No va esto por la Forcades que de necia no tiene un pelo. Aunque su imagen viene que ni pintiparada para ilustrar el artículo. Bien sabía esta monja, exmonja temporal o definitiva, o lo que sea, prueba indiscutible del desmadre eclesial que vivimos es que no sea una laica más de modo definitivo, que el hábito, aunque fuera un sucedáneo, era lo que le daba protagonismo. Fue desaparecerlo e ir ella tras él en la desaparición. Como seglar activista política no interesa a nadie, no es nadie. Hay profundos motivos religiosos en el hábito pero ahora no voy a hablar de ellos. Me limitaré a uno puramente mundano pero que tiene también su importancia porque la estética también la tiene. La fealdad de entrada repele. Es necesaria una segunda derivada para aceptarla. Para abrazar a un leproso, acoger a un pordiosero, recibir a un maloliente, sacar a bailar a la gorda más fea que Picio… Claro que todos son hijos de Dios y en no pocos casos esos poco agraciados por la naturaleza tienen muchos más valores que algunos a los que no tienen más que un atractivo físico. Que además se marchita con los años. Y muy pronto bastantes veces. El hábito disimula muchísimo no pocos defectos. La gordura o la extrema delgadez, las patas de elefante o los palillos por piernas y, sobre todo, los años. Es muy difícil calcular los años de una monja con hábito. Y siempre terminan siendo menos, incluso bastantes menos, de los que en realidad tienen. Vestidas de adefesios, porque además suelen tener un pésimo gusto, rechinan y repelen. Y ya ven los resultados. No hay chica joven que en su deseo de entregarse totalmente a Cristo quiera ser como esas. Aun teniendo inmensos valores de entrega y servicio no pocas de ellas. Pero lo primero que se ve es lo otro y disuade. No abundan las vocaciones femeninas en el primer mundo pero curiosamente las que hay se van a Iesu Communio, a Santa María del Sagrado Corazón, a Mater Salvatoris, a las Hermanitas del Cordero, a Verbo Encarnado, al Hogar de la Madre, al Escorial, a la Hermanas de la Cruz, a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, a las carmelitas maravillosas… A las deshabitadas nadie o casi nadie. Claro que hay muchos más factores implicados. La descristianización de la sociedad, la escasez de hijos en las familias, el hundimiento de las órdenes y congregaciones masculinas que derivaban a la femeninas a aquellas jóvenes que dirigían espiritualmente y en las que se manifestaba la vocación religiosa, la indolencia y el mercenarismo de no pocos párrocos… Pero, ¿por qué unas sí y otras no? Pues el aspecto de unas y otras pienso que influye no poco. En el Blog han aparecido numerosas congregaciones en estado terminal que es normal que no haya joven que quiera ser así. Como esas. Para eso o se quedan en el mundo o ingresan en otras externamente mucho más atractivas y me temo que internamente también. Se me objetará que algunas de las citadas también disminuyen. Y es cierto. Pero mucho menos que las secularizadas. Y tampoco podemos comparar a las de nueva creación, que son todas jóvenes y en las que apenas se da algún fallecimiento, con las que tienen más de un siglo y con muchas ancianas en sus casas que naturalmente van falleciendo. Un ingreso en Iesu Communio o en Mater suma, uno en las hijas de Sor Ángela o en las carmelitas de la Madre Maravillas tiene que compensar fallecimientos. La monja Forcades, cuando inteligentemente se valía de su hábito, e incomprensiblemente se lo consentían, tenía un cierto atractivo externo. Hoy, sin hábito, no hay más que ver la fotografía con la que ilustro esta entrada, compárenla con las anteriores, pues qué quieren que les diga. Y todavía no es muy mayor. Pero parece que le han echado no pocos años encima. Y además, sin hábito, no interesa a nadie. Ni a los suyos. Tiene todo el aspecto de un juguete roto.
La necedad de las vírgenes necias
| 03 diciembre, 2015
pobre teresa forcades, esta muy desnortada, ojala que encuentre su verdadero camino o quizá el verdadero amor.
Según leí en un comentario el blog, creo recordar, tiene licencia por 3 años. Esperemos que le sirvan estos años para reflexionar y encauzar su vida en el sentido que sea, preferiblemente en el convento, en la oración y en la meditación, pero si no, en algo provechoso para ella y no haciendo el tonto en política, porque está claro y espero que lo haya visto, que sólo interesaba como monja contestataria.
El secreto esta en el «aceite». Esta y otr@s much@s lo perdieron hace mucho tiempo. Y no porque fueran gays o lesbianas, sino porque con el Espíritu Santo no se juega. Es un pecado gravísimo. Veo la foto y sólo me causa consternación. Un cristiano triste… ya saben…un triste cristiano. Por sus obras se conocen.
La Verdad Misericordiosa
02 de diciembre 2015
Fray John Paul Kern OP
La verdad acerca de nosotros mismos puede ser difícil de razonar. Somos reacios a pasar tiempo a solas en silencio con nosotros mismos y con frecuencia hacemos todo lo posible para evitarlo. Llegamos a estar ocupados a veces, en perder el tiempo, otras con interesantes actividades que nos impiden el descanso. Por desgracia, no estamos solos en esta gran obra de autodistracción. La sociedad en su conjunto, y las industrias con frecuencia nos suministran tal cascada constante de temas de evasión, de los que podemos llegar a ser dependiente.
Internet ha facilitado el acceso a un suministro interminable de contenidos. Las escuelas, los empresarios, e incluso los entrenadores, al dar charlas de equipo en los vestuarios de la NFL -Liga Nacional de Fútbol- deben trabajar duro para mantener la atención siempre proclive a distraerse.
Los jóvenes sufren especialmente de nomofobia, o miedo irracional a estar fuera del contacto del teléfono móvil. Chevrolet sabe que los adultos comparten este miedo y promete que con su nuevo Cruze 4G LTE WiFi siempre van a estar «conectados».
Amazon Fire-TV comprende nuestro miedo a quedar atrapados en una almohadilla en el mal momento en que finaliza el espectáculo y haya que volver a la realidad, prometiendo rescatarnos con su «vasta filmoteca de los mejores espectáculos de la historia.» En definitiva, se trata de una programación que no acaba nunca.
En su novela de 1932 «Un mundo feliz,» Aldous Huxley profetizó un mundo en el que Dios, la religión, el amor y el sentido de la vida serían sustituidos por la producción y el consumo. El Papa Francisco, citando a San Juan Pablo II, describe de este modo el mundo de hoy, en la «Evangelii Gaudium,» 196.) Para llenar el espacio vacío que queda en sus almas, los habitantes del «mundo feliz» participan en orgías rituales y se toman unas «vacaciones inducidas por fármacos «gracias a la soma, droga milagrosa, que ofrece a sus usuarios, un escape del estrés de la vida,» sin efectos secundarios.»
Parece que, además de la conexión cultural, en la actualidad hemos desarrollado nuestra propia versión de la soma: un fármaco digital, que nos ofrece un escape aparentemente inofensivo hacia una realidad virtual. La era de la tecnológica nos ha suministrado adecuadamente una abrumadora cantidad de información para protegernos del encuentro con la verdad última. Sin embargo, esto no es más que la última estrategia para hacer frente a un problema que al que se ha enfrentado el hombre desde la antigüedad hasta nuestros días.
En Lucas 18, 9-14, Jesús retrata a dos hombres: un fariseo y un publicano, que suben al templo a orar. La oración es un momento en que damos un paso, en el que dejamos atrás las distracciones y hablamos con Dios, de modo que en este contexto, de pie ante el Señor, podemos ser más honestos con nosotros mismos. El fariseo, sin embargo, no habla de Dios, sino que ora «consigo mismo.» Se intenta justificar, comparándose con los demás.
Si nos examinamos con honestidad, podremos encontrar en nosotros cosas que no son tan agradables. Al igual que el fariseo, sentimos la tentación de justificarnos. Nos da miedo admitir nuestras faltas. ¿ Por qué ? Tenemos miedo de admitir nuestras faltas, porque a menudo en nuestra experiencia hay «gente mala» con «faltas reales,» que nos causan repulsa, pues, hacen daño a otras personas, y a menudo se consideran digno de ser queridos, pero en justicia merecen ser castigados. No queremos ser una de «esas personas» y así cuando la evidencia apunta tan sólo a una conclusión, tenemos la tentación de ignorar que las pruebas que hacen tan atractiva la distracción, o las que nos dan argumentos en sentido contrario, mediante la racionalización de nuestras acciones, comparándonos con los demás. El que nos dediquemos a la autodistracción perpetua, a la participación en una guerra de propaganda interna para justificar nuestras acciones, es agotador y no hace nada para mejorar nuestra situación. Terminamos huyendo siempre de nosotros mismos, lo que es bastante difícil de hacer. Se trata de la miserable alienación del pecado.
¿Cuál es la solución? El publicano comienza su oración, dirigiéndose a Dios: «Dios mío, ten misericordia de mí, que soy un pecador!»
No podemos manejar el conocimiento de nosotros mismos, sin la supereminente ciencia del amor y la misericordia de Dios. Puede ser difícil admitir nuestros errores, pedir perdón, y esforzarnos por cambiar. Nos da miedo nuestra imperfección. Pero la verdad de la bondad y el amor de Dios nos hace libres y capaces de admitir nuestra debilidad y pecaminosidad, libres para confiar en el perdón de Dios, y en la esperanza de que con su gracia podremos ser curados y crecer en santidad. A la luz del amor y la misericordia de Dios nos vemos como Dios nos ve. Somos unos pecadores que son amados por Dios, los débiles, que reciben la ayuda del Todopoderoso, los mortales creados para participar por toda la eternidad en la vida íntima del mismo Dios. Jesucristo nos muestra que ante los ojos de Dios, vale la pena morir, incluso por el peor de nosotros. A la luz del amor de Dios, descubrimos que admitir honestamente nuestros defectos y recibir Su misericordia y el perdón es mucho mejor que tratar de justificarnos, escondiéndonos en la oscuridad del autoengaño.
Después de recibir el amor de Dios ya no sentiremos la necesidad de centrarnos en los defectos de los demás o de racionalizar nuestras acciones para justificarnos. Somos libres para amar a los demás y empezar a mostrar la misericordia que hemos recibido. Esto es muy superior a lo que los demás pueden tolerar. Racionalizar, minimizar o ignorar las faltas de los demás, no es más útil para ellos, que en relación a nosotros, el negar la realidad de nuestras propias faltas.
Pero, qué intimidador puede ser, conocernos a nosotros mismos, para poder hacer frente a los propios defectos, y comenzar a compartir la verdad del amor y la misericordia de Dios!
Mientras nos preparamos para entrar en el Año Jubilar de la Misericordia, que podamos aceptar la invitación del Papa Francisco: ser Misioneros de la Misericordia que aceptan la verdad del amor de Dios en la propia vida y avanzan en su camino para compartir esta Verdad misericordiosa con el mundo entero.
Hoy he tenido el honor de coincidir con Monseñor Wach, Superior General del Instituto de Cristo Rey, con los Padres Raúl Olazabal y Alexis, con nuestro entrañable blogger y su encantadora e inteligente señora.
Monseñor Wach me ha parecido un eclesiástico muy cercano, prudente, de excepcional inteligencia y sentido del humor. Es comprensible que el Instituto de Cristo Rey, bajo su dirección, no haga más que crecer. Deo gratias.
Mire es que paso lo mismo con los frailes, Don Francisco, donde esté un fraile de San Francisco vestido como Dios manda, o un dominico, un carmelita o un sacerdote con alzacuellos que se quiten los otros. Pero es que a los hombres les pasa igual, ¿que chico joven quiere parecerse a un viejo sacerdote desaliñado?. Incluso lo que usted dice con las mujeres y la edad pasa lo mismo con los hombres y la edad que vestidos de religiosos, no tienen edad, sino sabiduría que parece que les impregna el hábito. Siempre se ha dicho el hábito no hace al monje pero ayuda mucho.
En el caso de la Forcades, el hábito hace al político. Fue quitarse el hábito religioso, y perder todo tirón político. Pobre jueguete roto.
No me gusta ser pajaro de mal agüero, pero estoy viendo un movimiento sibilino en la Iglesia que no me gusta: Ya no hay una distición tan meridiana entre «habitados» y «no habitados» entre religiosos, monjes y monjas. La prueba es que hay cardenales, obispos pésimos (y otros buenísimos, a Dios gracias). Y los malos propagando sus maldades desde atalayas de la Iglesia, contaminando seminarios… en fin.
Yo creo firmemente que la situación actual no viene de casualidad. La apostasía del Siglo XXI se viene sembrando,y por desgracia cosecha más de lo que nos gustaría.
Las jóvenes con vocación lo que no quieren es entrar en comunidades contemplativas donde la inmensa mayoría de sus futuras hermanas, habitadas o no, tengan una edad avanzada, porque saben que su labor va a ser de cuidadoras y enfermeras, y si tal fuera su vocación entrarían en otras órdenes. Cuando había una pirámide de edad de amplia base en los conventos esto no pasaba. Que nadie vea, por favor, ningún menosprecio por mi parte sino todo lo contrario hacia las monjas que tras haber entregado toda su vida a la Iglesia se ven ahora solas y ancianas en sus conventos.
Los asesores religiosos, ya no sacerdotes si se han quedado en pastores, han sido nefastos si llevaban o llevan interiorizado el virus interconfesional. Pero no solo los clérigos de la cáscara amarga. Sobre todo han sido tóxicos anemiantes de la ascética y la dogmática católicos, es decir dela FE y por consiguiente de las motivaciones de vida, las revistas oficiosas u oficiales del episcopado, las Facultades de teología interreligiosa en lugar de católica y tanto salido como anda suelto con lo que llaman misión canónica.
¿Podrá calcularse el daño inmenso originado en las comunidades religiosas revistas como Vida Nueva, Yelda, Misión Abierta y similares?. Se diría que ante semejante marea negra es milagroso que después de medio siglo largo queden todavía rescoldos de la catolicidad cultural y de la religión Católica cultual.
Se ha seguido el planteamiento del anglicanismo fundacional y no podía haber otros resultados.
¡Tanta buena voluntad que ha sido destrozafa y neutralizada!
Lo mejor que puede hacer con esta falsa monja (que por cierto, NO vestía de hábito, usaba un disfraz semejante al hábito pero que no lo era) es ni mencionarla. Para alguien que gustaba tanto de aparecer en los titulares y en la tele, caer en un olvido tan absoluto es castigo suficiente y más que merecido.
En el caso de esta religiosa y otras ponemos poca atención en un hecho que es grave. ¿Quienes son sus sacerdotes, confesores, directores espirituales…? Ha habido institutos religiosos que se han perdido por no haber cuidado quienes les predicaban. Y en eso los obispos no se fijan. Muchas veces un sacerdote enfermo, con problemas, díscolo, retirado… acaba predicando a monjas con las consecuencias mencionadas.