| 23 junio, 2018
Es una entrevista a Elvira Roca, autora de notable éxito, y que creo vale la pena leer:
Me la enviaron en mi periodo de convalecencia y por eso la he leído con casi quince días de retraso pero no me parece que haya perdido actualidad.
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hasta personas fuera de la iglesia se han dado cuenta de la autodestrucción misma de la iglesia, pero los únicos que no se han enterado o no se han querido enterar de ello, son su peronidad bergoglio y su grupete de lacayos aduladores que cantan como
patéticas porristas que todo esta de maravillas, vaya impresentables!
Completo desacuerdo en esa formulación: «La Iglesia católica camina a su propia destrucción.»
«Las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella» son palabras firmes e inalterables de Jesucristo, nuestro Dios y Señor siguiendo la declaración del Apóstol Santo Tomás el Dídimo.
La que está en autodemolición, es decir demolida desde dentro por cuadrillas de ingenieros zapadores de la autoagresión al explosivo plástico con coronel al frente, es la Religión Católica que por cierto es la ´única verdadera de la Iglesia de Jesucristo que no es la misma de las iglesias inventadas por los caletres y voluntades de hombrecitos verdes y negrura interior en conciliábulos sui generis.
Aunque desapareciera la Religión Católica, al presente en descomposición y a punto de desplome por efecto de la aluminosis interconfesional, la Iglesia fundada por Jesucristo que cimentó en Pedro seguiría santa y católica y también romana por más que ya no fuera vaticana ni sociológica.
Conviene recordar que Jesucristo nos avisó que llegarían tiempos en que se apagaría «La FE», que «si fuera posible hasta los escogidos la perderían» dejándonos resonando en el espacio la tremenda interrogante: «¿Cuando vuelva el Hijo del Hombre encontrará La Fe sobre la tierra?»
Nótese bien: La Fe de su Revlación de la que nos dieron fe pública los notarios presenciales que fueron sus Apóstoles; no que desaparezcan las fes y creencias humanistas, personalistas, filosóficas o teosóficas o masonistas de amalgama interconfesional interreligiosa o atea.
En el Apocalipsis retomando el anuncio y advertencia de nuestro Señor Jesucristo se lee, capítulo 11: que se le dio a Juan el redactor, una pluma de caña coma vara adivinatoria, al que se le manda aforar el templo de Dio y el altar y a los prosternados ante él; pero el atrio de la periferia del templo que lo eche afuera y no lo mida porque a los profanos gentiles se les permitió que también PISOTEEN LA CIUDAD SANTA; que cuando sus dos testigos pongan fin a su testimonio, el monstruo surgiendo del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y y les dará muerte. Y sus cuerpos sobre las plazas de la Magna Ciudad que en la espiritualidad se califica Sodoma y Egipto donde el Señor fue crucificado ; que vio la bestia emergiendo del mar océano con siete cabezas y y diez cuernos (siete y diez) semejante a una pantera con las patas de oso y boca de león, a la que el Dragón le entregó su fuerza y su trono y un gran poder… y se le concedió hacer guerra contra los santos y vencerlos y gran potestad sobre toda tribu y pueblo y lengua y gente; que otra bestia emergiendo de la tierra tenía dos puntas de cuerno como un cordero, pero hablaba como dragón»…
Muy serio, determinante, decisivo. Todos, quien más quien menos, en nuestras propias familias tenemos la escisión que Cristo nos previno que se establecería: «No creáis que vine a esparcir paz sobre la tierra; no vine a traer paz sino espada, pues vine a separar al varón de su padre y a la hija de su madre y a la nuera de su suegra. Y los enemigos del hombre sus familiares. Quien ama más a su padre o madre más que a mi no es digno de mi; y quien ama a su hijo o hija más que a mi no es digno de mi; y quien no carga su cruz y me sigue no es digno de mi…» (Mt 10,24)
No se acabará la Iglesia de Jesucristo in aeternum aunque se acabara el culto de la Liturgia sacramental católica en la mayoría de templos de la Religión Católica en cuyo trance nos encontramos; pero tampoco acabará la Religión Católica única verdadera de la iglesia de Cristo mientras quede un sacerdote católico consagrado, un obispo católico aun clandestino, remanente en el Sacramento del Orden Sagrado, sucesión sacerdotal de los Apóstoles del Señor, el hecho original, fundamental y diferencial entre Verdad y herejía o cisma.
Lector: ciertamente, Pío Moa es mi favorito, pero creo que Elvira Roca está haciendo también una gran contribución a la causa de la verdad.
Esa «autodestrucción» no es un fenómeno inexplicable, en absoluto. Tiene mucho que ver con el modernismo, la irrupción de las corrientes filosóficas postmodernas en la teología católica y el angelismo neoplatónico y desencarnado (en el fondo un gnosticismo cargado de soberbia luciferina) de muchos teólogos, que han llegado a la conclusión de que el «catolicismo» es un constructo político-cultural europeo, una ideología identitaria de la que hay que despojarse porque eclipsa el kerygma y el auténtico mensaje espiritual de Jesús de Nazaret. Mensaje que, por cierto, no coincide exactamente con el que ha quedado plasmado en los Evangelios, porque ya se sabe que en aquellos tiempos «no existían grabadoras», que los discípulos filtraron lo que les interesaba y elaboraron la narración a su antojo, etc.
Y esto no son cosas de frikis, sino que son doctrinas que actualmente profesan consciente o inconscientemente la mayoría de los ministros ordenados del mundo entero, sean obispos, cardenales, papas o simples sacerdotes.
Hermenegildo, no tiene nada que ver con que doña Elvira Roca se diga agnóstica, de estirpe republicana y masónica, etc. Ella es una mujer que rebosa encanto, verdad y bondad, pero su libro-éxito y sus artículos no alcanzan ni de lejos el nivel teórico ni histórico que la caprichosa fortuna y el mimetismo acrítico de la gente dan en adjudicarle como loros. Buenísima la intención y loable el esfuerzo de nuestra compatriota Roca, pero de semejante batiburrilo mal digerido que ni por utilidad llega a centón, no se saca al final ninguna enseñanza clara; amén de constituir un bocado fácil y hasta suculento para que reaccionen los valedores más sesudos de la Leyenda Negra, de los que hay muchos. Si, desde la fe católica, quieren ustedes un pensador actual, profundo, ameno en su erudición histórica y maravilloso en sus desarrollos sobre España y la Iglesia, lean a Jean Dumont. Y si lo prefieren desde una perspectiva agnóstica, disfruten de la obra incomparable de Pío Moa.
Su libro «Imperiofobia y leyenda negra», que recomiendo vivísimamente, es una obra maestra, de las marcan un hito en la historiografía.No deja títere con cabeza, con una abrumadora acumulación de pruebas durísimas.
Parece mentira que una persona que no se define como católica tenga que venir a señalar una realidad que muchos católicos no admiten o no quieren admitir.
La autodestrucción es algo consustancial a la Iglesia. Hay épocas de destrucción y épocas de construcción. Nos ha tocado una de destrucción.
Todos estos ciclos son largos, abarcan más de una vida, por tanto los que vieron el principio no van a ver el final.
No sé si este ciclo es peor que otros, pero desde luego es el más mediático, eso supone que los ataques son más espectaculares, se entera más gente y se magnifican más. Supongo que cuando se acabe la parálisis de unos y los ataques de otros, de la clerecía, se utilizarán los medios para la recuperación. Pero mientras toca sufrir.
Siendo agnóstica puede decir que la Iglesia debe disolverse. Supongo que todo el mundo tiene decho a decir lo que quiera, pero un poco de conocimiento sobre la Iglesia no le vendría mal.
Me ha salido el comentario general en responder. Disculpe.
Pero la realidad que dice la vemos todos los días al ver las iglesias cada vez ocn más banco vacíos y sin jóvenes. Otra cosa es que haya muchos que no quieren verlo.