaborados para el zar Alejandro III en 1883 por el famoso orfebre, Pierre Fabergé, de un valor incalculable, de los cuales se conservan cincuenta y siete.
    Incluso los huevos de chocolate de Pascua, que aparecieron por primera vez en Alemania y Francia a principios de 1800, deben sus orígenes a la tradición del huevo rojo milagroso de Santa María Magdalena.
    Como podemos ver con nuestros propios ojos, en lo referente a la Pascua, la leyenda ha sido notablemente resistente. Y así debe ser. ¿Es tan difícil creer que María Magdalena viajó realmente a Roma para proclamar la resurrección de Cristo al emperador Tiberio y que hizo que el huevo se tornase rojo? Como el primer testigo de la Resurrección, fue también la primera en llevar el mensaje de la misma a los demás. Mientras que todos los Evangelios Sinópticos narran su presencia en la tumba después de la Resurrección, sólo San Juan nos dice que fue a la tumba sola muy de mañana, y a su vez anunció a los apóstoles que había encontrado la tumba vacía. Más aún: se encontró más tarde con Nuestro Señor Resucitado bajo la apariencia de un jardinero. De esta manera, el Evangelio de San Juan da una preeminencia singular a María Magdalena: ella es la primera en ver la tumba vacía, la primera en anunciar la Resurrección y la primera que se encuentra con el Señor Resucitado.
    Así, sucedió que, ya en el siglo II, Santa María Magdalena recibió de San Hipólito el título de apostola apostolorum, siendo continuado en eso por San Ambrosio, San Agustín y Santo Tomás de Aquino. Su papel especial en la proclamación de Cristo resucitado dio lugar a una íntima conexión entre Santa María Magdalena y los frailes dominicos: muy pronto, se convirtió, junto con Santa Catalina de Alejandría (que tuvo un debate con los filósofos paganos), en Copatrona de la Orden.
    En nuestro tiempo, tanto el Papa San Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI han llamado la atención sobre el papel apostólico distintivo, llevado a cabo por Santa María Magdalena. El Papa Juan Pablo escribió que con su papel, como la primera que vio a Cristo resucitado … «corona de sentido todo lo que se ha dicho anteriormente acerca de Cristo, confiando verdades divinas a las mujeres y a los hombres» (Mulieris dignitatem n. 16).
    El Papa Benedicto declaró que «los Evangelios … nos dicen que las mujeres, a diferencia de los Doce, no abandonaron a Jesús en la hora de su Pasión …. Entre ellas destaca María Magdalena, en particular. No sólo presenció la Pasión, sino que fue también el primer testigo y heraldo del Resucitado … .Santo Tomás de Aquino [dijo de ella]:. «Del mismo modo que una mujer fue portadora de la muerte, con sus palabras dirigidas al primer hombre, así también una mujer fue la primera en anunciar a los Apóstoles palabras de vida …» (cf. Las mujeres en el Iglesia primitiva, Audiencia general, 14 de febrero de 2007).
    Por su parte, en una de sus meditaciones diarias («El don de las lágrimas» 02 de abril 2013), el Papa Francisco llama la atención sobre el hecho de que, tras la marcha de Pedro y Juan, el Evangelio de San Juan dice que María Magdalena » permaneció llorando junto al sepulcro. «Por lo tanto, cuando se manifiesta Cristo, lo ve a través de sus lágrimas. Según el Papa Francisco, estas lágrimas recuerdan aquéllas con las que lavó los pies de Cristo, mediante las que obtuvo el perdón de sus pecados, porque amó mucho. (Juan 20: 11-18). Es significativo, según el Papa, que expresó su petición de perdón no con palabras sino simplemente con las lágrimas.
    Y tras la Resurrección, mientras permanecía llorando junto al sepulcro, estas lágrimas fueron el medio por el que pudo ver a su Señor resucitado.
    ¿Hemos recibido el don de las lágrimas que preparan nuestros ojos para ver al Señor? pregunto el Papa. Hay lágrimas de alegría, pero también hay lágrimas de dolor, de tristeza, de arrepentimiento. A veces en la vida, dice el Papa, los anteojos con los que se ve al Señor son nuestras lágrimas. Nuestra comprensión de la Pasión, muerte y resurrección se expresa con las lágrimas que, como a Santa María Magdalena, nos preparan para ver al Señor. Debemos saber cuánto, y a quiénes amamos, y que todo el mundo, roto y desgraciado, necesita la Redención que Cristo nos ha traído: este conocimiento, este don de lágrimas, convirtió a Santa María Magdalena en apostolorum apostola.

    Hermanos y hermanas en Cristo, nuestra última palabra en la mañana de Pascua no pueden ser las lágrimas. Sería contrario a la Tradición! Si sonreimos ante la historia del huevo rojo de Santa María Magdalena, habremos cumplido con el requisito de los sermones de la Semana Santa de Baviera, que datan del siglo XV. Se esperaba que el predicador insertase historias divertidas en su sermón de Pascua que incitasen a la comunidad a reír (Ostermärlein) -al final, por supuesto-, sin dejar de extraer alguna lección adecuada y edificante. Esta risa de Pascua dio lugar a tales abusos en la predicación de la Palabra de Dios (uno sólo puede imaginar), que fue necesaria su prohibición por el Papa Clemente X en el siglo XVII y posteriormente en el siglo XVIII por el emperador Maximiliano III y los obispos de Baviera. El Papa Benedicto XVI, un bávaro de nacimiento, llama la atención sobre la base bíblica de este Risus paschalis-la risa pascual, como se le llama: «Jesús es Isaac, -Isaac significa el hijo de la risa- que, resucitado de entre los muertos, desciende de la montaña con la risa de la alegría en su rostro. Todas las palabras del Resucitado manifiestan esta alegría, esta risa de la Redención: Si tú ves lo que veo y he visto … reirás. «(He aquí el Traspasado, p 119.).
    La voluntad de Abraham de sacrificar a su hijo junto con la liberación divina, no prevista, de Isaac prefigura la redención obtenida para nosotros por Cristo.
    Esta risa, no es la burla escéptica de Tiberio, sino una risa redentora, que expresa con razón la alegría que experimentamos, conscientes de que, a través de la muerte y resurrección de Cristo, el pecado y la muerte, el sufrimiento y el dolor, han perdido su poder para vencer y destruirnos. «He visto al Señor», exclamó Santa María Magdalena. Que las lágrimas de alegría y la risa de la Redención, nos unan esta mañana de Pascua, en un saludo jubiloso: ¡Cristo ha resucitado! Verdaderamente ha resucitado!

  3. A mí se me ocurre que la única solución es convencer a la muchedumbre de herejes y apóstatas que pueblan la Iglesia que celebren, aunque sólo sea una vez, la misa según el misal de Juan XXIII…

    Es la única forma de que sean amenazados, marginados, perseguidos y, en su caso, excomulgados…

  4. DH 3041: «1. Si alguno dijere que en la revelación divina no se contiene ningún verdadero y propiamente dicho misterio, sino que todos los dogmas de la fe pueden ser entendidos y demostrados por medio de la razón debidamente cultivada partiendo de sus principios naturales, sea anatema [cf *3015s].»

    DH 3043: «3. Si alguno dijere que puede suceder que, según el progreso de la ciencia, haya que atribuir alguna vez a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto del que entendió y entiende la misma Iglesia, sea anatema [cf. *3020].»

    (Concilio Vaticano I, Tercera sesión, 24 de abril de 1870: Constitución dogmática “Dei Filius” sobre la fe católica)

  5. Hay el qué y hay el cómo. El qué objetivo respecto a la Persona Divina de Cristo y su Revelación a los Apóstoles es el constituyente de nuestra FE de la Revelación que ellos nos trasmitieron o entregaron y que le ponemos nombre de Tradición, no tradiciones costumbristas o relatos añadidos a través del tiempo. Tradición de la FE de la Revelación que San Pablo formuló como Depósito entregado (Parazeké) de la FE que es indeformable e inmutable ni por adición ni por sustracción.
    En esa FE de la Revelación está la Resurrección del Señor tal como se ha transmitido y creido en la Iglesia Católica siendo todo lo demás lucubraciones más o menos coherentes y convergentes con la FE objetiva dada y que no se queda en creencia subjetiva garante de verdad.
    En 1 Timote 8, 3-10 escribió San Pablo:» Si alguno enseña en sentido diferente (heterodidascalei) y no se aviene (proserjetai) a los términos puestos en vigor, los del Señor nuestro Jesucristo y a la Enseñanza (didaskalia) conforme a la recta piedad (eusebeian), se ciega, erudito en la nada, antes enfermando de búsquedas y logomaquias de las que surjen malquerencia, contestación, profanidades (blasfemiai), malas deducciones, disputas continuas de gentes que han perdido la cabeza y marginados de la Verdad, pensando ser la recta piedad un asunto negociable (porismon), aunque sí es el gran negocio la recta piedad dentro de su propio orden (meta autarkeia ).
    Nos dejó dicho así mismo que no nos predicaron leyendas y mitos bien trabados. Y que serían unos falsarios los Apóstoles si hubieran predicado la Resurrección de Cristo sin que hubiera sucedido. Ya entre los «cristianos» corintios la cuestionaron porque es un achaque latente en el «cristianisno gnóstico» de siempre.
    Pero ocurrió en un momento y por lo mismo está en la Historia de la humanidad en tránsito de los tiempos, Cristo Hombre y Dios como primicia de la resurrección GLORIOSA, pues hay otra de eterno apartamiento de Dios al margen de Cristo. Una vez que hemos llegado a conscientes ya somos responsables, tanto cuanto, para bien o para mal.

  6. He intentado leer lo escrito por Torres Queiruga, imposible, es un fárrago ilegible y uno no está para perder el tiempo. Así que no sé lo que dice.

    En cambio, Msr Munilla, cuando era el P. Munilla hace un alegato claro conciso y facilmente entendible.

    Porque la Teología, al contrario de lo que piensan muchos debe ser entendible por todos y si hay un sector que no lo entiende, no es Teología.

  7. Me parece diabólico que se preguntase a jóvenes que quieren discernir sobre su posible vocación como jesuitas: » Si se encontrasen ahora los huesos de Cristo, seguirías creyendo?.» Así se explican muchas cosas.

  8. Tengo la impresión de que Torres Queiruga es persona inteligente, con gran formación y que trata de buscar la verdad de manera sincera, por eso me da lástima y pido que Nuestro Señor Jesucristo le ilumine y al Virgen le asista en un camino en el creo que se ha perdido hace mucho tiempo. Tengo la sensación de que ha tratado de compaginar una ciencia que está en permanente cambio y que confunde con la naturaleza y que ha tomado como algo en cierta forma dogmático con la Fe de la Iglesia, que es precisamente lo que es permanente. Espero y pido que encuentre el rastro que ha perdido hace mucho, creando una nueva religión hecha a su medida y que a mi juicio no conduce a ningún lado.

  9. El señor Castillo es un miserable peón de Satanás.En su vida, todo se lo debe a la Iglesia, a la que maltrata y escupe una y otra vez, con terca insistencia demoníaca.Este viejo chocho me da verdadero asco y que vaya de católico, mucho más.No es más parásito porque su decrepitud física y mental le impide practicar.¿Hasta cuándo tendremos que soportar su baba diabólica?¿Es que los enemigos de la Iglesia no se mueren nunca?Son como una hidra: muere uno y nace una docena.

  10. CULTURA POPULAR Y MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN.
    08 de abril 2015

    Padre Juan-Diego Brunetta, OP,
    Promotor de Medios de Comunicación de la Provincia Dominicana de San José

    A veces lo diferente es simplemente diferente, aunque la afirmación sea una tautología. Pero otras veces la diferencia estriba en la novedad. Y si bien todos estamos de acuerdo que, en efecto, a veces lo diferente es lo nuevo, admito que tal vez no siempre estamos muy cómodos con lo nuevo. De hecho no estamos muy contentos con lo familiar, lo normal, la forma con que siempre lo hacemos.

    Sin embargo, en ese primer día de la semana, cuando María Magdalena fue al sepulcro muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, las cosas no fueron en absoluto como ella habría esperado que sucuediesen. Porque, como nos dice San Juan: «vio la piedra quitada del sepulcro.» ¿Cómo puede ser eso? Y, al instante, tuvo miedo. Tal era la preparación de María Magdalena para una novedad, que concluyó con algo de razón: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

    Como se nos dijo anoche mientras que entre los Judios había una creencia en la resurrección de los muertos, pero iba a ocurrir al final de los tiempos. No ahora. Para el Judio creer en «nueva vida estaba vinculado a la irrupción de un nuevo mundo y por lo tanto tenía sentido pleno. Si hay un nuevo mundo, también hay en él un nuevo modo de vida,» escribe el Papa Benedicto. «Pero una resurrección en la alteridad definitiva, en medio de la continuación del viejo mundo no estaba prevista, por lo que en un principio no tenía sentido» (Jesús de Nazaret: Semana Santa, 245).

    Y así, la tumba vacía no es la señal inmediata de la resurrección, para María Magdalena, Pedro y el discípulo amado. Más bien, las señales son de robo, profanación, y pérdida.

    Pero lo nuevo es a veces desorientador y aterrador. Por la misma causa, en la promesa de su propia resurrección, Jesús «se mantuvo inicialmente incomprensible para los discípulos» (ibid). San Juan nos dice al final del pasaje del Evangelio sobre los discípulos de Emaús: «Porque aún no habían entendido la Escritura, que Jesús debía resucitar de entre los muertos.

    Lo diferente-que-es-nuevo es de hecho tan desorientador y pavoroso, que a veces elegimos simplemente rechazarlo. Esto nos hace sentir más seguros, nos parece que controlamos las situaciones: Nos hace pensar que todo es lo que siempre fue y que nada lo diferente no es nuevo en absoluto, sino simplemente diferente.

    Era mi primer año en la universidad, al final de mi decimoquinto año de educación católica. Yo estaba especializándome en Biología y en Teología porque había decidido que tal vez podría ser a la vez médico y sacerdote. En ese momento yo estaba interesado en ser un jesuita (vemos el resultado de ello). Y tuve una reunión con el director de vocaciones de la Provincia de Maryland de la Compañía de Jesús. Parte de la reunión fue una prueba estandarizada que alguien había desarrollado para ayudar a «detectar» las vocaciones en los jóvenes. Se le llamó «Entrevista de discernimiento Sacerdotal.» Suena un poco extraño, tal vez, pero al parecer estaba de moda en aquel entonces en la Compañía.

    No recuerdo nada de la hora y media de interrogatorio, excepto una pregunta, que me ha acompañado en lo sucesivo: «Si se descubrieran con certeza los huesos de Jesús, ¿cómo afectaría eso a tu fe?»

    Una pregunta bastante engorrosa. Pero, bueno, yo era un alumno brillante, y podía podía pensar por mí mismo. Saben lo que respuesta?; «Bueno, supongo que no afectaría mucho a todos. Todavía tenemos el buen ejemplo de las buenas obras de Jesús. Todavía podemos vivir inspirados por lo que hizo y lo que enseñó. Todavía podríamos ser buenas personas. No importaría mucho a todos. » Y el Apóstol Pablo se revolvió en su tumba.

    ¿Qué estaba pensando? Bueno, la respuesta indica que no pensaba. Nunca había reflexionado sobre tal tema. La respuesta es que, ciertamente yo creía que Jesús había resucitado de entre los muertos, pero yo no entendía el significado de la resurrección, incluso con mis 15 años de educación católica. Yo no entendía lo que significa para la fe, lo que significa para la proyección de la misma. Y como no lo entendía, estaba confundido.

    «Sin embargo, el hecho es que nuestra fe cristiana se mantiene o se volatiliza con la verdad del testimonio de que Cristo ha resucitado de entre los muertos. Si tal dato no fuese así, aún sería posible todavía, reconstruir desde la tradición cristiana una serie de ideas interesantes sobre Dios y los hombres; sobre el ser del hombre y sus obligaciones; una especie de visión religiosa del mundo: pero la fe cristiana habría muerto.
    Jesús sería tan sólo un líder religioso fracasado, quien a pesar de su fracaso sigue siendo grande y puede hacernos reflexionar, pero desde un nivel puramente humano, y su autoridad se extendería sólo en la medida en que su mensaje fuese de interés para nosotros.
    Repito: su autoridad se extendería sólo en la medida en que su mensaje fuese de interés para nosotros. Él habría dejado de ser el referente de nuestra fe: El criterio único sería nuestro propio juicio selectivo respecto a su patrimonio, en lo que lo que nos pareciese útil [Y…¡Cuántas cosas nos parecen útiles hoy en día, teniendo en cuenta que nuestro yo es un amasijo voluble!]. [En otras palabras,] estaríamos solos. Nuestro propio juicio sería de la más alta instancia. [Lo que hemos considerado interesante para nosotros en este momento].

    «Sólo si Jesús ha resucitado ha sucedido algo verdaderamente nuevo que cambia el mundo y la situación de la humanidad.»

    Sin embargo, como he dicho anteriormente, la diferente-que-es-nuevo, es de hecho tan desorientador y tan aterrador miedo que a veces elegimos simplemente rechazarlo. Esto nos hace sentir más seguro; nos hace creer que controlamos las situaciones, nos hace pensar que todo es lo que siempre fue y que la diferencia no es nueva en absoluto, sino simplemente diferente.

    Podemos comprobar evidencias de esto en la cultura popular.

    Hermanos, sé que probablemente no seamos conscientes de eso, pero la gente que viene a nuestra casa, sí lo son.
    Pensemos en los fieles, las familias y visitantes, los voluntarios y el personal.

    Sin embargo, lo que encontramos hoy en el primer día de la semana, cuando todavía estaba oscuro no es la reanimación de un cadáver, y mucho menos la creación viral de los muertos vivientes. Lo fascinante es una alteridad que escapa a nuestro control, a nuestra inmediata esfera cognoscitiva, a nuestro entendimiento: una alteridad que rompe las expectativas de María de Magdala, Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús amaba.

    A los muertos no se les supone ningún progreso. Se supone que deben estar muertos. Y aún más importante, no se supone que los muertos resucitarán. Y sin embargo, esto es exactamente lo que hace el Señor Jesús. Se levanta de entre los muertos en una novedad totalmente inesperado.

    Como nos recordó anoche el Padre Steven [Boguslowski]: «Jesús se eleva hacia la gran amplitud de Dios.» Y promete y asegura que también nosotros resucitaremos con Él. Y esto desorienta a los primeros creyentes, y nos puede desorientar cuando nos aferramos a lo que ha sido revelado. Algunas veces lo diferente es nuevo! Y con la revelación de la resurrección, las cosas ya no pueden ser lo de siempre. Descubrimos la dura verdad que escapa a nuestro control.

    Es nuestro juicio de hoy que guía nuestras vidas y acciones y lo encontramos atrayente, descrubriendo a su vez, que el Resucitado es el Señor y el Que traza la hoja de ruta.

    En un sentido subjetivo esto puede hacernos sentir muy «inseguros» ahora. Porque no podemos valorar la realidad con los criterios de antaño: la vida tiene que cambiar: la vida ha cambiado. En realidad, en lugar encontrar la inseguridad en este cambio, estamos más seguros que nunca. Nos hemos encontrado con el Diferente, que es verdaderamente Nuevo y que hace nuevas todas las cosas. O más bien, Él nos ha encontrado. Y nada volverá a ser lo mismo. Gracias a Dios!

    Es ésta novedad de vida que celebramos este día: la resurrección de Cristo «en la gran amplitud de Dios.» Y nuestra entrada con Él a la vida nueva:»Este es el día que hizo el Señor; regocijémonos y alegrémonos «.

    Surrexit Christus, dixit sicut! Halleluia!! Cristo ha resucitado, como lo prometió! Aleluya !!

  11. La resurreción es cuestión de fe, evidentemente si no se cree en ella no se es cristiano, pero la oración se llama Credo, no «Sapio».

  12. José Luis Castillo, sencillamente está equivocado. Se permite una reflexión que por tratar de ser erudita se convierte en simplemente estúpida.
    Ser «progre» no implica estas cosas, y confundir con una reflexión meramente semántica en un asunto tan fundamental es un «ataque de catedrático».
    Obviamente, no enseña en universidades católicas por lo que lo que diga sobre esto carece de interés para mi.
    Se puede discutir sobre muchísimas cosas, pero por una vez estoy con de acuerdo usted: «si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe» y si su resurrección es histórica, meta-histórica o mediopensionista me trae sin cuidado. Es un artículo tan inútil (el de Castillo) como discutir sobre el sexo de los ángeles.

  13. Torres Queiruga está descalificado por la CEE (aquí: http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/actividades-noticias-doctrina/2682-notificaciones-sobre-algunas-obras-del-prof-andres-torres-queiruga.html) y no se podía separarle de su cátedra porque no daba clase en una universidad católica. Castillo fue retirado de su cátedra de Teología en Granada, también por la CEE, que emitió no una sino dos notas descalificando algunos aspectos de sus obras (no puedo colgar enlace porque el programa de consulta de documentos de la página de la CEE no lo permite). ¿Qué otra cosa podría hacerse? (Una excomunión formal, además de inútil, sería innecesaria: ya están excomulgados «latae sententiae» por sus herejías, y respecto a la expulsión del estado clerical, habría primero que ver quién tendría que hacerse cargo).

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