PUBLICIDAD

«La lúcida teología del ateo»

|

Ver las imágenes de origen

Otro gran artículo de Juan Manuel de Prada.

https://www.religionenlibertad.com/opinion/160507895/La-lucida-teologia-del-ateo.html

Hay que leerlo.

Comentarios
7 comentarios en “«La lúcida teología del ateo»
  1. Pobres y extraños caminantes
    Fray Juan Macías Márquez OP

    14 de Noviembre de 2018
    Noviembre es un mes de esperanza para el cristiano. En este tiempo, tanto los santos como los pecadores, recordamos a aquéllos que nos han precedido en esta tierra, aquéllos que han cruzado el umbral de la eternidad.
    Meditamos sobre su vida, ejemplos y enseñanzas para aprender mejor cómo ser verdaderos seguidores de Cristo.
    La esperanza brilla en gran medida durante este mes, porque en los santos reconocemos la batalla ya ganada, gracias a la acción salvífica de Dios en su vida.
    Con respecto a las benditas ánimas del purgatorio, nuestra esperanza también crece con la certeza de que en su momento llegarán al cielo. No obstante, oramos para que puedan llegar a esa patria celestial lo antes posible.
    Meditar en el itinerario de los elegidos de Dios conduce fácilmente al tema de nuestra peregrinación: Al observar el camino y el desenlace de los santos conseguimos que creca nuestra esperanza de alcanzar la santidad, a pesar de la multitud de dificultades y pecados,

    La práctica espiritual de la peregrinación es algo propio de la virtud de la piedad católica. La idea es muy simple: Una peregrinación es un viaje espiritual en clave cristiana, en el cual el peregrino se exilia voluntariamente para buscar la Verdad de Dios en su vida mediante itinerarios a lugares emblemáticos.
    El peregrino desea ver su vida desde una perspectiva más cristiana y eterna cuando hace una peregrinación.
    Peregrinar ha sido una práctica desde los primeros días de la vida de la Iglesia, y alcanzó su punto neurálgico en la Iglesia medieval.
    La piedad católica en ese momento se centraba casi por completo en hacer alguna peregrinación. A lo largo de toda la cristiandad, han surgido muchos y diferentes lugares de peregrinación, generalmente lugares de culto en honor de determinados santos.
    Así surgió el famoso Camino de Santiago, en cuyo final nos encontramos con la tumba del Apóstol en la Catedral de Santiago de Compostela.
    La multitud de gente, que tal vez ni siquiera profesan la fe cristiana y que peregrinan cada año, da fe del impulso universal de cada corazón humano en orden a hacer una peregrinación.
    Además, los cristianos europeos quisieron ver y experimentar la tierra de Jesús, Tierra Santa, y ello con tal fervor, que atravesaron el continente en un viaje increíblemente peligroso y costoso, para cumplir con este acto piadoso, conocedores de sus beneficios espirituales.

    Las peregrinaciones nos recuerdan que todos estamos de viaje en esta vida y que no estamos solos.
    Hay quienes nos han precedido, por quienes oramos y ellos a su vez, oran por nosotros.
    Esperemos que tras la hora de nuestra muerte, aquéllos que nos sobrevivan también oren por nosotros.
    Recordamos esta súplica constante de petición de ayuda, en el antiguo himno a nuestra Santísima Madre cuando la invocamos en la Salve Regina y le decimos: «A Tí suspiramos y gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.»
    El valle de lágrimas es este exilio agotador que sufrimos aquí en la tierra. La peregrinación nos recuerda la realidad de la ayuda que proviene de la Iglesia, dentro y fuera del tiempo.

    En este mes de anhelo de la gloria celestial, piensa en la posibilidad de hacer una peregrinación a algún lugar.
    Podrías ir al cementerio local y orar allí todos los difuntos.
    Quizás podrías encargar algunas Misas por tus familiares fallecidos.
    Podrías ir a un santuario, por grande que sea, y sencillamente meditar sobre la naturaleza efímera de nuestra condición terrena, pensando que aquí no tenemos una mansión, que esta vida es una mala posada en una mala noche, que nuestra breve estancia en este más acá tiene como finalidad aceptar la salvación eterna que la Santa Iglesia nos ofrece en Jesucristo.
    Haz una peregrinación en este mes, ya sea en la interioridad de tu corazón o a pie, para alejarte del ritmo monótono de la vida diaria y así poder caminar más libre con el Señor Jesús a la vida eterna.

  2. El artículo es buenísimo por lo que nos afecta a los católicos, no por el deseo de que la izquierda vuelva a sus orígenes que siempre fueron el terror y la violencia.
    La vuelta a una sociedad de influencia católica, desconcierta a nuestros enemigos, que, rápidamente ironizan con la imposición de «mis dogmas», pero quedan desmontados cuando les digo que eso mismo hacen ellos, imponerme sus dogmas. así que, que gane el mejor.

  3. Gran artículo.

    Lo colgó Fernando en el penúltimo post.

    Que un rojazo sepa diagnosticar el origen de los males de la Iglesia y los jerarcas no, tiene narices y grandes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *