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He tenido una semana de locos

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Impropia de mi edad. Un hermano mío, cardiólogo muy acreditado, me lo recrimina constantemente motu propio. Quiero decir que sin consulta previa por mi parte. Alguna vez, escasísimas, he tenido que recurrir a él y con acogida ultrafraternal. Pero no debo comer, beber, fumar… Largos paseos y no voy a decir que poco más. Nada más. Pues como que no. Al menos de momento. Y en eso me encuentro con una colaboradora muy importante. Mi maravillosa mujer. Que está totalmente de acuerdo en lo del comer y beber, en lo de fumar más bien no porque fuma tanto como yo, admitiría que yo lo dejara pero no sus pitillos, muchos, y en lo de acompañarme a gastar suela, nanay del Paraguay. Y cuidado que yo se lo recomiendo. Mucho más por su salud que por la mía. Pero sin el menor resultado. Pues acabo, acabamos,  de llegar de un largo viaje, gozosísimo, con entrañable amigos que una vez más se volcaron en el cariño. En el que comí, mucho y buenísimo, bebí, no poco y también buenísimo, no anduvimos nada porque nos llevaron y nos trajeron, y disfrutamos a tope. A todos nuestro más cordial agradecimiento. A los de años anteriores y a los de hoy. ¿De los viejos amigos qué voy a decir? Que les quiero. No más de lo que les quería porque eso es imposible. Pero volvemos con amistades acrecentadas. Dos curas, tres o cuatro laicos, de chapeau todos. A uno de los primeros un agradecimiento si cabe más especial como anfitrión. Sabía de él pero no me sospechaba tanto. Su bonhomía, su delicadeza, su inteligencia, su saber estar, su simpatía, su hacer todo agradable con esa elegancia de ser y de no ostentarlo, nos dejaron impactados. Y a los demás nuevos en el conocimiento personal, aunque de casi todos no en la ignorancia sobre sus personas, todo lo que pudiera decir sobre ellos será escaso. El cura taxista, el herr doktor en el que lo que me parece lo de menos es su doctorado, siendo tantísimas sus cualidades personales y su afecto, el curtido de soles y mares de generosidades tantas, el compañero en el coche de ida que por la distancia en la mesa no pude hablar más con él, el benjamín de la reunión del que también estuve lejos pero del que mi mujer me dijo que era un chico muy notable. Y en eso suele tener muy buen criterio. Su problema debo ser yo.  Creo que tuvimos un largo rato de convivencia en el que era evidente el Ved como se aman. Pues es una bendición de Dios.

El miércoles tuve también en otra ciudad fuera de Madrid, otra comida de viejos y queridísimos amigos que ya tenemos institucionalizada desde hace mucho tiempo y en la que también se produce esa maravillosa conjunción clérico-laical de la que creo estamos todos satisfechísimos. Y que la disfrutamos también a tope con un cocido espléndido que la casa nos sirve también con mucho cariño.

Y el lunes estuve en los toros con otros tres queridísimos amigos no ajenos a alguna anterior cita.

No tiene el menor interés que os cuente mi vida. Si lo hago es para que entendáis que no puedo, ni quiero, estar permanentemente presente en el Blog. Al que creo que dedico no pocas horas. Pero las ausencias multiplican el curro a la llegada. Ae multiplican las noticias, el correo se desborda y se hace imposible contestarlo, quedan muchas cosas sin publicar…

Hoy, un entrañable amigo, pocos minutos de la aceptación de la renuncia de Vallini, presente en el encuentro que os acabo de referir, me la comunicó. Hasta casi la medianoche, ya en mi casa, no pude daros cuenta de ella aunque el Blog la hubiera anticipado hace ya cuatro días, Porque ya estamos en el 27 de mayo. Y yo con sueño.

Varios lectores, tres o cuatro, me informaron también en su momento, muy reciente, de un sacerdote madrileño no se sabe bien si bailón o simplemente aficionado a ejercicios gimnásticos. Con casulla. Que debe ser la prenda propia para los mismos. Me pareció grotesco pero siendo el lugar las puertas de la iglesia, fuera de ella, pues tampoco voy a dar el nombre del cura, el de la parroquia ni el vídeo de la danza. Mientras no lo haga en lugar sagrado allá él con su gimnasia.

Me llegaron fotografías de la señora de Trump y de su hija, modelo de como se debe ir a visitar al Papa. Un comentarista las califica de góticas, sólo se debe a su ignorancia. Así deberían ir todas.

He visto, porque también me lo han enviado varias persona un montaje en vídeo gracioso y simpático sobre la visita del presidente de los Estados Unidos al Papa. Pero creo que no lo pasaré al Blog. Ni las caras, tantas, de uno y otro. No soy nadie para recomendar al Papa nada pero casi me atrevería a decirle que no debería reprochar a nadie las caras de pepinillos en vinaagre.

El largo prólogo para tan mínimas anécdotas sólo pretende señalaros que uno no puede estar permanentemente a pie de Blog. Sólo dispongo de 24 horas diarias. Y tengo que comer, dormir y también disfrutar. Y además soy un olmo a quien tampoco se le pueden pedir peras.

Comentarios
8 comentarios en “He tenido una semana de locos
  1. El Papa es jefe de Estado y Donald Trump también, sin el apoyo de los USA ni Eutopa ni el Vaticano sobrevivirían un año a la invasión mahometana.

    Por otra parte recibió a uno, nacido mujer, que se había puesto un pene y a su barragana ¿y no puede recibir a un hombre casado con una mujer?

    ¡Ese colmillito retorcido!

  2. Por lo que se ve usted ama mucho y eso es lo más importante para un cristiano. De su condición de fumador me sorprende mucho pero por desgracia no puedo darle consejos porque soy de la misma condición. Quedamos muy pocos con ese hábito, por suerte.

  3. Querido Paco Pepe, una pequeña y atrevida corrección, es «motu proprio». Me permito hacerla porque no es la primera vez que veo mal escrita esta expresión en su blog. Y mis disculpas por el atrevimiento.

  4. Don Francisco José: el pescado azul es medicinal para esos temas. De todos modos su señora es especialista en esas materias. Cúidese.

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