La norteamericana: un Iglesia que funciona

No puedes tocarlo
Fray Joseph Martin Hagan, OP | 22 de abril 2014

«Disculpe señor. Usted no va a ser capaz de pagar por eso. «Sus palabras volaron como un dardo. Me sobresalté. Mis pensamientos corrían: «¿Me habla a mí?» Me quedé paralizado. «Es a mí?» Mi corazón se hundió.

«Señor, yo no creo que usted gane el dinero suficiente para comprar eso.» El segundo tiempo fue más duro. Avergonzado, me afluyó la sangre y me quedé rojo. Bajé la mirada y murmuré algo apologético como si mis pies no pudiesen llevarme a ningún otro lugar.

Unos momentos antes, me había cautivado la belleza de lo que estaba viendo. Mi amigo y yo acabábamos de entrar en la galería de arte, y la primera pintura me cautivó: El Descenso de la Cruz, de Rembrandt.
Me deleitaba su maestría y dominio, en especial su utilización de la luz, y yo quería compartir esta maravilla con mi amigo. Pero cuando empecé a señalar la técnica de Rembrandt, mi dedo fue demasiado lejos. El guardia de seguridad sentado detrás de mí, se lanzó e intervino rápidamente y sin rodeos.

Nos alejamos con rapidez de la escena de mi vergüenza, una parte de mí se convirtió en defensiva. Mi dedo no estaba tan cerca. Si me conociese. sabría que yo no soy el tipo de persona que va alrededor de pinturas conmovedoras. ¿Qué tipo de persona se creía que era? Soy un visitante respetable de las galerías de arte.

Pero hubo también algo más que me molestó: Había sentido una cierta familiaridad con la pintura, que no era de cualquier cosa o cualquier persona: Era mi Salvador y mi hermano en el momento de mi redención. Sin embargo, las palabras del guardia no se refirieron a eso. Era como si yo fuera un extraño mirando un artefacto antiguo. Cierto que algunos podrían ver una obra maestra intocable con un precio concreto, pero yo vi un retrato de familia.

Entonces mis pensamientos llegaron a un compromiso. Por un lado, concedo al guardia que nunca podría pagar por eso: ya se trate de la pintura o de su tema. De hecho, la pintura muestra lo mucho que Él pagó por mí, por todos nosotros. No puedo explicar por qué Jesús haría tal pago para nosotros, pero me alegro de que lo hiciese.

Pero por otra parte, no voy a pedir disculpas por acercarme demasiado a Jesús. Bueno es mantener su pintura de lujo en perfecto estado, pero voy a tomar a mi Jesús, que por nosotros, tomó nuestros quebrantos. Él se entregó por nosotros, fue azotado y crucificado. El que no conoció pecado, se hizo pecado, e incluso ahora lleva las huellas gloriosas de su dolorosa Pasión.

Mi Jesús es tangible. Baste tan sólo recordar la cena-fiesta con el fariseo y la escena de la mujer pecadora. El fariseo, murmuró para sí: «Jesús no sabe quién lo está tocando? Si fuera profeta, sabría que es una pecadora. «Sí, Jesús sabe quién le toca. Él conoce mi infidelidad, mis faltas, mi lentitud para amar, mis inseguridades, mis pecados.

Pero es más que un profeta, es el Salvador. Él no sólo conoce mis pecados, sino que los carga sobre sus hombros, clavado en la cruz. Y ahora nos da el obsequio del perdón y la curación de las heridas del alma, derramando Su misericordia en el confesonario.

Se trata de un Salvador que viene a nosotros a diario en un fragmento con apariencia de pan y un sorbo con apariencia de vino, que nos invita no sólo a tocar, sino a gustar, de modo que tomándolo y comiéndolo, nos unamos a su mismo Cuerpo y a Su Preciosa Sangre.

Por eso la próxima vez que vaya al museo de arte, tendré en cuenta la importancia y los límites de la etiqueta refinada. Pero cuando Jesús venga a mí en la Eucaristía, mi alma olvidará cualquier límite.
Portones, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas. Levantad vuestras cabezas, oh Príncipes. Que se alcen las antiguas compuertas: Va a entrar al Rey de la gloria. Quién es este Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso, el Señor, que libra nuestras batallas: Él es el Rey de la gloria!

Yo he visto la transmisión desde El Vaticano , en su tramo final, y la de la catedral del arzobispado Castrense de la Vigilia Pascual, y en la primera se veía al Papa como fuera de ambiente entre tanta pompa, y la segunda me gustó todo: oficiante, liturgia, música. Creo que estuvo muy bien.
Creo que en Roma faltó un poco más de sobriedad, insisto que sólo vi el final de la Santa Misa.
Cada día me parece menos oportuno la Comunión en la mano. Debieran de pensárselo los que la practican. A los que dio la Comunión el Santo Padre llevaban una vela encendida en la mano lo que les impedía recibir la Sagrada Hostia en la mano. Puede ser una sugerencia.

Por eso Francisco no quiere cardenales norteamericanos, por eso Francisco persigue a Burke y otros americanos , por eso Francisco desea aniquilar a los Franciscanos de la Inmaculada. Quiere extender el modelo de fracaso de la Compañía jesuita, que no de de Jesus, al resto del mundo.

Feliz noticia! Y Feliz Pascua de Resurrección para toda la familia el blog!
Pregunto de nuevo: por qué me cuesta tanto entrar en el blog de la Cigüeña de la Torre? Lo encuentro mezclado con el de Tomás, el de El Olivo. Es correcto eso? Agradezco la respuesta