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Germinans sobre Setién

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5 comentarios en “Germinans sobre Setién
  1. Anhelo del recuerdo: Coco de Pixar

    Fray Anthony VanBerkum OP
    27 de Abril de 2018

    Algunos de nosotros recientemente vimos el film Coco de Pixar. Me pareció muy agradable, aunque teñido de una tristeza, que creo refleja la intención del director.
    La historia hace un excelente uso de su medio: La animación es hermosa e imaginativa. También hay un interesante tema familiar, algo que con demasiada frecuencia se descuida en el cine.
    Sin embargo, la película se centra principalmente en nuestras experiencias sobre el recuerdo y la muerte, que se combinan de manera conmovedora en la canción recurrente: «Remember Me» (Acuérdate de mí).

    La historia trata sobre el olvido de la muerte, sobre nuestra preocupación por ser recordados después de que nos hayan puesto en la tumba. Éste es ciertamente un tema digno, pero que tal vez no sea realmente apropiado para las profundas raíces hispanas de la película.
    Desde la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, la cultura de la América Latina ha sido profundamente cristiana.
    Sin embargo, la comprensión cristiana de la vida más allá de la tumba, no va ligada a la memoria humana falible, como en Coco, sino al amor infalible de Dios.

    No obstante, es importante considerar el género de la película antes de extraer conclusiones finales. Coco tiene lugar principalmente en un
    mundo fantástico: La tierra de los muertos.
    Cualquier obra de fantasía toma prestados elementos del mundo real y los reorganiza de una manera nueva y sorprendente, con el fin de llamar nuestra atención sobre algún aspecto de nuestra experiencia, que de otro modo podríamos pasar por alto.

    Lo fantástico queda muy claro en el diseño artístico de Coco. Es en la tierra de los muertos donde los animadores ponen realmente en práctica sus habilidades artísticas y su exuberante fantasía, pero sus creaciones siempre son reconocibles precisamente porque están enraizadas en la experiencia del día a día.
    Por ejemplo, nos es posible imaginar un perro con alas, no porque hayamos visto alguno, sino porque sabemos lo que son tanto los perros como las alas.

    Este tipo de mezcla de fantasía también se desarrolla en la narrativa. La versión de Coco sobre el país de los muertos combina la muerte y la memoria de tal manera que ser olvidado se convierte en una especie de muerte. Una vez más, sabemos lo que son la muerte y la memoria, siendo posible entender, aunque no sea exactamente así cómo funciona esto respecto a la vida futura.

    ¿Qué es lo que el trabajo de la fantasía trata de recordarnos? Uno de los objetivos de Coco, creo que es llamar nuestra atención sobre la experiencia de quienes están solos.
    Muchos de nuestros hermanos y hermanas se sienten olvidados, experimentan el desamor, ha decaído su autoestima, creyendo que no tienen ningún valor, que están muertos para el mundo.
    Esas personas no siempre están físicamente escondidas, e incluso podemos hablar con ellas a diario, pero, el verdadero contacto humano precisa algo más.
    Es muy posible, por ejemplo, encontrarse completamente solos en los hospitales más concurridos. Aquí es donde hace su aparición en Coco, el elemento de la tristeza: El ser olvidados pesa mucho sobre los personajes y sobre nosotros, los espectadores.

    Para ser amados y recordados, se requiere que los demás se tomen el tiempo necesario para conocernos tal como somos en realidad, y que seamos lo suficientemente valientes como para abrirnos a ellos.
    Esta dinámica es precisamente lo que puede recordarnos la fantástica tierra de los muertos, de Coco.
    Aparece esto bellamente retratado en su literalidad, en el desarrollo de la relación entre Coco y Miguel. Miguel tiene que aprender a reducir la velocidad, a hacerse a un lado en sus propios planes y comprender la verdad de la historia de su familia.
    Una vez conseguida esta experiencia, es capaz de acercarse a su madre, Coco, de una manera tal, que habla su verdadero yo, a través de la canción en lugar de los juegos infantiles que la incluyen al principio de la película. Coco se decide a enseñarle las cartas y fotografías de su padre, y al hacerlo también muestra parte de sí misma.

    Sabemos, por supuesto, que Dios siempre nos ama, por lo que nunca estamos verdaderamente solos. Algunas veces Dios nos permite experimentar Su presencia de manera directa y frecuente en la oración. Pero, por lo general, prefiere elevarnos a tal dignidad, que nos impulsa a actuar como mensajeros Suyos en el mundo.
    A través de su hermosa historia y obra de arte, Coco puede ayudarnos a recordar que debemos tomarnos un tiempo para ayudar a las personas solitarias con las que coincidamos en nuestra vida, comenzando por nuestros propios familiares.

  2. Soy un perro

    Fray Maximilian Maria Jaskowak OP
    26 de Abril de 2018

    Nota del editor: Nota del editor: Ésta es la sexta publicación de nuestra serie más reciente, referente al álbum autotitulado Tomistas Bucólicos.
    La serie continuará los martes y jueves durante el Tiempo de la Pascua.
    Esta publicación se refiere a la canción «I’m a Dog,» que puedes ver aquí.

    La pieza original de bluegrass, «I’m a Dog,» escrita y compuesta por nuestro hermano, Fray Justin Bolger OP, explica con gran belleza la vida y el espíritu de la vocación dominicana.
    Sus versos pegadizos dibujan el carácter polifacético del espíritu dominicano y pueden compararse con el maravilloso relato del Padre Philipon sobre el mismo tema, ya que ambos intentan captar algo del ideal dominicano.
    No nos dejemos engañar por la retórica folclórica: «Soy un perro» describe la amplitud del carisma dominicano y la misión sublime encomendada a los hijos del Praedicator Gratiae, Santo Domingo.

    El alma dominicana está animada por una predisposición evangélica, nacida del amor de Dios y del amor al prójimo.
    Llora desde «lo más profundo de esta disección / la altura de estas torres, cantando / la amplitud de este derroche,» y le pregunta al Señor, como hizo Santo Domingo: «¿Qué será de los pobres pecadores?» Pero, en vez de sucumbir a la desesperación ve que hay un «potencial para la acción,» en la forma de vida prevista por Santo Domingo.

    El padre Philipon escribió que el alma dominicana se caracteriza por la obligación de asimilar su vida a la vida del Fundador y de empuñar la antorcha de la fe para gloria de Dios y por la salvación de las almas.
    Desde esta perspectiva los hijos de Santo Domingo a menudo se comparan en sentido positivo, con los perros. Un perro es obediente, alegre, gentil, tenaz… etc. Esta asociación está por supuesto, de acuerdo con la visión que en su día tuvo la Beata Juana de Aza, madre de Santo Domingo:

    «Antes de que su madre lo concibiera, contempló en una visión, que daría a luz a un perro, que con una antorcha encendida en la boca, y saltando de su vientre, parecería incendiar toda la tierra. Esto significaba que su hijo sería un predicador eminente que, al «ladrar» la doctrina sagrada, despertaría a las almas adormecidas por el pecado, y esparciría por todo el mundo el fuego que el Señor Jesucristo vino a arrojar sobre la tierra. «(Beato Jordán de Sajonia OP, Libellus).

    Al poco tiempo la Beata Juana de Aza supo que su hijo sería el primero de muchos sabuesos que incendiarían el mundo. Poco sabía ella que estos canes Domini («sabuesos del Señor») se consumirían al servicio de la Iglesia, dejando oír su pregón mientras tuviesen tiempo / extendiendo el fuego, mientras pudiesen hollar la tierra.»
    A imitación suya, sus hijos serían consumidos por el celo por las almas, serían verdaderas luminarias del mundo, partícipes de la santa predicación de Jesucristo.
    Durante ochocientos años y cantando, se han dirigido al Señor confiadamente: «Dame Tu fuego / haré Tu trabajo.”

    Junto a este impulso apostólico, el alma dominicana está impregnada del espíritu contemplativo de su Fundador. Reconoce la llamada iniciadora e insistente de Dios, Que pone en los labios del Fraile el siguiente verso: «Él Se apoderó de mí / No me dejaría ir / No me dejaría ir.»
    Como respuesta, mira la imagen del Crucificado, tomándolo «junto a Él» y «no dejándolo ir.»
    Incluso en este valle de lágrimas, comparte una amistad íntima con el Creador, a medida que crece en el conocimiento de Dios y de Aquél a Quien el Padre ha enviado.

    Por último, el alma dominicana escucha «una sirena que suena / a través de las calles y las montañas.»
    Así como un perro regresa junto a los pies de su amo, también el alma del fraile predicador presta atención a la Palabra de Dios.
    Suelto sobre el mundo, empuña la antorcha de la fe en su boca, proclamando la Buena Nueva con audaz despreocupación y santo abandono. Esto es lo que significan las palabras: «Soy un perro con una antorcha en la boca para Mi Señor.”

    El alma dominicana «anhela llevar la antorcha de la fe por doquier en tierra y mar, a todas las naciones hasta el confín de la tierra.»
    Esta alma pertenece a la raza esclarecida de aquellos apóstoles, que han sido proféticamente designados por la Iglesia desde sus primeros días, como campeones de la fe y verdaderas antorchas del mundo: “Pugiles fidei et vera mundi lumina.”
    He aquí la clave de la vocación Dominicana: Vivir, defender y propagar la fe con un profundo espíritu eclesial.» (MM Philipon, OP, The Dominican Soul).

  3. El desastre mayor no fueron los vascos que dejaron de ir a Misa, con ser un problema grave, fue el de los fieles del resto de España que dejaron de serlo, un desastre mayor porque fueron muchos más, aunque de ellos no se hable.

    Cierto que dejar de ir a misa por causa de un cuera o un obispo o varios, impresentables, indica poca madurez, pero si dejas de ir, nunca vas a alcanzar esa madurez.

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