Muy jesuítica.
De los de antes.
Gran alegría por mi parte de esa canonización.
Y las mujeres entonces, como siempre, podían tener un papel destacado en la Iglesia. Lo inicio María, la Santísima Madre de Dios. Casi nada.
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El acto en Roma deslucido. No por la argentina, que a los romanos les trae absolutamente sin cuidado, sino a los argentinos, que parece que otro tanto. O me lo parece a mí. Que no tengo el menor reparo en reconocer que me gusta más la santa argentina que el argentino. Aunque éste sea mi Papa. Cosa que jamás puse en duda. ¿Con preocupación? No lo iba a negar.
Pues, lo importante: María Antonia de Paz y Figueroa santa de Nuestra Santa Madre Iglesia.
Laudemus Domino.
Tan española como el rey Juan Carlos que nació en… Ah, no espera…
Santos, ciudadanos del cielo, rogad por nosotros en este tiempo confuso, para que no caigamos en fáciles y ociosos devaneos, y no dediquemos seriamente, con la gracia de Dios, a nuestra conversión y la del mundo…
Cierto. Es una santa española. En su nacimiento y en su muerte. Argentina vino después.
Hablando de santos, estoy esta semana en Cuenca. Visitando ayer su histórica Catedral, vi en su Capilla del Obispo, cerrada con reja, dos sarcófagos en el suelo que pasan totalmente inadvertidos. Ante la falta de cualquier indicación sobre la ubicación de los restos del Obispo mártir de Cuenca, beato D. Cruz Laplana, una guía me indicó que se encontraban en uno de esos sarcófagos y en el otro, los de su secretario, el también beato D. Fernando Español. Me parece indignante que el Cabildo de la Catedral no resalte que en el templo catedralicio se encuentran las reliquias de estos beatos. En el número de la auditoría de la Catedral correspondiente a la referida capilla, ni se los menciona. ¿Estorban los mártires? ¿Se avergüenza la diócesis de Cuenca de su memoria por corrección política?
Donde dice «autoría» debe decir «audioguía».
Yo cada día «flipo» como dicen los chavales. ¿Qué querrá decir, a estas alturas de la película, «este es mi Papa»? Si un mal día accede a la silla de Pedro Jack el Destripador, también diríamos eso de que «este es mi papa? Vamos a intentar ser un poco adultos y dejarnos de barbaridades. ¡Ya tenemos constancia de algún que otro Papa, a lo largo de la historia de la Iglesia, que no podemos afirmar este es mi Papa sin ofender a Dios! Por sus hechos los conoceréis. Este es el Papa que okupa la silla de Pedro. Dios lo permite pero no quiere decir que el Espíritu Santo intervenga para que lo sea. Harto estoy de tanta tontería. (Como supongo que esta entrada será censurada por el dueño del sitio, allá él, por lo menos que se entere de otras opiniones). Una vez oí a un católico de Cursillos declarar que si el Papa decía que había que ir a comulgar con un bocadillo en la mano, él lo aceptaría porque lo dice el Papa. Y así nos va. Ahora nos ha tocado un tercermundista, populista, resentido, sin formación teológica suficiente, sin altura intelectual y sus sufridos y obedientes hijos dicen que es su Papa, quia nominor leo. ¡Qué fácil para Satanás ocupar la silla de Pedro y contar con la complicidad de simples sin fronteras! Ni de coña. Sus frutos y nada más que sus frutos. Y estamos en tiempos de cismas como para decir que este es nuestro Papa. Una cosa es ser educados, incluso «diplomáticos»; y otra, dejarnos comer la tostada por el mismísimo… Satanás. ¿Acaso nos va a salvar el Papa de turno?
Nacio en 1730 en Santiago del Estero.
En el Virreinato del Rio de la Plata.
Ergo, era espanola.