| 11 febrero, 2025
Un obispo a cuatro patas y con tacones es una agresión más, sin sentido, a la Iglesia y a los católicos.
Con intervención de la autoridad local.
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Un obispo a cuatro patas y con tacones es una agresión más, sin sentido, a la Iglesia y a los católicos.
Con intervención de la autoridad local.
Desgraciadamente vivimos en una época en la que la libertad de expresión es un mantra y una manta que tapa cualquier desvergüenza. Y no olvidemos que los insultos a la religión y a la iglesia o han sido o están a punto de ser despenalizados. La única opción que queda es el derecho al pataleo, porque reclamar que igual que ese/a desgraciado/a ha tenido la estúpida idea de «crear» esa infamia de cartelucho, nosotros también tenemos la libertad de expresión suficiente para cagarnos en sus muelas (como diría Chiquito de la Calzada), nos dejaría en mal lugar ¡encima!
Mal está pero haber seamos lógicos. ¿Qué trasmites? que tanto apoyo a lo LGTBI te hace pasar aunque no se diga por afeminado como mínimo y si a eso le juntas los casos de pederastia, encubrimientos y las bobadas que hacen algunos para pasar por misericordiosos y decir que todo se ha hecho mal hasta que llegaron ellos pues cala en la opinión general y más cuando los medios de propaganda son enormes y el machaque continuo.
Luego en esa sociedad catalana imposible imponerse porque no pintan nada de nada.
La sociedad española es un albañal pero la catalana va primero en la locomotora sin duda alguna. Sociedad descristianizada, donde hay menos derechos que en ningún sitio, llena de inmigrantes ilegales, sucia por todos los lados, en decadencia absoluta, con preminencia de ocupas etc y es que cada uno a veces se merece lo que le toca.
Quien calla, otorga.
A mí ya me da igual; que se pongan las pilas los mitrados y denuncien ellos.Lo malo es que esto es un empezar y enseguida viene más quema de iglesias,ermitas ,templos ,imágenes
No hay que hacerlo con nadie. ¿Se atreverían con otros iconos del Islam o religión hebrea? Dicho esto; quien tira piedras con lo que ha sido constitutivo de su cultura y civilización acaba destruyendo lo suyo. No hay que más que ver la Iglesia en Cataluña: acomplejada, encerrada en su nacionalismo y sin chispa alguna. Mal el cartel y peor los que callarán diciendo «tampoco es para tanto». El último que quede apague la luz y cierre la puerta.
Simplemente repugnante. ¿A qué espera la CEE para alzar su voz contra los sistemáticos ataques que sufren la Iglesia y los católicos? La España de 2025 se parece demasiado (cada día que pasa un poco más) a la siniestra, macabra y asesina Segunda República.