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¿Hay un caso de abuso en Orense?

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Existe la posibilidad, que está en investigación, de que haya ocurrido.

https://www.revistaecclesia.com/un-sacerdote-de-ourense-investigado-por-supuesto-acoso-a-un-menor/

De entrada le han suspendido en su ministerio. Me parece muy bien si el obispo cree, después de las investigaciones pertinentes, que la acusación puede tener fundamento. Y también que no se publique el nombre del acusado mientras no exista ese convencimiento. Cosa que por otro lado es inútil pues seguro que inmediatamente algún medio hará público el nombre.

Pero una vez más creo que debo decir que el que alguien acuse a un sacerdote  de algo no puede aparejar sin más la suspensión del ministerio. Porque los obispos pueden quedarse sin curas en ejercicio. Si las indagaciones llevan a un racional convencimiento, suspensión, denuncia, publicación  y lo que haga falta. En otro caso no hay que suspenderle sino defender al cura. Y si luego se llega al convencimiento de que quien parecía inocente no lo era pues es entonces cuando proceden todas las actuaciones contra él.

Comentarios
6 comentarios en “¿Hay un caso de abuso en Orense?
  1. TRES MUJERES DESVELAN CÓMO LOS JESUITAS ENCUBRIERON LA PEDERASTIA DEL PADRE TÓ

    * Exalumnas de la promoción nacida en 1972, y víctimas del sacerdote, describen a EL PERIÓDICO el engaño «sibilino» que cegaba a las familias.

    * Una de ellas asistió al homenaje que la institución le brindó al profesor, tras ser condenado en 1992, justo antes de ser enviado a Bolivia

    ……….

    Los hermanos De la Mata, por su parte, siguen buscando más víctimas y solicitan que se difunda el correo [email protected] que han abierto para encontrarlas.

    https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20190311/denuncia-pederastia-tres-mujeres-jesuitas-sarria-7347270

  2. ABBÉ BENOÎT DE JORNA, DE LA FRATERNIDAD SAN PÍO X

    SUPERIOR DEL DISTRITO DE FRANCIA

    Frente a los acontecimientos que sacuden actualmente a la Iglesia, y de los cuales la reciente demanda contra el Cardenal Barbarin, Primado de Francia, es una ilustración sorprendente, un católico, a fortiori un sacerdote, sólo puede sentir el golpe del dolor, la vergüenza y la angustia. Dolor, al pensar en aquellas víctimas que han sido abusadas, a menudo destruidas de por vida.

    Dolor también, en otro orden, al ver a la Iglesia acusada continuamente, arrastrada por el fango, por periodistas y políticos carentes de honor y buena fe. Vergüenza, al pensar en aquellos eclesiásticos que, en el sentido opuesto al compromiso de toda su vida, han cometido faltas tan execrables, pecados tan abominables, siendo así que fueron ordenados para transmitir la vida sobrenatural. Estupor ante el desorden que implica observar la mala gestión de ese trágico asunto por parte de la jerarquía eclesiástica.

    Una tentación sería comenzar a dudar de la Iglesia misma: ¿Cómo puede la Iglesia ser digna de amor si permite que se cometan tales abominaciones? ¿No nos habremos engañado al dedicarle nuestra vida?

    Debemos en este punto repetir la afirmación del Credo: «Creo en la Santa Iglesia Católica.»
    Si la Iglesia de la tierra está compuesta por hombres pecadores (que pecan, y a veces muy gravemente), a la vez es santa y santificante.

    Es santa ante todo por su Cabeza, Nuestro Señor Jesucristo, es el modelo y la fuente de toda santidad. Él es y debe ser nuestro gran héroe, el que nos levanta de modo admirable, el que nos da el deseo de seguirlo e imitarlo. El Señor es continuamente para nosotros, la fuente de la gracia, de esa fortaleza espiritual que nos permite resistir las tentaciones que nos acosan, incluso las más peligrosas, como son nuestras propias debilidades.

    Ella es verdaderamente santa por el sacrificio de la Misa, una renovación incruenta del sacrificio de la cruz, que actualiza diariamente para nosotros la Redención obtenida de una vez por todas por Cristo en Su Pasión.
    No somos nosotros los que salvamos a la Iglesia, es ella la que nos salva transmitiéndonos la santidad de Cristo.

    El Evangelio, los sacramentos, el sacerdocio, la Eucaristía, todo esto es santo y santificador, nos invita a la santidad y nos da todos los días los medios para lograrlo.

    Si un cristiano, un sacerdote a fortiori, cae en el pecado, ciertamente no es a causa de la Iglesia, sino en contradicción con ella, con lo que ella nos enseña, con los medios de salvación que ella pone a nuestra disposición y que descuidamos tan a menudo. Por lo tanto, repitamos con fe: «Creo en la Santa Iglesia Católica.»

  3. Aunque también le digo: no espere gran cosa del próximo consistorio. Incluso témase lo peor. Suenan nombres como Eamon Martin, Rodríguez Carballo o Castillo Mattasoglio. Con esos mimbres hay que fabricar el cesto.

  4. A Juan Ramilo: el Cardenal Quevedo es un buen cardenal, discreto pero un buen pastor, nada vinculado al progresismo. El Papa puede nombrar a algún cardenal filipino en el siguiente consistorio pero creo que tiene muchas más posibilidades Msgr. Vallés -creo que se llama así-, el Presidente de la Conferencia Episcopal Filipina.

  5. Hoy pierde el voto el cardenal Quevedo.¿Alguien sabe de qué pie cojea?¿Tiene posibilidades el arzobispo de Cebú de recibir un capelo en el próximo consistorio?

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