| 20 junio, 2023
Si in dubio pro reo, en este caso el dubio parece clamoroso.
Y hasta podría semejar un empecinamiento pontificio contra todo derecho.
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O así lo interpretan varios.
Entre ellos de Prada.
No es el mejor modo de iniciar un proceso.
El asunto es infinitamente más serio y grave de lo que la mayoría pueda siguiera imaginarse. Lo único que distingue la Iglesia Católica de una secta destructiva es el derecho canónico. En una secta, todos se someten a la voluntad del líder, que es el único que tiene derechos, los demás sólo pueden obedecer. En cambio, el derecho obliga a todos, empezando por el mismo papa.
Lo peor no es que alguien así sea papa; lo más repugnante es que ha sido promovido por unos cardenales que sabían muy bien lo que estaban eligiendo. Pero para quienes lo fundamental era contemporizar con el poder (y no precisamente divino). La Iglesia, siguiendo los designios de sus líderes, se ha metido en un callejón sin salida, donde no existe vuelta atrás. Para los progres la Iglesia es como un partido político, cuyo único objetivo es la conquista y el mantenimiento del poder. Pero se supone que, para los conservadores o tradicionalistas, es una institución basada en la continuidad de una tradición. Y éstos últimos son los que verdaderamente tienen un gran problema. Porque es imposible conciliar esa tradición con lo que ha venido sucediendo últimamente.