| 18 enero, 2024
De Guillermo Juan Morado
https://www.infocatolica.com/blog/puertadedamasco.php/2401181230-infierno#more45100
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Esa es la doctrina católica.
De Guillermo Juan Morado
https://www.infocatolica.com/blog/puertadedamasco.php/2401181230-infierno#more45100
Esa es la doctrina católica.
D. Guillermo, la cita de autoridad, irreprochable, no quita la errónea utilización del término autoexclusión, el hombre no es juez y parte, solo parte, el prefijo «auto» sobra, ¿error de traducción?.
D. Norberto,
El juez definitivo es Cristo, que es la Verdad. Pero la causa de la condena es el pecado mortal sin arrepentimiento. Y el pecado mortal sin arrepentimiento es cosa de quien peca y se resiste a la penitencia; en este sentido, se puede entender el término «autoexclusión».
La verdad es que no he verificado si se trata de traducción o no. Comprendo su objeción, que no carece de fundamento.
Sobre lo erróneo de considerar al infierno o la condenación como sola «autoexclusión» del pecador, vale la pena este excelente post: http://www.infocatolica.com/blog/praeclara.php/2004200435-la-condenacion-eterna-como-au.
Se dice: «El catolicismo llama “infierno” al estado de la autoexclusión…», ¿autoexclusión?, eso implicaría auto-juicio, y no es tal, es Dios quien juzga (Mt 25, 1-ss), no cada uno a sí mismo, me parece un error de bulto.
Y si esa es la doctrina católica sobre el infierno…,¿es católico quien pone en tela de juicio tal doctrina?.
Digo,por ir sacando consecuencias, y no practicar un coitus interruptus en el discurso deductivo.A lo Onan…
Gracias por la mención.
Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: «Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él» (1 Jn 3, 14-15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra «infierno».
Catecismo Iglesia Católica, 1033.