Conozco a José Francisco Serrano. Cuando nos encontramos ocasionalmente recibo de su parte un trato cordial al que creo corresponder por mi parte. Creo que es una de las personas que más saben de la Iglesia española actual, incluso de sus entresijos, y tal vez me quede corto en lo de incluirle entre las más sapientes. Pocos, tal vez nadie, entre los laicos, como él.
Cierto que ese cántabro, lo he dicho alguna vez, me parece más gallego incluso que Rouco. Y uno es gallego de nacencia aunque tenga mucho todavía que aprender de esa condición.
Todo el mundo tiene derecho a tener los amigos que quiera, yo también, y no voy a negar para nada a Serrano esa condición. Frecuentador personalmente muchos años de ambientes eclesiales eso genera amistades y seguramente tal vez alguna incompatibilidad. Fruto de las primeras es un artículo muy elogioso que le dedica a Ricardo Blázquez. Y de los amigos se habla bien. Nada que objetar.
Pero me parece que en esta ocasión el afecto le ha hecho pasarse un pelín. O casi una cabellera de la que carece Don Ricardo. Mis conocimientos del griego son nulos porque jamás lo estudié. Serrano habla del ethos del cardenal. Que parece traducirlo por carácter. Uno duda de la existencia misma del inane arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española aunque alguna vez le haya visto. Pero de su carácter no tiene la menor duda. Jamás ha existido. No lo conoce nadie. Y si últimamente se quiso hacer algo más presente, de lo que ha dejado muestra es que sin carácter ninguno. Porque no es carácter el empecinamiento absurdo en el error. Eso no pasa de capricho infantil que en mis años niños se corregía con un débil cachete. A Blázquez, por su capricho niñato y algo malévolo, en su insignificancia tampoco es capaz de enormes maldades, solo o en compañía de otrosha recibido una bofetada monumental. De las que no te menees que es peor.
El artículo de Serrano está escrito antes de la recientísima Permanente que él, sabedor como digo de todo lo que hay, calificó de «alto voltaje». Acertó como era previsible. Y de un voltaje tal que Blázquez quedó electrocutado y achicharrado. Y manifiesta su insignificancia personal y directiva.
Es hasta posible que los obispos le renueven otro mandato que evidentemente sería el terminal. Pero no se lo ha puesto fácil, después de la clamorosa derrota sufrida, a sus hermanos en el episcopado. Inane donde los haya.
Prescindo de todos los afectos personales de Serrano. Que por supuesto respeto. Cada uno tenemos los que nos dé la gana. Pero quien tanto sabe de la Iglesia española aseguraba un alto voltaje. Que es lo que hubo. Y tras el cortocircuito no se han fundido todos los plomos de milagro. Aunque los del arzobispo de Valladolid hayan quedado chamuscadísimos. Dios dirá si ya inservibles. Si bien no faltará quien piense si esos plomos sirvieron alguna vez para algo.
Todo insulto es una firma, venga de un obispo, del blogger o de un comentarista del blog. Y una opinión adobada con insultos pierde casi todo su peso. A ver si los asiduos al insulto aprovechan la ya cercana Cuaresma para convertirse y demostrar que creen de verdad en el Evangelio.
Excepto Hermenegildo, tanto el post como los bochornosos comentarios ponen de manifiesto el rastrero concepto de cristianismo de algunos católicos. Si bien es cierto que quizá el cardenal en el asunto de la votación de la ACNdP cometió un error lamentable, pero muy local, da pena que se desorbite como si hubiera cometido un gran crimen y en castigo le hubiera reducido al estado laical.
Los comentarios son de un tono ajeno a la caridad cristiana: con impertinencias insultantes (el Sr. Ramilo se atreve a hacerlo constantemente como si él mismo fuera una lumbrera, cuando lo que parece mostrar es que es un jubilado frustrado, que se entretiene con cotilleos clericales y mirando fechas de retiro de prelados y defunciones de curas), con un desprecio y unos juicios de valor que, para cualquier persona estarían mal, pero son inconcebibles en su aplicación a un sucesor de los Apóstoles. Yo no sé en qué parte del evangelio el Señor dio el mandato a los fieles de insultar y regañar a los pastores. Una cosa es no ser tonto, no ser sumiso o no ser ciego a los errores, y otra la cínica desfachatez que tiene tanto de volteriana y tan poco de cristiana.
Si Blázquez resulta reelegido será sobre todo por la ausencia de una alternativa clara.
Nota de F. de la C.: Lo borro por demasiado escatológico. Supongo que lo comprenderá.
Ha aportado a la era del diálogo la voz de pito, hoy universalmente entonada en toda cátedra arzobispal, tribuna eclesiástica, dicasterio vaticano o congregación que se precie, con general regocijo entre el público invitado momentos antes del vino español.
El insignificante Blázquez está para poco.Con un poco de suerte, lo mantienen en Valladolid hasta avanzado el 2019.Incluso es posible que en Roma se olviden de que existe y cumpla los ochenta en el cargo.Su meteórica carrera eclesial es un mistrio tan inescrutable como el de la Santísima Trinidad.