Ha muerto Juan Luis Gallardo

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Juan Luis Gallardo (1934-2024)

Gran argentino (1934-2024). Católico, patriota, poeta…

https://www.laprensa.com.ar/Juan-Luis-Gallardo-1934-2024-549508.note.aspx

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Que el Señor le acoja en  la Gloria

Os dejo su famosa celebración y elogio para un corte de manga

 

CELEBRACIÓN Y ELOGIO PARA UN CORTE DE MANGA
Estas rimas tienen su origen en una
película sobre la Guerra de las Malvinas
rodada por la BBC

Te vi en una película llegada de Inglaterra
con la versión británica respecto a nuestra guerra.

No importa le película, pues haré referencia
de su extensión tan sólo a una breve secuencia.

El general Menéndez (la Historia ha de juzgarlo)
ya resignó su sable sin llegar a empuñarlo.

Bajo el cielo plomizo, bajo custodia armada,
avanza una columna para ser embarcada.

Marchan nuestros soldados arrastrando las botas,
envueltos en sus mantas, masticando derrotas.

Y marchabas con ellos, en el extremo izquierdo
de una fila marchabas, según lo que recuerdo.

Caminabas a largas zancadas desparejas
y llevabas el casco metido hasta las cejas,

los dientes apretados, el ceño de tormenta,
tu bigote era hoguera despeinada y violenta

(bigotes colorados de bárbaro insepulto,
bigotazos propicios al alcohol y al insulto).

Caminabas con largas zancadas insolentes,
las cámaras siguieron tu paso con sus lentes.

Caminabas ajeno a tales circunstancias,
la mirada sombría perdida en las distancias.

Al frente la mirada y en los tímpanos ecos
de cien mil estampidos, repetidos y secos.

Sin embargo, de pronto, después de haber pasado
delante de las cámaras, feroz y ensimismado,

reparaste en el rol, el rol involuntario,
que protagonizabas para el bando adversario.

Desandaste lo andado y altivo, compadrón,
te plantaste delante de la televisión.

Registró el celuloide tu estampa socarrona,
con los brazos en jarras, la sonrisa burlona.

Tus bigotes de lacre, a la sombra del casco,
dibujan un visaje de humor, de bronca, de asco.

Entonces, lentamente, cincelaste en un gesto
la actitud inequívoca de quien conserva resto.

Fue el tuyo un admirable corte de manga clásico,
planetario, doméstico, académico y básico.

Fue un gran corte de manga, armonioso, directo,
superlativo, homérico, delicioso, perfecto,

sublime, cosmogónico, excelso, escatológico,
musical, metafísico, ejemplar, pedagógico.

Te agradezco, soldado, tu arrebato atrevido,
aunque ignore tu nombre e ignore tu apellido.

No ostentabas tu grado, ni distintivo alguno,
anónimo guerrero del sarcasmo oportuno.

Agradezco tu gesto repentino y audaz,
agradezco tu gesto patriótico y procaz.

Simbólico exabrupto, dirigido tal vez,
no sólo al enemigo, al enemigo inglés,

sino a la cobardía de algún jefe prudente
que jamás ocupó su lugar en el frente;

al superior cobarde y al gobernante inepto,
al cálculo fallido y al errado concepto,

al cauto periodista que retaceó su aliento,
al especulador que aprovechó el momento,

al político dúplice, al literato críptico,
al abogado cómplice, al ideólogo elíptico,

al funcionario escéptico, al mendaz catedrático,
al ámbito soviético y al mundo democrático,

al este y al oeste, al Imperio Británico,
las Naciones Unidas y su Estatuto Orgánico,

a la Comunidad mercantil europea,
a cada voto adverso emitido en la OEA,

al modo como actuaron los norteamericanos,
a las Ligas que agitan los Derecho Humanos.

Celebro, combatiente, tu gesto simple y gráfico,
tu rotundo ademán docente y pornográfico.

Tu gesto dirigido hacia todos los vientos,
que involucra no obstante opuestos sentimientos,

pues implica un arranque de gratitud primaria,
que puede establecerse por deducción contraria.

Tu repudio, en efecto, también es expresión
de afecto para quienes te dieron su adhesión.

Expresión paradójica de afecto transitivo,
abrazo recatado, tangencial, primitivo.

Escueta acción de gracias al pueblo solidario
y al generoso impulso de cada voluntario,

y a cada escarapela que adornó una solapa,
y a cada plaza llena que animó nuestro mapa,

al aporte entregado en la colecta pública,
a la emoción patriótica de toda la República,

a los tantos rosarios desgranados en coro,
pidiendo la victoria o una paz con decoro,

a la voz espontánea, diferente y genérica,
de apoyo que elevaron las naciones de América,

al piloto, al marino, al prefecto naval,
al conscripto, al gendarme, al cabo, al oficial,

que supieron cumplir su deber de soldados
en aquellos lejanos parajes desolados,

al jovial camarada que segó la metralla,
a la sangre fraterna derramada en batalla.

Por éstas y otras cosas que tu gesto delata,
lo celebro, guerrero del bigote escarlata.

Celebro tu ademán, celebro tu talante,
celebro el alegato inscripto en tu desplante.

Y propongo que el bronce conserve en alegórico
monumento tu gesto canyengue y metafórico.

Tu brazo proyectado en trunca trayectoria
nos estará indicando el rumbo de la Historia.

Con su órbita inconclusa tu antebrazo ascendente
dirá de la existencia de un asunto pendiente.

Plástico y elocuente, tu ademán detenido
gritará que la guerra no es asunto concluido.

Pues allí, circundadas por espuma revuelta,
las Malvinas esperan, esperan nuestra vuelta.

Y tu corte de manga señalará el camino
que nos lleve otra vez hasta Puerto Argentino.

Juan Luis Gallardo

Comentarios
3 comentarios en “Ha muerto Juan Luis Gallardo
  1. Juan Luis fue un gran amigo desde los tiempos de la Facultad cuando bajo su mando integré el Sindicato Universitario de Derecho. Prologó mi libro «Familia y Nación histórica y hasta me dedicó una poesía cuando me nombraron profesor honoris causa de la Universidad de Mendoza. Presenté un libro suyo de ciencia ficción y critiqué a la Universidad Austral donde había cabida para Neustad pero no para Gallardo. Pero el Opus Dei al cual pertenecía nos fue alejando. Sin embargo, me pidió que presentara sus memorias. Critiqué a Mariano Fazio y a sus principios Libertad, Igualdad y Fraternidad. Recibí muchas felicitaciones, hasta de un sacerdote de la obra Gabriel Dondo. Hasta el autor me llevó en auto a casa. Pero otro cura cizañero del Opus le llenó la cabeza y tuvimos una discusión epistolar que acabó con muchos años de amistad. Lo que puede la insidia de un cobar que no hizo observación en el lugar y tampoco durante el vino de honor que se sirvió. Pero más allá de todo guardo el mejor recuerdo.

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