Se celebró en la iglesia de las dominicas de Almagro. El celebrante principal era, creo recordar, el viceprovincial dominico y cocelebraban un sacerdote secular y otro dominico. Los dos de edad avanzada. De diácono un joven de Toledo recién ordenado.
El provincial llevaba hábito bajo la casulla. El otro dominico no, o no se le veía la capucha. El sacerdote mayor y el diácono con la matrícula, la blanca doble o como se le quiera llamar.
La misa fue digna, la iglesia pequeña y el coro aceptable y sorprendentemente, para lo que suelen ser estos coros, muy joven. El viceprovincial metió alguna morcillita pero todos sabemos que los dominicos son muy sabios y están facultados para corregir las fórmulas del ritual que como también todos conocemos fueron prescritas por personas mucho menos preparadas que todo un viceprovincial dominico, que tras el provincial debe ser el más capacitado de la provincia y no digamos ya delos analfabetos litúrgicos que establecieron el misal. Pues morcilleando que es gerundio.
La comunión masivamente femenina y muy mayoritariamente en la mano. De las cuatro monjas que componen la esplendorosa comunidad, tal vez haya alguna otra encamada y sin posibilidad de ir a misa, tres comulgaron en la mano. Dos de las dominicas tenían bastantes años, otra era relativamente joven y la cuarta, pienso que novicia por el velo blanco, joven y con rasgos extranjeros. O eso me pareció a mí. Pues negro porvenir el de esa comunidad.
Aunque brillantísimo silo comparamos con la comunidad masculina. De la que sólo compareció uno, bien mayor, y creo que son dos.
Con lo que he pensado, Dios quiera que me equivoque, que la misa de hoy ha sido como una despedida de la Orden dominicana de Almagro. Porque allí ya no queda nadie. Pues dos iglesias más que se cerrarán.
