A un amigo, con quien comí el pasado lunes, muy de Viganó
Le dije que no leía mucho a Viganó, apenas más que en titulares, en aquel agradabilísimo encuentro de cuatro amigos, tres lo éramos desde hace muchos años y él lo es ya desde entonces para mí, más dos encantadoras, bellas e inteligentes señoras, la mía y la del otro Antonio no estaban. Aunque a ambas las conozco desde hace muchísimos años y también como encantadoras, bellas e inteligentes. A una desde hará casi ochenta años, y más de sesenta enamorado, y a la otra hará como poco unos cincuenta, en una familia cuyo pater me mostraba un notable afecto y sería yo malnacido si no se lo correspondiera. Y además ahora es la mujer de uno de mis mejores amigos.
Celebramos la ordenación episcopal de Don César en el comedor del Alcázar, óptima relación calidad precio, y en el antiaperitivo Antonio II, el número es por orden de conocimiento, y yo hablamos de Viganó. Él desde gran cercanía y yo desde notable distancia. Los lectores del Blog saben que aquí nunca se habló mal del arzobispo pero tampoco bien. Que yo recuerde. Y ahora sale un hemerotéquico a decirnos que el quince de agosto de 2005 yo había dicho que su padre era partidario del Inter de Milán. Es que los hay…
Tantos antecedentes, España y yo somos así, Señora, para decir que hoy vi un artículo de Viganó sobre la misa tradicional y que en recuerdo de la agradable comida decidí leerlo. Y me pareció hermoso.
Ahí lo tenéis :
http://caminante-wanderer.blogspot.com/2022/01/dilecta-mea-reflexiones-sobre-la-misa.html
Pero lo echa a perder mezclando la santa misa de siempre con el lío de las vacunas. Es que ¿qué demonios tiene que ver una polémica social como ésa con la religión? Yo sospecho del equilibrio mental de quienes –desde Francisco a Viganò– no distinguen las promesas eternas del Señor de una disputa en la sociedad por una crisis coyuntural más.
Aclaro que dicho paralelismo lo establece Carlo Maria Viganò en su artículo «A propósito de las respuestas a los dubia sobre Traditionis custodes», del pasado 28 de diciembre.
Francisco prepara golpe mortal, en Marzo contra las comunidades tradicionales.
Impecable lección empírica (en forma y fondo) la del arzobispo Viganó. ¡Cuántas veces he tenido la suerte de comprobar lo que pueden deparar los fraternales ágapes con viejos amigos propiciados por el «Epispólogo máximo»!
Si, días atrás guardé el enlace para sopesar más tema LITURGIA. Muchos venimos del novus Ordo y poco o nada sabemos del vetus… Qué por cierto, hagan lo que hagan en Roma, no puede ni debe de ser derogado
… Cuestión de liturgia, no de caprichos de modernistas, marxistas ni mariquillas
El artículo sin duda es hermosísimo y a la vez de una dureza pétrea como la roca sobre la cual está edificada la Santa Madre Iglesia.
No puedo sino decir que me siento plenamente identificado con cuanto en él se expresa. De hecho llevo tiempo haciéndome las mismas reflexiones, aunque sea incapaz de expresarlas con la profundidad con la que lo hace el arzobispo.
Yo no me atrevo a acusar con tanta dureza al Santo Padre, al Concilio, al Novus Ordo… pero después de algunos años asistiendo con regularidad a la Santa Misa tradicional, tridentina, de San Pío V, en forma extraordinaria… a la Misa Católica de siempre, cuando asisto a una Misa nueva me dan ganas de llorar de nostalgia y dolor.
Y me quedo con una parte fundamental del artículo. Después de asistir a Misa Tradicional, sinceramente, me es mucho más difícil caer en la tentación de pecar. También para el fiel que asiste a Misa y comulga y reza en presencia de tan sublime acontecimiento «¿Qué respeto no habremos de tener por nuestro cuerpo para mantenerlo puro e incontaminado? ¿Qué mejor estímulo para permanecer en gracia de Dios?»
No, no puedo renunciar a la Misa y los ritos católicos tradicionales en los sacramentos y las prácticas piadosas. No puedo hacerlo, y como yo muchos privilegiados de haber tenido acceso a ellos. Y tampoco puedo renunciar a invitar a todos los católicos a compartir el privilegio.
Afrontaré lo que venga con la ayuda de Dios, y con su Divina Gracia espero perseverar en su Santo Servicio.
Nací antes del Concilio, celebré muchísimas misas en latín, y entonces rezabamos el rosario en la misa, fui monaguillo en dichas misas y teníamos que escuchar en latín al coordinador para arrodillarnos, y levantarnos
«genua flecto nos all» y «surgere all».
Después vino el Concilio y la misa en lengua vernácula y me adapté, no hecho en falta la anterior misa, seguramente por mi falta de sensibilidad en ciertos temas, y mi nula capacidad de evocación.
El que tenga sensibilidad y capacidad de contemplar positivamente el pasado, debe de hablar muy bien de aquella época.