HENRY KISSINGER
Hace unos días, con motivo de la muerte de Kissinger me sorprendió que el muy cauteloso diario “La Nación” publicara un artículo titulado “El hipócrita: la naturaleza ambigua del legado de un hombre que marcó una era”, de Ben Rhodes consejero adjunto de seguridad durante el gobierno de Obama.
La hipocresía es una de las enemigas de una virtud muy importante, la veracidad, junto con la mentira, la simulación, la jactancia y la ironía, la última en el sentido clásico de abajarse para engañar mejor y no en el hoy corriente de “burla fina y disimulada”, primera acepción del Diccionario de la RAE.
La hipocresía es una simulación continuada que consiste en fingir “una personalidad distinta a la suya propia, como el malvado, que quiere pasar por hombre de bien” (Suma Teológica, 2-2 q. 111, a. 2); y ya en el tema me parece muy oportuna, por su vigencia en el ámbito eclesiástico actual, la cita de la “Moral” de San Gregorio invocada como autoridad por el Doctor Angélico: “Los hipócritas utilizan las cosas de Dios para agradar al mundo… porque no buscan la salvación del prójimo, sino sus aplausos”, como lo hacen muchos habitantes del Vaticano y hasta la mayoría de algunos episcopados como el alemán y el argentino.
Pero volviendo al difunto, quien, según el articulista, “de l969 a 1977 fue “uno de los funcionarios más poderosos de la historia”. Estoy seguro que si en lugar de “fue” pasado, se usará “es”, presente, jamás el acomodaticio matutino habría acogido la nota en sus páginas.
La política de este hombre tan poderoso, estuvo “enamorada del ejercicio del poder y desprovista de preocupación por los seres humanos que quedaban a su paso” porque para Kissinger los fines justificaban los medios. Así extendió la guerra de Vietnam “a Camboya y Laos, donde Estados Unidos lanzó más bombas de las que arrojó sobre Alemania y Japón en la Segunda Guerra Mundial. Este bombardeo -a menudo masacrando indiscriminadamente a civiles- no hizo nada para mejorar las condiciones en que terminó la guerra de Vietnam”
Como si esto fuera poco, Kissinger respaldó un par de “campañas genocidas: la de Pakistán contra los bengalíes y la de Indonesia contra los timorenses orientales”.
Al violar las normas naturales y positivas que encuadran a las guerras y les ponen limitaciones, que las distinguen de una lucha animal y respaldar genocidios, el fallecido se transforma en un criminal, por supuesto que, dado su poder, impune.
Bernardino Montejano
«….dado su poder, impune»…ya lo dijo Yabrán cuando le preguntaron: ¿Qué es el poder?….y respondió: «el poder es IMPUNIDAD».
¿Este caballero no puede abrirse un Blog para él?
Nota de F. de la C.:Yo me encuentro muy satisfecho de que quiera estar aquí