LA MUERTE SEGUNDA
La Liturgia de las Horas de hoy nos ofrece un texto que no tiene desperdicio y que se refiere a la muerte segunda o sea a la muerte definitiva.
Desaparecido el primer mundo, escribe al final del libro del Apocalipsis: “Mira, vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su trabajo. Yo soy el Alfa y el Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la Vida y entrarán por las puertas de la Ciudad. ¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras y todo el que ame y practique la mentira! Poco antes había dicho que Dios renueva todas las cosas y que esas categorías de hombres y “todos los embusteros tendrán su parte en el lago que arde en fuego y azufre, que es la muerte segunda” (21, 13/15). Palabras terribles que todos deberíamos leer, releer y meditar, pero aquí, otra vez, ¿quién puede tirar la primera piedram
Los primeros que deberían meditarla son el papa y los obispos, responsables de la conducción del pueblo de Dios. Acá no figuran los enemigos del cambio climático, los culpables de cometer pecados ecológicos, sino, entre otros, los embusteros, los idólatras, los hechiceros y hasta los cobardes.
Los embusteros o sea los mentirosos, los simuladores, los hipócritas, los embaucadores; los idólatras o sea los que rinden culto de latría o le dar un lugar indebido a la Pachamama o a cualquier otro partícipe en la feria idolátrica actual; los hechiceros o sea los adivinos, brujos, embaucadores, nigromantes, cultores de los horóscopos y los cobardes, los cultores del respeto humano, los que ocultan su condición, como los religiosos que ocultan su hábito y su condición.
Hoy, 1° de Mayo es el día del trabajo. Cuando fui y volví de Misa a la capilla del Santo Cristo, unas 10 cuadras en total, no encontré a casi nadie por la calle. Ni siquiera a un perro. Era un desierto.
Recordé la experiencia de Saint-Exupéry un primero de mayo en la Unión Soviética, encerrado en un hotel, sin poder salir porque no estaba invitado a la “fiesta” ya que no poseía tarjeta. Pero consigue escapar por una ventana para poder participar. Las calles están desiertas como las mías hoy.
Pasan aviones “mil aviones sobre Moscú es algo que hace retemblar el suelo… era un espectáculo tan opresivo que nadie hubiera podido sustraerse a esa expresión de dominio… descubriendo que, si una escuadrilla vuela, en cambio mil aviones pasan como una aplanadora”.
La multitud avanzaba por las calles acordonadas como una lava negra hacia la Plaza Roja y volvía a deshumanizarse. Iba a comparecer ante Stalin. Una fiesta poco festiva.
Cuando era chico, en tiempos de otro peronismo, más cristiano, menos apóstata, se festejaba este día en forma más humana como lo muestra la canción:
“Hoy es la fiesta del trabajo, unidos bajo el amor de Dios
al pie de la bandera azul y blanca, juremos defenderla con honor” (la segunda parte corregida para enmendar una idolatría involuntaria).
Quisiera concluir con una plegaria de San Pío X a San José, muy poco conocida:
“Glorioso San José, modelo de todos aquellos dedicados al trabajo, danos la gracia de trabajar con espíritu de penitencia para expiación de nuestros numerosos pecados; de trabajar a conciencia poniendo el deber por encima de mis inclinaciones; de trabajar con reconocimiento y alegría, mirando como un honor emplear y desarrollar por el trabajo los dones recibidos de Dios; de trabajar con orden, paz, moderación y paciencia sin jamás sucumbir ante las dificultades, de trabajar sobre todo con pureza de intención con desapego de mí mismo, teniendo delante de los ojos la muerte y la cuenta que debo rendir del tiempo perdido, de los talentos inutilizados, del bien omitido y de las vanas complacencias en los éxitos. ¡Todo por Jesús, todo por María, todo a vuestra imitación, patriarca San José! Así sea”.
Nada que agregar a las palabras del glorioso Papa a quien tanto debemos.
Buenos Aires, 1° de mayo de 2024. Bernardino Mntejano