La misa de hoy en TVE2

C Fue en la iglesia de la franciscanas misioneras de la Madre del Divino Pastor y la ofició, como cocelebrante principal, el cardenal Amigo. Dignísima la misa y excelente la homilía. Sin papeles, a capela. El cardenal, superado un bache, está espléndido. Y me parece digna de encomio su disponibilidad a todo lo que le llamen. En España un obispo llega a emérito y desaparece, Don Carlos está más presente, pienso, que cuando era arzobispo de Sevilla. Y eso es un bien para él y para la Iglesia. En agosto cumplirá 81 años y poco después cumplirá seis de emérito, pues ahí está, con su gran facha y hablándonos de Dios. Y además muy bien. Yo he sido crítico con el arzobispo de Sevilla aunque siempre me dejó descolocado. Algunos obispos me han perdonado, el mérito del perdón es suyo, yo sólo puedo reconocerlo, palabras desabridas, tuviera o no razón yo en ellas. Si no lo tuviere mayor es su generosidad. Pero la humildad, la generosidad y la simpatía que, iba a decir derrocha, creo que es mejor da a manos llenas, Fray Carlos Amigo, pues le deja a uno admirado. Y más cuando ya no caben intentos de captar al personal pues ya no tiene gobierno que pueda ser criticado. Yo no he tenido mucho contacto franciscano pero lo suyo me parece franciscanismo puro. Si hasta el lobo fue el hermano… Con algunos obispos he empezado mal y he terminado bien. Sin retractarme de nada o sólo de estridencias a las que soy proclive pues mi naturaleza es arriscada. Con otros sigo mal y a conciencia. Me parecen impresentables. Y supongo que así nos moriremos. Dios me juzgará a mí pero también a ellos. Lo de Don Carlos, y lo de otro arzobispo, no español, que no voy a mencionar, me parece la sublimación de la generosidad, del perdón, de la mansedumbre… Bienaventuranzas puras. Pues que Dios se lo pague. La misa dignísima. El cardenal tiene otra extraña virtud, que le sale naturalmente, que es mezclar la dignidad con la sonrisa. O el apunte de sonrisa que le da notable simpatía. Desde una enorme magnificencia, que también.  Esto es manía personal pero uno tiene derecho a tener sus manías. Me gustan los cardenales que llenan donde están. Don Fernando Quiroga, Don Marcelo… Hasta tengo una cierta debilidad por el cardenal Tarancón pese a haberle puesto a parir tantas veces. Debilidad que no es exclusiva. Mi supergrán cardenal es de enclenque figura. Y también se llamaba Don Marcelo. La casulla que llevaba, espectacular. Y muy franciscana. El maestro de ceremonias, que pienso era el hermano Pablo, ejemplar en ese oficio. Y arrodillado en la consagración. El coro, guitarrero. Lo dirigía un franciscano con su hábito. Pero aceptable. En el Canon, una duda. No por el Papa Francisco ni por nuestro arzobispo Carlos. ¿Pero celebrando otro obispo, y además cardenal, no cabía la mención del mismo? Pregunto. Lo que diga la rúbrica me parece bien. La comunión muy mayoritariamente en la mano. Y las religiosas, Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, en cuya iglesia se celebró la misa, seguro que todas buenísimas, pues en la antesala del cierre. Eso se muere. Con sus chaquetitas grises de punto, su crucecita al pecho y la bondad reflejada en sus rostros pero se mueren. Me pareció ver a una, perdida entre los fieles, con hábito. Si fuere de la misma congregación, la felicito. En la comunión vi a otras dos o tres con hábito pero pienso que eran de otros institutos. Puedo estar equivocado. En la procesión final el cardenal bendecía al pueblo. A ver si otros le imitan.