Tres preguntas lexicográficas sobre dos ocurrencias voluntaristas del Papa sin la menor base científica y que no importan a nadie. Las diferencias, para él muy importantes, entre populismo, malo siempre, y popularismo, bueno, aunque puede degradarse con dirigentes «chantapufi» -¿?qué será eso?-, creo que no merecen más atención que consignarlas.
Y llegamos a una pregunta, dos en realidad, que merecen para el periódico destacados titulares en mayúsculas: «NO HE CASTIGADO NI INVADIDO AL OPUS DEI». Que ya es darles relevancia.
«¿Cómo podemos interpretar los cambios que usted ha solicitado al Opus Dei?»
«No es una cuestión solo del Opus Dei sino de las prelaturas personales»
¿Y cuántas son? Porque parece que el Papa está pensando en varias. Sin embargo en el Annuario Pontificio último (2o22), página 1033, bajo el epígrafe de Prelature Personali, solo figura una: el Opus Dei. El Opus, siempre según el Papa, no estaba bien ubicado canónicamente por lo que, dialogando con ellos, los pasa de la Congregación de los Obispos a la del Clero. Y añade: «Además soy amigo desde la Argentina de Mariano Facio (vicario general del Opus Dei)» El Anuario dice que Facio no es vicario general sino vicario auxiliar aunque la ignorancia puede no ser del Papa sino del ABC. O del Annuario Pontificio.
El periódico remacha: «Tuvo mucho eco la decisión».
Y el Papa: «Algunos por una parte decían «¡Por fin el Papa les dio a los del Opus…!» ¡No les di nada! Y otros, de otra parte, decían «Ah, el Papa nos invade!». Nada de eso. La medida es una reubicación que había que resolver. No es correcto agigantar la cosa, ni para hacerlos víctimas ni para hacerlos reos que recibieron castigos. Por favor. Soy muy amigo del Opus Dei, los quiero mucho y trabajan bien en la Iglesia. El bien que hacen es muy grande».
No faltará quien piense que hay amores que matan.
Dos preguntas sobre la inspección a los seminarios españoles. Las respuestas más bien echan balones fuera acerca de algo que es normal que preocupe.
Su valoración personal de cual es su mejor documento tiene escaso interés. La valoración de lo que escribe uno deben hacerla los demás.
Y muy dura, e incluso exagerada, su opinión sobre las homilías. Afirmar que «la mayoría de las veces (la homilía) se transforma en largas y teóricas clases de Filosofía y Teología» es otra imaginación del Papa. Se inventa una realidad, se la cree y abomina de ella.