Estuve esta mañana en la inauguración de la plenaria de la Conferencia Episcopal. Es un acto curioso que quien no lo haya visto nunca difícilmente lo imaginará. Pese a repetirse vez tras vez sin apenas novedad alguna.
Se reúnen los obispos en el Aula Magna para oír el discurso del presidente de la CEE y unas palabras del nuncio. Con sacerdotes del entorno de Añastro y representantes de los medios más alguno que quiera incorporarse.
Hoy hubo overbooking fracasado. Quiero decir que previsto pero que no se llenó. Y se habían colocado más sillas que las acostumbradas. Seguramente pensando, es un suponer, que el nuevo cardenalato de monseñor Osoro iba a atrae a más personal. Pero ya todos sabíamos que el nuevo cardenal de Madrid no iba a estar presente por sus obligaciones romanas. Uno, colocado en su sitio habitual donde se instalan los medios, puede afirmar que había más sillas vacías que nunca. Tampoco muchísimas. Simplemente digo más.
La inauguración sigue un rito. A la entrada en la plenaria se produce un saludo de los que acudimos con los obispos que conocemos. Naturalmente de aquellos que conocen a algún obispo. Muchos cámaras o redactores son enviados por sus empresas a cubrir un hecho en el que no conocen a nadie. Y por tanto no cabe el menor saludo personal. Otros conocemos a algunos, o a bastantes, o a casi todos. Y casi vamos más por eso que por los discursos, sumamente prescindibles, del presidente y del nuncio. Y además dándonos el del presidente impreso.
U sacerdote, para mí desconocido, por lo que pregunté quién era, nos reunió a los «periodistas», separándonos de lo que estábamos haciendo y nos reunió, cual recua, en el piso inferior, para luego conducirnos cual tal cosa al lugar que teníamos asignado. Amablemente, cierto es, pero neciamente. Cada uno se separó por el camino para saludar a quien le pareciera pero enseguida estaba el cancerbero llamándonos al orden de la recua. Tal vez pensara , y si así fuere se lo debería hacer mirar, que allí habíamos acudido todos para escuchar embobados los discursos de Blázquez y Fratini.
Saludé a quien me dio la gana pero siempre tras el empuje de ese curilla o de una chica también muy amable a la que encomendó la conducción final de la recua. Ganas me vienen de mandarte a hacer puñetas con nombre y apellidos, que naturalmente los sé, pero teniendo en cuenta el año de la misericordia, que acaba de clausurarse, y que seguro que te movía la mejor voluntad, pues no diré más. Pero a la próxima, si repites, el corte de mangas lo tienes asegurado y tu comparecencia pública, Y si me echas de Añastro pues con más relevancia. A ver si te atreves. Me encantaría.
El discurso del presidente, con su voz monocorde y a la que no añadiré otros calificativos, me pareció el más insulso de cuantos allí he oído que ya son unos cuantos. Tal vez más breve que otros. Que es de agradecer. Todavía recuerdo aquel en el que pidió un minuto de silencio por sabe ya Dios qué, tendría que recurrir al archivo. Un minuto de silencio como si fuera un alcalde podemita o del PP. Ganas me dieron de interrumpirlo con un Padre Nuestro. No voy a decir que los de su antecesor fueran menos adormilantes. Que lo eran. Pero en ellos había algo o bastante de sustancia. En el de Blázquez, aparte pelota al mando, nada más.
El del Nuncio, protocolario, como debería ser. Me pareció demasiado largo. Si no lo hubiera sido es que posiblemente a mí lo de este Nuncio siempre me parece larguísimo.
La presidencia, desasistidísima. El presidente, dos cardenales Amigo y Cañizares, y el nuncio. ¿Olvido a alguno? Del cardenal Amigo creo que debo decir que ha descubierto el elixir de la eterna juventud. Siendo el mayor, con años, parecía el más joven de la cuaterna vía. Debería escribir un libro, best seller seguro, sobre como ser obispo feliz. Porque siempre da la impresión de que lo es. En activo o emérito. Siempre sonriente, siempre disponible, siempre presente donde le llame la Iglesia. Yo no quiero decir más aunque podría. O creo que podría.
Pues eso es lo que quiero contaros de lo que he vivido esta mañana. Me fui enseguida, una vez terminado lo público, porque me esperaban unos amigos para comer a unos cuantos kilómetros de distancia. Naturalmente no voy a deciros quienes fueron los obispos a los que saludé. No tantos como quisiera, por no habérmelos encontrado de frente aunque a alguno le vi de lejos, pero eso son cosas que guardo en mi corazón. Creo también que aquellos obispos que no me tienen ninguna simpatía, sin duda merecidísima por mi parte, jamás han sido objeto de una impertinencia por mi parte de aproximación. Pero quiero hacer mención, sin nombrarles, de tres eméritos a los que saludé. Dos de ellos saben que les tengo muy en el corazón. Con el tercero no he tenido apenas trato pero el que tuve, habiéndole considerado siempre un buen obispo, fue generosísimo por su parte. Y hoy una vez más. La segunda. A los dos primeros no tengo que decirles nada porque saben que les quiero mucho. Al tercero, que me ha encantado saludarle y agradecerle su simpatía. Que no sea la última vez. Espero que no haya habido en la Asamblea sólo tres eméritos pues sería facilísimo identificarles. Había más de tres porque vi por lo menos a un cuarto del que también tengo muy buen concepto. Aunque nunca haya hablado con él.
No recoge el blog la visita real a la CEE, que se produjo, no sé cuando, pero cuya noticia se recoge aquí:
http://www.hispanidad.com/felipe-vi-endilga-a-los-obispos-un-discurso-masoncete.html
Supongo que será la única vez que se fotografía con curas y sin que sirva de precedente.
No tiene mayor importancia, pero el hecho en sí es insólito.
O sea, resumido: Há ido usted a dar un paseito a Añastro, una vez que no tiene nada mas interesante que hacer… Si yo fuera Usted no volveria mas y me iba a las Diocesis donde estan los Obispos que conoce y le caen bien y por ello los saluda en los pasillos (Dudo que todos los que usted saluda le conozcan) comia con ellos y asi me ahorraba el aburrimiento de Añastro.
Ahí que estuve yo como un mandado. El momento más entrañable de la sesión fue la anécdota que contó Amigo sobre ese encuentro inverosímil entre la Pasionaria y don Marcelo…en una freiduría! Que lo cuente don Francisco mejor que tiene mucho salero para estas cosas.
Abundando en lo anterior:
Cómo va a transmitir deseo y amor por la VIDA ETERNA-y no es otra cosa MISIONAR-quien directamente no rezuma deseo y amor por la vida a secas?
Blazquez es de esas personas que parece que les da pereza vivir…Su apocamiento,mas que psicológico es ontico,metafisico.»Ay,que pereza SER!»
Y así no se va a ninguna parte.
Sugiero a Paco Pepe,o a Gabriel a.-que en estos días le van a tener tan cerca-,que le hagan llegar un ejemplar de MANALIVE,de Chesreton,a ver si DESPIERTA AL SER.
Me comprometo a pagar el libro,en la seguridad de estar realizando la octava obra de Misericordia espiritual:CONTAGIAR PASION POR LA EXISTENCIA AL QUE CARECE DE ELLA…
Claro que si, estare encantado!pero si me ve salúdeme hombre que será para mi gran placer!
La Iglesia española está descabezada desde el retiro de Rouco. Blázquez es una absoluta nulidad como presidente de la CEE, ya lo he dicho muchas veces. Igual de nulidad que como obispo, sea donde sea. Qué contraste con el recién elegido presidente de la USCCB. Y no digamos ya su vicepresidente, que es una auténtica fuerza de la naturaleza, y a quien ansío verle presidirla.
Por cierto, Sr. Ariza, he sabido recientemente que somos feligreses de la misma parroquia, al parecer. En el improbable caso de que desee conocerme, me verá por la sacristía antes o después de la misa diaria de la tarde saludando al sacerdote que haya allí en ese momento.
El cretino al que haces referencia, un absoluto maleducado.
Ha interrumpido, sin ninguna justificación, en la escalera, una gratísima y esperadísima conversación con un obispo al que aprecio y por el que rezo casi a diario y al que hacía mucho tiempo que no veía.
Estábamos charlando en voz muy baja, sin molestar a nadie, en un rincón de la escalera, y se ha metido en medio a separarnos, como si le molestara vernos hablar.
Menudo personajillo…