JIRONES DE CRISTIANDAD II

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Ángel Di María, en un partido con la selección de Argentina.
No piensen los lectores de este blog que me he transformado en cronista deportivo; lo
que sucede es que los buenos ejemplos hay que buscarlos hoy en ese ámbito, en el cual
observamos una saludable y reconfortante presencia de jirones de cristiandad. Hace poco, fue un
tenista, hoy es un futbolista, antes fue en los Estados Unidos, con Djokovic, vencedor de la
pandemia, ahora en Bolivia, con di María, vencedor de la altura, la misma que mató en 1992 al
ideólogo de Alfonsín, Carlos Santiago Nino, llegado para asesorar en la reforma de la
constitución boliviana, víctima de un ataque de asma.
En esos tiempos de viejo laicismo o de componedora laicidad, gracias a estos
deportistas gozamos, aunque sea por poco tiempo, del reconfortante aroma de la cristiandad.
En la capital de Bolivia, a una altura de 4200 metros, los locales se vuelven peligrosos y
los argentinos recordamos la paliza de 2009 por 6 a 1 con Messi y di María en la cancha, bajo la
dirección del famoso Diego Armando Maradona que difícilmente podría dirigir a un grupo
humano cuando era incapaz de dirigirse a sí mismo, como destaca la declaración del Instituto
de Filosofía Práctica del 4 de junio del 2010, “Reflexiones en torno al mundial”, en el libro
“Doce años de declaraciones que no necesitan aclaraciones”, Buenos Aires, INFIP, p. 113 y ss.
Con Messi en el banco de espectador, el conductor fue su compañero Ángel di María,
católico cabal, el mejor del partido, pues como reconoce un matutino “Fideo fue la figura… que
mereció el aplauso del público boliviano”.
Preguntado al término del útimo mundial cómo se preparó para el partido decisivo,
contesta que para él la oración era más importante que el precalentamiento y que es lo que hace
en forma habitual: “Me puse a rezar. Tengo a mi Jesús ahí, con mi Virgen, mis cosas, la foto de
mi mujer con las nenas… Me puse a rezar y fue el único partido que no le pedí, solo le agradecí
el momento que iba a vivir. Era el momento que deseaba, que esperé ocho años. Lo tenía ahí,
delante de mi mano, Estaba a cinco minutos de que el árbitro toque el silbato y empiece la final
del mundo”
Recordó también que en la tribuna estaba toda su familia, “bancándome como siempre
en los buenos y malos momentos”.
Modelo de oración, definida por San Buenaventura como “la elevación de la mente a
Dios”, porque como afirma, “depende todo de Él, del de ‘Arriba’ y que sea lo que Dios quiera”:
alabanza, culto de latría a Dios, agradecimiento, peticiones. Solo Dios todopoderoso;
los ídolos como la Pachamama, los deja para los políticos y algunos eclesiásticos,
para que los cultiven y dialoguen con ellos.
En su vida, “Fideo” contrajo matrimonio con Jorgelina Cardoso el 30 de julio de 2011,
en la catedral de Rosario, ciudad natal de ambos, la cual hoy se conoce por los asesinatos
cotidianos, consecuencia de la lucha de bandas, del narcotráfico, de la droga, pero sobre todo de
vivir a espaldas de Dios.
En julio de 2018 regresa, después de la derrota en el mundial de Rusia, a ese lugar tan
peligroso, para el bautismo de su hija menor, Pía. Y un paralelo más con el tenista serbio:
así como el mejor del mundo por causa de la
plandemia enfrentó a los poderosos del mundo, los futbolistas argentinos después de su victoria
​en el mundial se enfrentaron a los poderosos locales y no se dejaron usar por la sarta de
mentirosos crónicos, que detentan el gobierno en nuestra patria que sufre; con ellos, ni una foto.
El precioso testimonio del sub capitán Di María, al que vemos agregar el del capitán de
la selección Leonel Messi, que en cada partido se persigna y mira al cielo, confiesa su fe,
prueban que, a pesar de todo, en nuestra patria los jirones de cristiandad aún existen. A no
perder la esperanza. porque todavía es posible una Argentina mejor.
Bernardino Montejano
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