LA ANOMIA

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Cuando Kafka deseó ser madrileño

LA ANOMIA

Hace años, escribí un artículo titulado “La anomia argentina”, publicado en la revista Verbo, Speiro, Madrid, 2008, n° 461/462, fruto del quehacer docente en la Universidad del Salvador, sede Pilar.

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El otro día, en una conversación con una amiga, llamada Estela, surgió el tema de las reglas y me comentó expresiones de un santo, aparentamente enemigo de ellas o de los votos.

Es por eso, que recordé este artículo, que tiene como capitel una cita de Kafka: “Me hacen fracasar… la falta de suelo, de aire, de ley”.

 Este loco genial, triple desarraigado, añora no solo la falta de una tierra donde echar raíces y de un aire sano, como el campestre, que le permitiera respirar, sino también de normas que ajustaran su conducta, en su crecimiento y le evitaran nuevos fracasos en su vida harto difícil.

Mientras escribo estas líneas, tengo a la vista un libro precioso, escrito por la hermana Metilde, monja benedictina del monasterio S.María de Franconi, en Veroli, Italia, titulado “La regola… del sorriso”, publicado por el monasterio al cual pertenece, en 1991.

En la presentación de la obra, Pietro Vittorelli, OSB, cita a san Gregorio Magno, según el cual “la Regla es la revelación del corazón de un padre que ama a sus hijos y quiere enseñarles como retornar al Señor a través de la conversión… el verdadero san Benito es el santo del amor, de la atención hacia los otros en el espíritu del Evangelio”.

El libro tiene excelentes y graciosas ilustraciones que recorren los mandatos de la Regla, comienza con el prólogo: “escucha oh hijo las enseñanzas del maestro” y concluye con el capítulo LXXIII, en el cual se invita a poner por obra “con la gracia de Jesucristo, esta Regla que hemos escrito como un corto principio de la vida monástica; que, en fin, con su práctica, llegarás, con el favor divino, a la cumbre de la sabiduria y de las virtudes”. 

   De vuelta al artículo, en el mismo señalamos que entonces y ahora más, en la Argentina existía una contradicción, pues a la vez, padecíamos exceso de normas producidas por la inflación legislativa y anomia a la vez, por falta de observancia de las mismas.

En artículo mencionado nos preguntábamos ¿Qué es la anomia? Y allí nos referimos al origen griego del término (a-nomoi), sin normas, que se aplicó a la política y fue introducido en el campo de la sociología por Emilio Durkheim.

Esta patología social, “designa un estado en el que el individuo percibe la ausencia de reglas o normas por las que regir la conducta” (Brie Roberto-Del Acebo Enrique, Diccionario de Sociología, Claridad, Buenos Aires, 2001, p. 32).

El cuerpo social, para Durkheim, se cubrirá mejor de esta patología, a través de la vitalidad de los cuerpos intermedios o grupos infapolíticos, existentes entre el hombre y el Estado.

Pero, además, existe un aspecto psicológico de la anomia, descripto por el sociólogo contemporáneo Robert Mc Iver, así: “anomia significa el estado de ánimo del individuo cuyas raíces morales se han roto, que ya no tiene normas, sino únicamente impulsos desconectados, que ya no tiene ningún sentido de continuidad, de grupo, de obligación”

Existen dos aspectos en la anomia: uno objetivo y otro subjetivo.

En el primero, se destaca el debilitamiento de la cohesión social y la crisis de la conciencia colectiva. Es un fenómeno de ruptura con el pasado, por la falta de solidaridad histórica y con el futuro, por la ausencia de una empresa común.

En el segundo, existe una realidad ético-antropológica, que se encuentra detrás de él. Como escribe el médico Mario Caponnetto, es “alguien que ha perdido todas sus referencias… un hombre en el exilio de toda su naturaleza social y política… la masificación, la pérdida de identidad, la absorción del individuo en el colectivismo asfixiante, como su imersión en un consumismo desbordado, son cuestiones que se relacionan íntimamente con la anomicidad del hombre actual” (El nihilismo como proyección política del hombre moderno en un contexto anómico, revista Patria Argentina, Buenos Aires, suplemento al n°201).

En la Argentina, estamos más allá de la anomia, después del período Kirchner-Macri-Fernández, nos encontramos en plena descomposición social, como lo denuncia el sociólogo Ricardo Sindicaro, profesor titular de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet, en palabras en palabras definitivas: “en situaciones de anomia los sujetos pierden su relación con las normas. Acá el problema pasa por las instituciones que tienen que hacer cumplir esas normas. No hay una persona que transgrede y hay un juez que aplica la norma. El que transgrede es el juez”.

Y ahora, en extraño contubernio, el nuevo oficialismo de Milei y su brujilda jefa y hermana, con los restos del kirchnerismo, proponen para la Corte Suprema al camarista federal Ariel Lijo, especialista en adormecer las causas y beneficiar con la impudidad a los delincuentes, con tres denuncias en trámite ante el Consejo de la Magistratura.

Además, el papa argentino recibe a un juez tan cuestionado como Petrone, uno de los tres magos que transformaron las coimas en adelantos electorales, para consagrar la impunidad de más de un centenar de empresarios, encabezados por el primo de Macri, Angelo Calcaterra, junto a otro, defensor del aborto, mientras después de recibir al gobernador de La Rioja, Quintela, especialista en no pagar a nadie las deudas de dicha provincia, se prepara a recibir a los gremialistas representativos de los “gordos”, en una especie de Unidad Básica que parece haber fundado en el Estado del Vaticano.

Pobres de nosotros, pobre Argentina, con estos jefes temporales y espirituales. Pero no perdemos la esperanza y por eso, ayer pedíamos en la Capilla del Santo Cristo, “Salve divino, foco de amor, salva al pueblo argentino, escucha su clamor, salva al pueblo argentino Sagrado Corazón”.

Buenos Aires, septiembre 2 de 2024.         Bernardino Montejano   

 

  

Comentarios
4 comentarios en “LA ANOMIA
  1. Por encima de la ley humana están siempre las leyes de la naturaleza y la ley de Dios. Por eso un hombre no puede «sentirse» camello, máquina de coser, pirámide hexagonal o señora, salvo que tenga un «problema» necesitado de un profesional.

  2. Vengo seguido a leerle, porque nunca salgo vacío ni defraudado. Al texto de hoy -que no es la excepción- comento porque es un bálsamo y necesitamos de estas bocanadas de aire en medio de tanta hediondez (vernácula y cósmica, que ahora dicen «global»). Mil gracias. Comprometo mis oraciones.

    Ps: gracias a Paco Pepe, por enlazar de lo bueno, lo mejor. Abrazo a ambos.

  3. Pues, sigo diciendo que mientras no se vuelva a la bendición del agua, con el exorcismo previo de las materias agua y sal, los demonios seguirán campando a sus anchas, ya lo decía la santa de Ávila. Es necesario, también que las personas de buena voluntad que aman a la Argentina, tengan sal exorcizada y con ella, vayan a las dependencias públicas, y vayan espolvoreando la sal, para que SALgan los demonios y con ellos se vayan convirtiendo los corruptos.

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