FRANCISCO CONTRA LA GULA
Hace ya mucho tiempo, un gran poeta nuestro Leopoldo Marechal, en su poema “La Patria”, se refiere a los siete pecados capitales que asaltan a los hombres junto al Río y los ordena según su maldad. Encabeza la lista la envidia, pero prefiero dejarla para otra, porque el papa argentino en estos días se ocupa de la gula, ubicada en segundo lugar, de la cual el poeta nos dice:
La gula está en el orden segundo
de mi lista. / Es terrible, Josef, lo
que devoran/ nuestros conciudadanos
entusiastas. / Por sus jamás ociosas
dentaduras / yo diría que pasa toda la
Creación/ en su aspecto visible y
masticable: /gordos terrestres piden
ser y son. ¡Josef, no te abandones
a tan loco ejercicio! / Devora, en cambio,
sin temor alguno, / toda la Creación
inteligible, / y te convertirás en un
gordo celeste” (nro.14, Cuadernos del amigo, 1960).
La descripción de Marechal es tan cierta que nuestro amigo, el Padre Antonio González definía al centro de Buenos Aires como un gran comedor, porque no hay hora del día o de la noche que encontremos en él dentaduras ociosas; siempre hay gente comiendo.
Es verdad que hoy esto se encuentra hoy en su ocaso, pero por circunstancias no gastronómicas. Todo el centro de la urbe está casi desierto de día y desierto sin ningún oasis, de noche debido, no tanto al costo de las comidas, sino a la ocupación de calles y veredas por manifestaciones y piquetes, cualquier día y a la hora que dispongan los organizadores del caos. Hace años que esto sucede y crece ante el desgobierno nacional y el local de signo opuesto en apariencia, durante los cuatro últimos años de Rodríguez Larrata. Adiós al gran comedor.
Pero como hace muy poco tenemos un nuevo gobierno que promete acabar con el desorden en las calles, si cumple con sus promesas, volverá después de años de ayuno, el gran comedor y se planeará el tema moral.
Y aquí Francisco en lugar de enseñar la clásica doctrina de la virtud de la templanza relativa al tema que debemos practicar, nos regala con sus habituales divagaciones y pide una mejor relación con la comida ante “los tantos desequilibrios y patologías”, pues “se come demasiado o demasiado poco y a menudo, se come en soledad».
“Dime como comes y te diré que alma posees”, señaló el pontífice, antes de sentenciar: “Desde un punto de vista social, es quizá el vicio más peligroso que está acabando con el planeta”.
“Nos hemos abalanzado sobre todo para hacernos dueños de todo, cuando todo había sido consignado a nuestra custodia. Nos hemos convertido en depredadores… esta forma de gula nos ha hecho daño a nosotros y al medio ambiente”.
Debemos tener una “mejor relación con la comida”, que “debe ser redescubierta y valorada”. Menciona “la lucha entre la predisposición al equilibrio o la desmesura; la capacidad de dar gracias o la arrogante pretensión de autonomía, la empatía de quien sabe compartir la comida con los más vulnerables o el egoísmo de quien lo acumula todo para sí mismo” (“Francisco contra la gula: pidió una mejor relación con la comida” La Prensa, 11/1/2024).
Hasta aquí la palabra papal. Ahora una anécdota personal: el día de la elección de Francisco había una reunión en el Instituto de Filosofía Práctica y estaban un par de escribanas integrantes entonces del Instituto de Filosofía del Colegio de Escribanos y un sacerdote, quien, según pensamos, es lo mejor de la inteligencia argentina católica actual, y que además era ex profesor de Bergoglio: el padre Alfredo Sáenz S.J.
Les escribanas, presas de un entusiasmo patrioteril espontáneo, recibieron un baño de agua fría, cuando le preguntaron al sacerdote jesuita por su antiguo alumno y recibieron una cauta y medida respuesta. Los hechos pronto le dieron pronto la razón al viejo profesor y una prueba de ellos fue que un ámbito pluralista, como es el Instituto de Filosofía del Colegio, la moción para que las autoridades del mismo manifestaran su alegría, por la elección de un papa argentino, fue rechazada por amplia mayoría.
Pero volvamos al tema de la gula. El mismo padre Sáenz se ocupa de la cuestión en su libro “Virtudes Fundamentales” Gladius 2017, y se trta de la gula, “deseo desordenado de comer”, como vicio en el contexto de la cardinal virtud de la templanza.
Allí aparecen como partes subjetivas de esa virtud principal la abstinencia, que es “una restricción voluntaria en el ámbito del comer” y la sobriedad, que es “mesura en el beber” bebidas embriagantes.
Nuestra conclusión es que, si Francisco hubiera sido mejor alumno de Sáenz, su enseñanza estaría mejor fundada filosóficamente, sería más clara y precisa, e incluso, más eficaz en lo pastoral que tanto lo desvela.
Estancia San Joaquín, Azul, enero 12 de 2024.
Bernardino Montejano
Vaya, pero no se decía que cuando llegó al Vaticano se refugió en algo de glotonería y engordó. Creo que hasta Bergoglio mismo lo deslizó en una de sus locuaces entrevistas porque en su naturaleza estaba salir del vaticano y claro por seguridad y tal sus movimientos se vieron muy reducidos para lo que acostumbraba. Es más se dió como noticia simpática que su médico le había puesto a régimen porque por su andar y con un pulmón no le convenía.
definitivamente bergoglio es un chiste con patas, ya que critica severamente la gula pero anteriormente sobre la lujuria había dicho, con un cinismo descarado, que los pecados de la cintura para abajo no eran tan importantes.
¿Acaso se puede esperar alguna ocurrencia coherente por parte de semejante iletrado?
Me hizo mucha gracia que el Papa considere que la gula es el mayor pecado social y defina la obesidad como el producto de una mala relación con el comer. Porque, ciertamente, su aspecto no es el de un amante de los ayunos. ¿Se mira al espejo antes de ducharse? Su doctrina sobre la gula me recuerda a la que tienen sobre cualquier cosa mucha gente de izquierda que conozco: hablan sin parar de lo malos que son los demás (el capitalismo, los ricos, la derecha, los fachas), pero se consideran al margen de todo imperativo ético, o al menos nunca se aplican sus cuentos.