por La Cigüeña de la Torre | 12 diciembre, 2019
La comunica entusiasmado el abogado Jorge Español a quien tanto debe la causa de Aragón que es la de la justicia.
Queridos amigos, os mando aquí en dos archivos adjuntos, tanto lo que glosa que hoy recoge A. Huguet para el Diario del Alto Aragón sobre la importantísima sentencia dictada sobre los 111 bienes artísticos aragoneses retenidos en el Obispado de Lérida y las reacciones a la misma, así como como la enérgicamente fundada Sentencia dictada por el Juzgado de Primera Instancia nº 1 de Barbastro que da plenamente la razón a las tesis del Obispado de Barbastro-Monzón y a las sentencias de los tribunales vaticanos que antes se pronunciaron sobre este litigio.
Doy la gracias a la enorme valentía y gran talla de nuestro Obispo Don Angel Pérez Pueyo y me uno a la oración del Obispo emérito de Barbastro-Monzón Don Alfonso Milián con quien comparto una fe inquebrantable a la Santísima Virgen del Pilar. Tengo muy claro que este es un milagro de Ella, porque realmente lo es, no hay duda alguna. Los peligros de Escila y Caribdis que pasaron los argonautas, créanme que no son nada comparado a los peligros y dificultades que hemos tenido que vencer para llegar hasta aquí en este largo y complejísimo litigio. Se trata de una auténtica hazaña jurídica que un puñado de tenaces aragoneses, con la ayuda divina, hemos logrado conseguir.
Doy las gracias a mis queridos compañeros abogados Don Joaquín Guerrero y Don Alberto Gimeno (letrado del Gobierno de Aragón) por su abnegación, entrega y aliento. Hemos hechos entre los tres un trabajo brillantísimo, excepcional, muy sacrificado y que no podía haber dado mejores frutos. Muchas gracias a nuestro Obispo Angel Pérez por habernos dado su confianza y habernos permitido actuar con plena libertad en pro de la verdad y la justicia. Espero que la Iglesia sepa reconocerle los muchos méritos que tiene en todo esto.
Prometo pasar por la capilla de la Virgen del Pilar en la Iglesia de las Calatravas de Madrid (monumento nacional) para darle gracias y, de paso, como también está a veinte metros la capilla de la Virgen de Montserrat, también pasaré por ella -lo prometo-, pues, no en vano, mi mujer, madrileña por los cuatro costados, se llama Montserrat y vamos a disfrutar de este momento inigualable en la historia de Aragón.
Saludos cordiales.